La lideresa andaluza tiene todo atado y bien atado. El suyo es el ojo que todo lo ve. El primer día del debate de investidura de Mariano Rajoy dejó en los pasillos del Congreso ilustrativas escenas del Gran Hermano que practica Susana Díaz en la Carrera de San Jerónimo. Como si no fuera suficientemente la intimidación de diputados de su máxima confianza como Antonio Pradas o Micaela Navarro, exintegrantes de la última Ejecutiva sanchista, la presidenta de la Junta envió este miércoles a las Cortes a su principal fontanero, Mario Jiménez.
Y el mandado, nada más y nada menos que portavoz y secretario de Organización de la comisión gestora del PSOE, cogió el AVE y se plantó en Madrid para ejecutar un fino trabajo tras bambalinas. Él es parlamentario en Andalucía, donde ha venido ejerciendo de portavoz, pero en las últimas horas parece el diputado 21 de la delegación andaluza en la capital (tiene 20 de los 98 escaños de la bancada socialista).
A Sánchez sólo el incorregible Luena, exsecretario de Organización federal, le acompaña en la penitencia
Y no porque ejerza un papel secundario, sino todo lo contrario. En el arranque de este segundo intento de Rajoy por permanecer en la Moncloa, Mario Jiménez hizo las veces de número dos de Antonio Hernando, portavoz del Grupo Socialista en la Cámara baja y desde el derrocamiento de Sánchez, también presidente del mismo. De hecho, este jueves tocará a él dar la réplica al candidato popular.
Jiménez es la nueva sombra de Hernando. Juntos bajaron del ascensor para asistir a la reunión del Grupo Socialista previa al debate de investidura. Juntos atravesaron el patio y llegaron al hemiciclo para escuchar a Rajoy y juntos, también, se marcharon. A Sánchez sólo el incorregible César Luena, exsecretario de Organización federal -puesto similar al que hoy ocupa Jiménez- le acompaña en la penitencia.
Así, Jiménez no se despegó lo más mínimo de Hernando en toda la tarde, salvo en la escasa hora y media que duró el discurso de marras. El centinela susanista, sin escaño, presenció el acto desde la tribuna de invitados, sentado al lado de la vicesecretaria de Estudios y Programas del PP, Andrea Levy. Esto fue lo más cerca que estuvo del contricante Sánchez. Quien, por cierto, buscó y encontró el saludo cariñoso de sus afines, los partidarios del 'no', abajo en la bancada. Con escorzo incluido de algún diputado nostálgico deseoso de volver a estrecharle la mano.
La frialdad marcó el saludo entre Sánchez y Eduardo Madina y también entre el reaparecido y el propio Hernando
En cambio, la frialdad marcó el saludo entre Sánchez y Eduardo Madina y también entre el reaparecido y el propio Hernando, que ocupa precisamente su antiguo escaño, el de líder de la oposición que ya no podrá ser. Al menos, en el comienzo de este mandato. Ahora verá la ópera desde dos filas más atrás, al principio de la cuarta hilera. El perfecto convidado de piedra tampoco expresó especial entusiasmo en los cumplidos besos a la rubalcabista Soraya Rodríguez, portavoz socialista en la X Legislatura.
Con el encargo de la jefa, Jiménez había pronunciado poco antes la intervención más "contundente" de la reunión del Grupo Socialista, donde no estuvo el presidente de la gestora, el barón asturiano Javier Fernández. El emisario defendió el mandato del Comité Federal de que el sábado no cabe otra opción que la abstención en bloque y recalcó que todos los diputados socialistas deben acatar la resolución aprobada el pasado fin de semana en el Comité Federal.
Como aperitivo al cónclave en la Sala Constitucional, Hernando, cuyos pasos controla muy de cerca el fontanero susanista, había remitido una carta a sus compañeros advirtiendo de que no hay margen para la indisciplina ni para la abstención mínima (la de 11 actas), salida ésta que reclamaron a puerta cerrada el exlehendakari y expresidente del Congreso, Patxi López, en las quinielas sucesorias, y otros diputados como Luena; la cacereña Pilar Lucio, la balear Sofía Hernanz y el valenciano José Luis Ábalos, al que Sánchez saludó efusivamente cuando abandonaba el hemiciclo. Así, hay quienes siguen instalados en el 'no', pero estarían dispuesto a acatar la abstención si sólo se producen once pronunciamientos en este sentido el día de la verdad.
Quizá ello sea lo que pasa ahora mismo por la mente de Sánchez, quien repitió hasta dos veces que "mañana votaré 'no' al señor Rajoy y el sábado será otro día". Aunque, claro, Mario Jiménez no dejó lugar a componendas: "El debate está cerrado". Y el ojo de Susana, abierto y bien vigilante. Orwell por sevillanas.