El afán de protagonismo del ministro de Exteriores enerva con frecuencia y enfurece en ocasiones en algunos despachos del Gobierno. En especial cuando se desparrama en cuestiones como Cataluña, explosivo asunto que se controla con delicadeza y precisión de artificiero desde la Moncloa.
Declaraciones, intervenciones, filtraciones, confidencias... el titular de Exteriores nunca ha sido particularmente discreto en el asunto catalán. Pasa, eso sí, por ser uno de los asesores más escuchados por el presidente. Y más atendido. Amistad antigua y relaciones muy intensas. De ahí su escasa preocupación a la hora de pronunciarse sobre cualquier asunto. Incluído el catalán. Se recuerda por ejemplo su rendida admiración pública tras la celebración de la cadena humana durante la última Diada y su sugerencia de que en Cataluña "hay que escuchar la voz de la sociedad". Una fórmula elíptica de insinuar que el Gobierno no la escucha. Una metedura de mata sideral que nadie en el PP osó censurar. Margallo tiene bula. O ejerce un papel muy singular secretamente pactado con el presidente.
Pocos y claros mensajes
Los estrategas de la Moncloa consideran que hay que enviar pocos mensajes y muy precisos sobre el desafío soberanista para no confundir a los propios y desenmascarar a los ajenos. "Nada de hacer el orate ni el bocazas", dicen. Pretenden también mantener una línea de pedagogía permanente hacia la sociedad catalana a fin de contrarrestar la lluvia intensa de propaganda de la Generalitat. Todo muy aquilatado, muy medido. Ha de huirse de entrar en polémica con Convergencia, no ir más allá del libreto que se pergeña en Moncloa y no incurrir en excesos.
Génova también ha enviado a los barones y dirigentes regionales del partido un argumentario para no perderse en diatribas coyunturales, para no abandonar la línea del mensaje oficial y mantener una voz unívoca y cohesionada en asunto tan peliagudo.
García-Margallo funciona al margen de esta estrategia. Pródigo en declaraciones, Cataluña es uno de sus temas favoritos y recurrentes. Este mismo lunes, en Bruselas, insistió en el argumento, de enorme eficacia y que también lo menciona Rajoy, de que una Cataluña independiente quedaría fuera de de la UE y tendría que ponerse a la cola si pretendiera reingresar en la Comunidad.
Dimensión internacional
El problema es que la incesante presencia en los medios del ministro de Exteriores complace a la Generalitat ya que imprime a la reivindicación secesionista una dimensión internacional, algo que los nacionalistas siempre han buscado. Esa deriva la alimentaba este lunes, por ejemplo, el propio Margallo al referirse a que este problema, aún siendo un "asunto nacional", tiene una vertiente internacional y una vertiente europea. Que la tienen. Pero no hay que servírsela en bandeja a los propiciadores de la escisión.
La Generalitat prepara, precisamente en esta línea, una ofensiva mediática y propagandística internacional bajo el eslogan "Let us vote", ("Dejadnos votar") para trasladar fundamentalmente en las plazas europeas lo que significa la celebración de la consulta para Cataluña. Votar como derecho democrático sustituirá en la primera línea de la campaña al lema del derecho a decidir o a la independencia.
Intoxicaciones permanentes
Es ahí donde tiene que actuar Exteriores, consideran fuentes del Gobierno, moverse con agilidad y contarrestar las intoxicaciones de la Generalitat. Se recuerda por ejemplo que fue Moncloa más que Exteriores quien lograba cortocircuitar los increíbles desplazamientos internacionales de Artur Mas, quien, finalmente, no lograba entrevistarse con ningún cargo político relevante. Así le ocurrió en Moscú, en Bruselas, en Brasil y recientemente en la India.
El cansancio y la irritación del equipo de Moncloa hacia lo que consideran "profusión verborreica", "escasa dedicación" y "nula eficacia" del ministro de Exteriores ya trascienden abiertamente hacia el resto de la organización, especialmente a la cúpula del partido. Son frecuentes los comentarios críticos de altos dirigentes del PP por esta indeclinable tendencia del ministro a manifestarse su opinión fuera del guión oficial. Al principio era "ocurrente, ingenioso y hasta brillante". Ahora ya no es lo mismo.
La línea Cospedal
También es motivo de enojo la defensa que Margallo hace del líder de Unió, Duran Lleida para que se mantenga al frente de la comisión de Asuntos Exteriores del Congreso, un puesto que obliga a numerosos desplazamientos al Extranjero en representación precisamente de España. Que sea un político nacionalista, socio de la formación que convoca un referendum ilegal, resulta chocante y produce enorme rechazo en el propio PP.
La secretaria general del Partido, Dolores Cospedal, mostró este lunes una vez más la línea oficial del PP al referirse a este asunto en los precisos términos que olvida Margallo. Lo primero, nada es discutible al margen de la Constitución. Y lo segundo, son quienes han dado "el paso hacia el abismo" quienes tienen que "modular y moldear" su proyecto. Quizás el jefe de la diplomacia española se digne a tomar nota.