España

El juez concede la libertad condicional a los etarras arrepentidos Pikabea y Bores

La Audiencia Nacional le impone a uno de ellos medidas solicitadas por las víctimas como no acercarse a ellas o asistir a homenajes a terroristas

  • Kepa Pikabea y Aitor Bores

La Audiencia Nacional ha concedido la libertad condicional a dos históricos etarras con delitos de sangre que acabaron rompiendo con su pasado y expulsados de la banda, siempre contraria a disidencias. Se trata de Kepa Pikabea y Aitor Bores. Llevan 25 y 21 años en prisión, respectivamente. Ya no tendrán que regresar a la cárcel nunca más salvo que incumplan alguna de las medidas impuestas.

En el caso de Pikabea, el magistrado de Vigilancia Penitencia de la Audiencia Nacional, José Luis Castro, ha incluido algunas condiciones solicitadas por las víctimas. Entre ellas la prohibición de acercarse a sus viviendas o participar en homenajes a él mismo o a otros miembros de ETA. No ha tenido en cuenta, en cambio, la petición de impedirle conceder entrevistas a los medios de comunicación.   

Según las fechas de sus respectivas condenas a las que ha tenido acceso Vozpópuli, a Rekarte le quedan seis meses para cumplir definitivamente su pena mientras que a Bores le resta un año y cinco meses. Ambos habían experimentado un proceso de arrepentimiento que les llevó a disfrutar de salidas periódicas y después acceder al tercer grado. Eso les permitía acudir al centro penitenciario solo a dormir.

Vía Nanclares

Son dos exponentes de la llamada Vía Nanclares ideada en tiempos del Gobierno socialista José Luis Rodríguez Zapatero. La idea era premiar con acercamientos al País Vasco y beneficios penitenciarios a quienes dejasen su por escrito su rechazo a la violencia. La estrategia no llegó a romper el colectivo como era su objetivo, pero si provocó un goteo de deserciones de algo más de una veintena de terroristas. Todos ellos han ido saliendo de prisión a lo largo de estos años.

Aitor Bores rompió con ETA en 2010, un año antes de que la banda decretase el cese definitivo de los atentados. “Para que conste donde fuese oportuno, vengo a manifestar lo siguiente”, comenzó su texto este terrorista, quien se comprometió con “el uso exclusivo de medios políticos” para defender sus ideas, “rechazando otras vías”. También reconoció “el daño causado” y se comprometió al pago de las indemnizaciones derivadas de sus acciones criminales, según recoge el auto del juez.    

“Perdón a todas las personas que hice daño y en general como militante de ETA, solicitar el perdón de todas las víctimas que durante años han sufrido esta barbarie y deseando que termine para siempre”, escribió Bores tres años después. El auto añade que “facilitó ante la Guardia Civil todos aquellos datos de los que era conocedor y que constan  ya en diversas causas”.

Por su parte, Kepa Pikabea sostiene que lleva desvinculado de la banda desde 1996 y “defiende un discurso de arrepentimiento de los delitos cometidos, si bien prefiere no entrar en detalles de los mismos”. También se muestra partidario de participar en talleres restaurativos con víctimas de ETA: “esto reconforta a las víctima y también me reconforta a mi”.  

Sus víctimas

El historial asesino de Pikabea incluye cuatro asesinatos entre 1980 y 1983. El primero fue al policía nacional José Alberto Lisalde y a un peluquero amigo suyo llamado Sotero Mazo. Ambos fueron tiroteados en Eibar y la Audiencia Nacional condenó al terrorista a un total de 54 años de cárcel.

También en la misma localidad guipuzcoana Pikabea participó en un atentado contra un convoy de tres coches de la Guardia Civil en el que iban ocho agentes. Mató al conductor de uno de los vehículos por lo que fue condenado a otros 27 años de cárcel. Además, la Audiencia Nacional le impuso otros 36 años por las lesiones que les causó a otros dos.

En la localidad guipuzcoana de Ordizia atentó contra otros dos vehículos del Instituto Armado. Mató al agente Miguel Mateo Pastor por lo que fue condenado a otros 30 años y a 44 años por otros dos atentados frustrados.

Por su parte, Aitor Bores tiene al menos dos condenas por asesinato, ambos en 1994. Colaboró en el asesinato de un guardia civil en la localidad vizcaína de Trapagaran. Fue condenado por ello a 28 años de cárcel. En Berango (Vizcaya) participó también facilitando horarios de un policía nacional llamado José Santana que luego fue asesinado. Por ello fue condenado a otros 14 años de prisión.

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