Las encuestas del fin de semana sembraron la inquietud en Génova. Y se dispararon los nervios. El PP ha decidido encargar su propio sondeo para evaluar la situación. Hasta ahora se guiaba por el olfato y por los estudios demoscópicos ajenos. Se acabaron los experimentos. Mariano Rajoy toma el timón. Este sábado estará en Sevilla. Y el próximo también tomará el AVE rumbo al sur. Con Dolores Cospedal y Javier Arenas. La secretaria general del partido ha pedido una mayor presencia de ministros en la campaña andaluza. Juan Manuel Moreno necesita mucha ayuda. Su estrategia de ofrecerse para apoyar a Susana Díaz y frenar a Podemos no termina de ser entendida entre el votante del PP. No hay moral de triunfo. Al menos por ahora.
Un nicho socialista
Andalucía es el primer test del copioso año electoral. Un territorio poco favorable a los intereses del Partido Popular, donde nunca ha gobernado. Perdió en las europeas, pero había logrado imponerse al PSOE en los tres comicios anteriores, incluidas las autonómicas. Gobernar es otra cosa. Sin mayoría absoluta, una misión imposible.
Moreno Bonilla es un candidato sin renombre. Apenas es conocido por la mitad del electorado
Moreno Bonilla es un candidato sin renombre. Apenas es conocido por la mitad del electorado. Llegó a la presidencia del PP andaluz de rebote, luego de un pulso muy sordo entre Cospedal, Arenas, Sáenz de Santamaría y hasta Moragas, que pasaba con su mochila por ahí. No lleva un año en el puesto y se ha encontrado con unas elecciones imprevistas. Susana Díaz adelantó los comicios precisamente para eso. Para encontrar a un PP descolocado, a un Podemos en gestación y a una Izquierda Unida sumida en una crisis existencial de enormes dimensiones.
Los sondeos publicados en distintos medios este fin de semana presagian un horizonte inquietante para el PP. Una distancia con el PSOE de entre ocho y diez puntos. Susana Díaz no logra la mayoría absoluta pero los socialistas ganan, a la espera del 'efecto Podemos', aún por dilucidar. El candidato Moreno Bonilla se afana estos días en sus comparecencias públicas. Platós por doquier. Y mucho paseo por el territorio. Carretera y manta. Evita los mensajes agresivos. Ni siquiera cuando habla de los escándalos.
Mariano Rajoy, por ahora, desconfía. Le tiene cierto aprecio al joven candidato, quizás de los tiempos en los que colaboraba con Ana Mato en Sanidad. Pero aún le conoce poco. Por eso ha decidido viajar frecuentemente a Andalucía, desplazarse cuantas veces sea preciso. Este sábado, a Sevilla. Y el que viene. Y en marzo, más. El partido se juega mucho en esta apuesta. No porque sueñe con una victoria, sino porque aspira a tener la llave del Gobierno andaluz. Y porque hay que arrancar el año con algo que no suene a una derrota estrepitosa. Y porque Andalucía es muy importante para unas generales. Ayudar a Moreno es ahora la cantinela por los despachos de Génova. El día 19 se conocerán los nombres de los candidatos del PP a autonómicas y municipales. Será el banderazo de salida para este año netamente electoral. Y será una ocasión más para reforzar la figura de Moreno Bonilla, que es el primero en saltar a la cosa. Le ha tocado un morlaco de enorme peso y su figura está aún poco ducha en estos menesteres.