Doce coches de alta gama (entre ellos un Lamborghini, un Ferrrari y un McLaren), cuatro rólex y un yate fue el destino de las presuntas comisiones que Alberto Luceño y Luis Medina (hijo de Naty Abascal) se repartieron por su intermediación en la compra de material sanitario por parte del Ayuntamiento de Madrid. La Fiscalía Anticorrupción sostiene que los dos empresarios, contra los que se acaba de querellar, se repartieron seis millones de dólares (cinco de los cuáles se quedó Luceño) por esta operación que se produjo en plena pandemia.
El Ministerio Público, que ha estado investigando estos hechos desde noviembre de 2020, solicita que un juzgado de Madrid judicialice esta investigación por delitos de estafa agravada, falsedad en documento mercantil y blanqueo de capitales. En su querella relata el papel de comisionistas de los dos empresarios que habrían inflado el precio del material sanitario acordado para el consistorio "con ánimo de obtener un exagerado e injustificado beneficio económico".
Como consecuencia de esta operativa, Luceño y Medina se habrían repartido comisiones de seis millones de dólares. Las pesquisas seguidas en Anticorrupción han permitido acreditar el destino de esos fondos que se cobraron en un banco de Malasia. En el caso de Luceño se invirtieron en coches de alta gama (entre ellos un Lamborghini), Rolex y otros servicios. Destaca la Fiscalía la estancia en un hotel de Marbella entre los días 10 y 16 de agosto de 2020 y por los que abonó 60.000 euros. Además, invirtió otros 42.450 euros en la compra de tres relojes Rolex: un reloj caballero acero, otro caballero oro rojo y uno cadete acero oro.
Lamborghini, McLaren, Porsche...
Sin embargo, a lo que más dinero destinó fue a la compra de 12 coches de lujo. Las adquisiciones las hizo en dos partes. En una primera obtuvo siete vehículos (un Aston Martin, un Ferrari 812, dos Mercedes, un Range Rover Sport un KTM X BOW y un BMW I8 Roadster) y pagó poco más de un millón de euros por todos ellos. Anticorrupción precisa que, excepto el Aston Martin, los vehículos fueron facturados a nombre de una sociedad de la que es administrador único y en la que cobró las comisiones del material sanitario.
En esta mercantil abrió el 8 de mayo de 2020 una segunda cuenta desde la que se transfirió 3,35 millones de euros bajo el concepto 'Comisiones Pendientes'. Con ese dinero procedió a pagar un segundo lote de coches de alta gama. En esta ocasión se hizo con otro Aston Martin, un Porsche Panamera, un Lamborghini Huracan Evo Spider, un McLaren 720S y otro Mercedes. Todos ellos le costaron otro millón más de euros. En total, doce vehículos por 2 millones.
El yate de Luis Medina
La Fiscalía precisa al respecto que, como parte del precio de estos vehículos, el empresario entregó al vendedor algunos de los coches que había comprado anteriormente. Con todo, apunta que hubo una inversión más: la compra de una vivienda, tres plazas de garaje y un trastero en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón por 1,1 millones de euros.
En lo que respecta al hijo de Naty Abascal, Anticorrupción sostiene que percibió un millón de euros. La cuantía se canalizó en Malasia pero Luis Medina la transfirió a una cuenta suya en España. De ahí lo desvío a otra de la misma entidad desde la que adquirió un yate modelo Eagle 44 que costó 325.500 euros y que bautizó como 'Feria'. El empresario lo registró en Gibraltar a nombre de una sociedad gibraltareña de la que es socio junto con su hermano Rafael de Medina Abascal, actual duque de Feria. Otros 400.000 euros se invirtieron en la compra de bonos.
Anticorrupción sospecha que podrían haber blanqueado el dinero en todas estas inversiones que se sucedieron a los meses siguientes de percibir su partida del Ayuntamiento de Madrid. Según la querella, el consistorio que dirige José Luis Martínez-Almeida (que ya ha avanzado que se personará como perjudicado en el futuro procedimiento penal), pagó un total de 11,9 millones de dólares (casi 11 millones de euros) para adquirir mascarillas, guantes y test rápidos covid.
Un 148 % del precio real
El momento requería de especial urgencia ya que se trataba del inicio de la pandemia y había mucha escasez de este material. Por ello Luis Medina aprovechó su "amistad" con un familiar de Almeida y su "condición de personaje conocido" para mediar en la compra de grandes remesas de material sanitario fabricado en China. Las gestiones las asumió Alberto Luceño y, fruto de las mismas, se firmaron tres contratos con la municipal Empresa de Servicios Funerarios y Cementerio: un millón de mascarillas por 6,6 millones de dólares; 2,5 millones de guantes de nitrilo por 5 millones y 250.000 test rápidos por 4,2 millones de dólares.
Lo que no se dijo es que dentro de estos precios ya se incluía una comisión a repartir entre ambos. De este modo, por las mascarillas se desviaron un total de cuatro millones de dólares (tres para Luceño y uno para Medina); lo que implica que inflaron en un 148 % el precio real del producto. En el caso de los guantes el porcentaje asciende a un 426 % del precio verdadero. El consistorio madrileño abonó dos dólares por cada guante cuando ellos lo adquirieron por 0,39 dólares. Luceño tenía previsto cobrar 4 millones de comisiones con esta operación pero los terminó abonando al Ayuntamiento debido a las quejas por su "ínfima calidad".
Material defectuoso
Con los test rápidos también se hizo negocio. Ambos habían pactado una comisión de 915.000 dólares aunque en este caso Luceño se atribuyó otra "adicional" de 1,2 millones cuya existencia no conocía Medina. Al igual que ocurriera con los guantes, Anticorrupción destaca la mala calidad de este material, ya que en su mayoría eran "defectuosos". De hecho, una cuarta parte del adquirido (casi 60.000) eran inservibles.
De nuevo aquí el interlocutor del Ayuntamiento pidió que se retornaran los test, pero Luceño les dijo que el vendedor no estaba dispuesto a devolver el precio. Como solución propuso el envío de una nueva remesa de reactivos para realizar los test ya que consideraba que el defecto causante de la baja sensibilidad se corregiría con esos nuevos reactivos. Hasta la fecha no consta que esos reactivos se llegasen a enviar.