Los cuatro acusados de retener, agredir y robar al fundador de Tuenti, Zaryn Dentzel, han reconocido los hechos y han aceptado ser condenados a 9 años de cárcel, tras un acuerdo con la Fiscalía que rebaja así su petición inicial de 20 años de prisión para cada uno por el asalto al empresario, quien ha dicho que quiere "pasar página". La Audiencia de Madrid acogió este martes el juicio a los cuatro acusados de retener durante horas a Dentzel, al que trataron de robar 25 millones de euros en bitcoins, aunque no lograron ese objetivo. Los acusados asaltaron la vivienda del empresario californiano, a quien maniataron, golpearon y sustrajeron varios objetos de valor como relojes de lujo, aunque no consiguieron, como pretendían, robarle 25 millones de euros en monedas virtuales.
Dentzel denunció los hechos en cuando pudo liberarse, y no fue hasta un año después, en octubre de 2022, cuando la Policía informó de la detención de los cuatro presuntos autores: tres hombres y una mujer que entraron en prisión provisional.
Al salir de la sede judicial, Dentzel ha dicho a la prensa que quiere "pasar página" y "cambiar capítulo en la vida. Se dijeron muchas cosas en prensa, nosotros nunca hemos dicho nada... pero yo soy la víctima, ha sido una cosa horrible; la Policía ha hecho un trabajo excelente y nunca se ha cambiado la historia una sola vez", ha dicho el informático y emprendedor americano, matizando que "todo lo que no te hunde te hace más fuerte" y que estuvo un año sin pisar su piso de Madrid por miedo.
Un plan "preconcebido" a través del teléfono móvil
El Ministerio Fiscal relata en su escrito de acusación que los cuatro acusados "se concertaron tanto en la acción como en el propósito para obtener de forma ilícita 500 bitcoins equivalentes a 25 millones de euros" que el empresario estadounidense, con residencia en España, guardaba en su monedero digital.
Para ello idearon "un plan preconcebido" y el 2 de noviembre de 2021 por la mañana le mandaron varios mensajes al móvil en los que fingían ser una amiga de una amiga suya, para lograr concretar una cita con él y entrar en su vivienda.
Sobre las 15:30 horas los cuatro procesados acudieron al domicilio de Dentzel y la chica fingió ser la conocida que esperaba mientras el resto se escondía. Les abrió la puerta y ese fue el momento en el que los cuatro irrumpieron en la casa con cuchillos, botes de espray de pimienta, dos pistolas Táser y grilletes metálicos y se abalanzaron sobre la víctima, echándole el espray irritante en los ojos, tapándole la cabeza con una capucha y poniéndole unas esposas.
"Le tiraron al suelo y le envolvieron en una alfombra, para luego trasladarle al dormitorio, al tiempo que taparon las cámaras de video vigilancia que estaban instaladas en la vivienda, y encendieron la televisión, poniendo el volumen al máximo, para impedir que los vecinos pudieran escuchar pedir auxilio a la víctima", añade el escrito. Entonces se percataron de que en la vivienda estaba también un técnico de mantenimiento, que había acudido a instalar una calefacción, y al que, con el mismo propósito, golpearon en la cara y rociaron con espray de pimienta antes de taparle la cabeza. Le ataron a una silla y le amenazaron de muerte si gritaba.
La Fiscalía añade que los cuatro acusados pidieron al empresario su móvil y su tablet porque sabían que tenía una aplicación para acceder al monedero digital que contenía los millones de euros en bitcoins, y le exigieron la clave amenazando con matarle y dándole descargas eléctricas con la Táser. También le hicieron un corte rectilíneo desde el pecho al ombligo, y le colocaron plásticos en los pies, diciéndole que le iban a descuartizar, comenzando por amputarle los dedos de los pies.
Pese a que les dio la clave no lograron acceder al monedero, ya que esta operación no la puede hacer una sola persona, por lo que los acusados decidieron que les diese el contenido de la caja fuerte de su casa, en la que había cinco relojes Rólex, y sus dos tarjetas bancarias, con las que uno de los acusados fue a sacar dinero en varios cajeros, consiguiendo 2.000 euros.
