El pasado 1 de enero, todo el interior de la M-30 se convirtió en una Zona de Bajas Emisiones. Esto significa que solo podrán circular por ella aquellas personas que dispongan de un coche con etiqueta o que tengan su coche empadronado en la ciudad de Madrid antes de la imposición de la medida. El padrón debe figurar tanto en el Registro de Vehículos de la DGT como en el Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica del Ayuntamiento.
Esto quiere decir que muchos ciudadanos de la Comunidad de Madrid que residen en ciudades periféricas como Alcorcón, Fuenlabrada o San Sebastián de los Reyes no pueden acceder al interior de la Almendra Central salvo que cuenten con un coche con etiqueta, independientemente de cual sea.
A partir del 1 de enero de 2025, los coches sin etiqueta que sí estén empadronados en la ciudad perderán sus ventajas y tendrán las mismas imposiciones que cualquier otro. Esta medida afecta ya, según la Plataforma de Afectados por la Ordenanza de Movilidad, a casi medio millón de vehículos (455.000) y acabará afectando, en 2025, a otros 315.000 coches, lo que dará una cifra total de 770.000 automóviles vetados del centro de la ciudad.
Esta medida afecta a 455.000 vehículos y acabará vetando, en 2025, a otros 315.000 coches, lo que dará una cifra total de 770.000 automóviles restringidos
¿Qué significa esto? Que cualquiera que trabaje dentro de la M-30 pero viva fuera ha necesitado buscar una alternativa de movilidad para llegar hasta su puesto de trabajo desde que arrancó el nuevo año. Las opciones son diversas: desde aparcar en la 'frontera' de la M-30 para después moverse en transporte público hasta, en algunos casos, optar por un cambio de vehículo.
Lo cierto es que la imposición, en estos momentos, está aún en periodo de prueba, ya que aquellos conductores que decidan acceder al interior de la M-30 con un coche sin etiqueta no serán sancionados siempre y cuando esto ocurra a través de una cámara. Madrid se encuentra en fase de 'preaviso', de tal forma que aquellos conductores que infrinjan la norma, recibirán en su casa una carta informativa y sin sanción. Las multas serán impuestas a aquellos conductores que atraviesen los límites de la M-30 a partir del 1 de marzo. Eso sí, si un agente decide dar 'el alto' a un coche sin etiqueta, sí podrá imponerle una sanción.
De aparcar en la puerta a buscar alternativas
Hablamos con uno de los afectados por la nueva medida del Ayuntamiento de Madrid. Diego, que trabaja en una multinacional con sede en la ciudad pero reside en un pueblo de Ávila, posee un coche sin etiqueta. "Yo estoy bastante fastidiado porque entro a la almendra por poco", afirma. La sede está en Méndez Álvaro, un barrio de la capital colindante con la M-30.
La incertidumbre sobre Madrid Central para una persona como Diego también tiene mucho que ver con el coronavirus. "Como estamos en un punto en el que no se sabe qué peso tendrá el teletrabajo, necesito más tiempo para tomar una decisión sobre si cambiar o no de coche", cuenta a Vozpópuli. "Mi idea es cambiarlo cuando lo vea realmente necesario, no por el cambio de normativa", prosigue.
"Como estamos en un punto en el que no se sabe qué peso tendrá el teletrabajo, necesito más tiempo para tomar una decisión sobre si cambiar o no de coche"
Su pensamiento es, inicialmente, tantear el entramado de cámaras que ha instalado Almeida en los accesos desde la M-30. "Si esto está muy controlado y voy a recibir multas, tendré que buscar una alternativa de movilidad, quizá volver a Madrid para moverme en transporte público, lo que me costará caro por la diferencia de precio de los alquileres".
La alternativa, nos cuenta, es aparcar fuera de la M-30 y utilizar el transporte público o un servicio de vehículo compartido para entrar. "Me supondrá tardar como mínimo 15-20 minutos más en llegar al trabajo", nos cuenta. Esto se agravará más en los próximos meses, ya que el Ayuntamiento de Madrid planea instalar 20 nuevas zonas SER para evitar precisamente eso: que los barrios colindantes con la M-30 se conviertan en parkings disuasorios.
La tormenta perfecta
Salvo los muy previsores que hayan decidido cambiar su vehículo hace unos cuantos meses, los afectados se encuentran en un auténtico brete si lo que quieren es ir a trabajar en coche. La crisis de los semiconductores han alargado las entregas de coches por encima, en muchos casos, de los seis meses. A esto hay que sumarle la escasez de vehículos de kilómetro cero y su aumento de precio dada su alta demanda. Una tormenta perfecta.
Según un estudio de KPMG, la segunda mano tampoco es una opción recomendable, dado que los precios han aumentado un 44% en noviembre de 2021 respecto al mismo mes del pasado año y la previsión es que la 'burbuja' se pinche a lo largo de este 2022. Es decir, que comprar un vehículo usado es ahora más caro que nunca y que además, quien se decante por esta opción sufrirá una fuerte devaluación en su compra.
Los precios de los coches de segunda mano han aumentado un 44% en noviembre de 2021 respecto al mismo mes del año anterior
A esto hay que sumar la situación económica de las familias españolas y que desde el 1 de enero, el impuesto de matriculación de coches ha aumentado, lo que encarecerá su precio en 1.000 euros de media. El descenso del poder adquisitivo ha provocado un envejecimiento progresivo del parque móvil de nuestro país. La media de edad de un automóvil en España es de 13 años y esta cifra, año tras año, aumenta. Desde 2006, el envejecimiento ha aumentado de manera progresiva y sin descanso: por entonces era de seis años, por lo que en 15 años se ha duplicado la cifra, tal y como reflejó la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC) en su último informe anual.
Todo esto se traduce en un mar de incertidumbres en el que nada es positivo: los coches son más caros que nunca, por lo que a muchos no les queda otra que utilizar el transporte público para acudir a su puesto de trabajo. Además, el Ayuntamiento de Madrid se ha encargado de evitar que los ciudadanos puedan hacer trampa. Todos aquellos coches sin etiqueta que se empadronen en Madrid desde el 1 de enero tendrán la misma categoría que un coche de fuera. De esta manera se evita que pueda haber traspasos de vehículos a familiares que residan en la ciudad.