El eco de los tres disparos que supuestamente descerrajó Montserrat González sobre Isabel Carrasco todavía resuena en León, seis meses después. Ahora, las periodistas Ángel Domínguez e Isabel Bajo describen "en una historia novelada pero fiel" la trayectoria que siguió la presidenta de la Diputación de León hasta caminar sus últimos 250 pasos, los mismos que recorrió su asesina confesa para poner fin a la vida de una política única en el más amplio sentido de la palabra.
Una dirigente, Isabel Carrasco, a la que las autoras del libro 'El crimen de León' (La Esfera de los Libros) definen como "la última reina de un viejo reino". "Nació mujer en un mundo de hombres, casi moderna en un tiempo antiguo, rebelde en un partido disciplinado (PP), procaz en una sociedad farisaica". Y prosiguen: "Aprendió lo peor de su época, la corrupción, el sectarismo, la codicia, el clasismo, la ira y la tiranía, y ejerció gran parte de sus vicios. Pero su época no aprendió nada de ella, en la que también latía la inteligencia, la valentía y el trabajo. Algunos incluso supieron de su ternura".
En declaraciones a Vozpópuli, la coautora del volumen Ángela Domínguez destaca que "Isabel era muy inteligente y muy valiente. He conocido a pocas personas capaces de ser tan valientes". Sin embargo, "esto mismo le hacía ser muy arrogante. Se creía por encima de todos y eso le llevó a la tiranía". "Fue una mujer que creó mucho odio a su alrededor", remata al respecto.
"Murió ejecutada de una forma canallesca por gentes de su propia tribu", dicen las autoras
A lo largo de las páginas del libro que acaban de publicar, Domínguez y Bajo van desgranando los secretos y las claves de un asesinato motivado precisamente por el odio que despertaba Carrasco y que estalló cuando el 12 de mayo Montserrat González Fernández, de 55 años, mató a tiros a la política del PP cuya carrera apadrinó Aznar por haber arruinado supuestamente la vida de su hija Montserrat Triana Martínez González, también acusada en el 'caso Carrasco' por recibir una bandolera negra en la que estaba el arma homicida.
Hoy, seis meses después del fatídico suceso, madre e hija y la policía local Raquel Gago, implicada en el crimen por entregar el arma en la comisaría, aguardan en prisión el juicio y la sentencia. Podrían ser condenadas al menos a un delito de homicidio penado con hasta 20 años de cárcel. Todas ocuparán, presumiblemente, a mediados de 2015 el banco de las acusadas ante un jurado popular.
"Crimen inexplicable"
"¿Por qué son capaces de arruinarlo todo? ¿Por qué una madre es capaz de llevar a su hija al infierno de una cárcel? ¿Por qué deciden sacrificar todo lo que tienen y lo que son?", se pregunta Domínguez sin entender que "dos señoras vestidas de marca de arriba a abajo planearan durante dos años matar a alguien cuando su situación social y económica no les debería mover a la desesperación".
"Puedo comprender que un paisano que esté desahuciado y que no tenga nada de comer para dar a sus hijos actúe así momentáneamente pero lo que no entiendo es cómo dos mujeres de la buena sociedad fueran capaces de idear y ejecutar un crimen con tanta frialdad", concluye la periodista sobre este suceso, a su juicio "inexplicable".
"Fue juzgada más severamente por ser mujer"
Pese a que son muchos los reportajes que se han dedicado a un crimen que ha tenido por verdugo y víctima a mujeres, las autoras defienden que "no hay nada femenino en el asesinato, ni en el odio, ni en la tiranía". "No es un suceso de hembras, por más que la coincidencia resulte inusual en una sociedad acostumbrada al macho genérico. La pena es que la muerte, también formulada en femenino por capricho de la lengua, las haya reunido en esta historia"
"Isabel era una mujer muy inteligente y trabajadora pero al mismo tiempo tenía unas actitudes muy tiranas"
En este sentido, no dudan en dar un paso más y romper una lanza a favor de Carrasco, una mujer que pese a "sus luces y sus sombras, posiblemente fue juzgada mucho más severamente por ser mujer". "Esas acciones son vistas en una mujer como despotismo y tiranía mientras que en un hombre se convierten en capacidad de mando y liderazgo", critica Domínguez.
"Era una devoradora"
No se olvidan tampoco las autoras de quienes siguen blandiendo "espadas injuriosas contra la sombra de una muerta". Los comentarios recogidos en la novela referidos al perfil sexual de la política proyectan sobre ella una ferocidad de hembra en celo, le achacan un tiempo promiscuo y "bajo esa perspectiva inquisitorial, escandaloso". "Era una devoradora, una amantis religiosa", se atreven a decir. Algo que censuran Domínguez y Bajo: "Carrasco no es condenada tanto por sus hechos sino por su género, por ser mujer".
"Ella era una hembra alfa en su tribu. En este caso, el juego del dominio lo pudo plantear una mujer y esa es la auténtica piedra de escándalo", zanjan sobre un asesinato que, como asegura un abogado citado en el libro, "sólo es un suceso más... Ha sido un crimen de la buena suciedad, de ellos contra ellos".