53 días secuestrados en condiciones inhumanas. Los tres nicaragüenses -una pareja mayor de edad y un menor- partieron desde España rumbo a México para intentar cruzar la frontera rumbo a Estados Unidos. Cuando buscaban el modo de hacerlo, fueron abordados, retenidos y trasladados a un lugar desconocido. Les agredieron una y otra vez, incluso con pistolas eléctricas, y les obligaron a llamar a sus familiares para tratar de obtener un rescate. Un martirio que, en esta ocasión, concluyó con la liberación de los cautivos. La Guardia Civil participó de forma activa en la investigación. Una llamada intervenida por los agentes, a la que ha tenido acceso Vozpópuli, revela la presión a la que eran sometidos los familiares de las víctimas.
El periplo arrancó el pasado mes de septiembre, cuando una pareja de ciudadanos nicaragüenses, él de 25 años y ella de 34, salieron de España con el hijo menor de ésta para tratar de llegar a Estados Unidos. El recorrido no sería sencillo: además de intentar cruzar la frontera de manera ilegal, debían recorrer varios países ineroamericanos para, una vez desde México, dar el salto hasta territorio norteamericano.
Por ello contactaron con una organización de coyotes. O lo que es lo mismo, delincuentes dedicados al tráfico de seres humanos, que cobran grandes cantidades de dinero para trasladar a la gente hasta Estados Unidos, aún a riesgo de su propia integridad: un viaje sin garantías de ningún tipo, con el anhelo de llegar al llamado país de las oportunidades.
Nos ubicamos a mediados del pasado mes de octubre. La pareja de origen nicaragüense y el menor de edad llegaron hasta Ciudad Juárez (México). Les faltaba poco para dar el paso definitivo rumbo a Estados Unidos. Fue en ese momento cuando todos sus planes se truncaron. Un grupo de personas armadas les abordó y los retuvo a la fuerza. Eran miembros del Cártel nuevo de Juárez, conocido por el empleo de la fuerza y la violencia para alcanzar sus fines. Ese sería el comienzo de su pesadilla.
El martirio de los secuestrados
Los criminales golpearon a las víctimas y las trasladaron contra su voluntad de un lugar a otro, al menos a tres ubicaciones diferentes. Los tres nicaragüenses convivieron en condiciones infrahumanas con más de un centenar de secuestrados procedentes de distintos países iberoamericanos. La magnitud de la actividad criminal revela la fuerza de la organización.
Más golpes, más agresiones, incluso con pistolas eléctricas. Les obligaban a llamar a sus familiares, también por videollamada, donde se revelaban las torturas a las víctimas. Enviaban vídeos, a cualquier hora del día, con palizas y amenazas de muerte extremas. El mensaje era claro: o se pagaba una elevada cantidad de dinero, o los familiares no volverían a ver nunca a sus seres queridos.
Es en este punto donde entra en juego la Guardia Civil. En concreto, agentes especializados de la Unidad Central Operativa y de la Comandancia de Madrid. Una mujer, ciudadana española residente en la provincia de Madrid, se puso en contacto con el Instituto Armado. Era la madre de una de las víctimas, el joven de 25 años. Llevaba días, semanas, recibiendo las llamadas de los secuestradores. Los familiares de los retenidos ya habían pagado 19.000 euros a la organización criminal, pero el cautiverio y las torturas se mantenían.
La Guardia Civil abrió una vía de contacto con la Unidad Especializada de Combate al Secuestro (U.E.C.S) de la Fiscalía General de Justicia del Estado de Chihuahua (México) para coordinar la investigación. Agentes especializados acompañaron a la madre de la víctima en su propia casa, donde le brindaron constante apoyo y asesoramiento; también acompañamiento a la mujer, que se encontraba al límite de su propia existencia.
Una de las llamadas
Los investigadores de la Guardia Civil pudieron constatar la crudeza de las amenazas. Una de las llamadas intervenidas, a la que ha tenido acceso este diario, pone de manifiesto la violencia de los criminales.
- Madre de la víctima: ¿Hola?
- Víctima: Hola, mamá.
- Madre de la víctima: Hola, hijo, ¿cómo estás?
- Víctima: Mal, aquí que me están torturando. Que… que… ¿qué pasó con el dinero? Que no me respondes. Si no me va a llevar a otra *****, me van a matar. Necesito que respondas por mí, aunque sea con mil dólares por lo menos. Por favor, mamá, que no quiero… no quiero morir.
- Madre de la víctima: Ya lo sé, mi vida.
- Víctima: ***** Lo estoy pasando mal.
- Madre de la víctima: Por favor, que no te lleven, estoy… Mira, voy a salir, estoy pidiendo a la gente, a ver quién me puede echar una mano.
- Secuestradores: Bueno, pues entonces ahorita no lo voy a matar, wey. No lo voy a matar para que tú vayas viendo poco a poquito cómo sufre el wey. Porque a lo mejor tú estás diciendo mentiras, a menos que a él le vaya a ir mal.
- Madre de la víctima: Por favor…
- Secuestradores: Y lo voy a dejar sufriendo, sufriendo. No le voy a dar un ***** para que se muera rápido. Así como tú estás haciendo las pinches cosas que estás tardando días, que estás haciendo *****, así voy a tardar yo, wey.
- Madre de la víctima: Pero me están pidiendo tanto dinero… eso no puedo conseguir. Ya sabes que estoy fatal. Mal, mal estoy.
- Secuestradores: Pues entonces ya sabe usted qué es lo que va a pasar con su hijo, señora.
Al mismo tiempo, la Guardia Civil trasladó toda la información a las autoridades mexicanas para tratar de localizar y liberar a los secuestrados. Las pesquisas dieron sus frutos y, ya en diciembre, sin que la familia hubiera hecho ningún otro pago, los tres nicaragüenses que habían partido de España fueron liberados en las proximidades de la frontera de Estados Unidos. A pesar de las lesiones y el cautiverio se encontraban en un estado razonable de salud.
El trabajo de la Guardia Civil ha sido reconocido públicamente por las autoridades mexicanas, que han destacado la cooperación y las estrategias empleadas en la negociación con los secuestradores como una de las claves para la liberación de las víctimas.
"Desde la Guardia Civil, se enfatiza en la importancia de denunciar hechos similares con la mayor premura posible por parte de esta población, a priori más vulnerable, lo que sin duda alguna propicia o facilita una pronta liberación de las víctimas", afirman desde el Instituto Armado.