La presidenta andaluza, Susana Díaz, llevaba meses criticando a Pedro Sánchez por la naturalidad con la que solía colocar en el mismo escalafón de culpabilidades a Mariano Rajoy y a Artur Mas a la hora de buscar responsabilidades en el origen del proceso soberanista. Desde la ejecutiva federal se le explicó que esta estrategia era la más inteligente para obtener un buen resultado en las elecciones catalanas. Sencillamente, consistía en responsabilizar por igual al presidente del Gobierno y al de la Generalitat del callejón sin salida al que ha abocado el plan secesionista. El dato objetivo fue que el PSC perdió cuatro diputados en las elecciones del pasado 27 de septiembre, pero pudo disfrazar el mal resultado por el fuerte batacazo que se dio el PP y el duro golpe que recibió el soberanismo al no alcanzar la mayoría absoluta y quedarse prisionero de la CUP.
Pedro Sánchez ha dejado de responsabilizar por igual a Rajoy y a Mas del fiasco catalán
La foto de este miércoles con Pedro Sánchez y Mariano Rajoy juntos en La Moncloa ha apaciguado los ánimos en el socialismo andaluz, donde se comparte con la mayoría de los barones regionales que no se puede culpar a Mariano Rajoy del terremoto catalán cuando la iniciativa que puede conducir al proceso soberanista a un enfrentamiento sin precedentes con el Estado la ha llevado en todo momento Artur Mas, preso de su instinto de supervivencia en un momento que ahora está condicionado por la resistencia de un partido antisistema a facilitar su investidura y por la trama de corrupción que puede acabar dinamitando a Convergencia.
Ni Pedro Sánchez fue informado con antelación por Rajoy de que recibiría también este viernes a Pablo Iglesias, hecho que ha motivado un evidente malestar en el entorno del líder socialista, ni Susana Díaz supo que su secretario general iba a mantener el jueves un encuentro con el presidente del Gobierno poco después de que el PSOE presentara su reforma constitucional y se reuniera con el Consejo Territorial que agrupa a todos los barones regionales. En todo caso, en el equipo de la presidenta andaluza se comenta que la foto de La Moncloa es bienvenida, pues sirve para enviar un mensaje diferente y tranquilizador a la opinión pública: el PSOE está con el Gobierno en la defensa del Estado y su apuesta por la unidad de España sigue siendo una marca perfectamente identificable.
El líder socialista fue a La Moncloa sin saber que Rajoy recibiría después a Pablo Iglesias
Sin embargo, la percepción de este encuentro en La Moncloa en las filas del socialismo catalán no es tan bondadosa como la que ha tenido en otras federaciones del partido. Dentro del PSC, incluso las voces más moderadas, critican en privado la diligencia con la que Pedro Sánchez ha acudido a fotografiarse con el presidente del Gobierno cuando ni siquiera se ha atrevido a arbitrar con coraje la sorda batalla interna que se libra en su partido en torno al futuro de Cataluña.
Las fuentes informan que el grupo de expertos que ha estudiado la reforma constitucional abordó la introducción en ella del reconocimiento de Cataluña como nación, criterio que llegó a defender, entre otros, el expresidente Felipe González. Tan claro tuvieron algunos en el PSC que el PSOE iba a transigir con ello que el propio candidato a la presidencia de la Generalitat, Miquel Iceta, en unas declaraciones públicas hechas una semana después de las elecciones catalanas, precisó su opinión hasta este extremo: “Cataluña es una nación y debería reconocerse en el artículo 2 de la Constitución, sería la mejor fórmula”.
El PSC no ha conseguido que Pedro Sánchez incorpore a su reforma constitucional el reconocimiento de Cataluña como nación
Al final, el miedo escénico a que federaciones como la andaluza se revuelvan y se sirva en bandeja al PP el regalo de una fuerte tormenta interna en el PSOE en plena campaña electoral ha llevado a dejar fuera de la reforma ésta y otras propuestas que han sido colocadas sobre la mesa en las reuniones mantenidas por el grupo de expertos que han asesorado a la ejecutiva federal. La mayoría de ellos, no solo son partidarios de perder el miedo a defender sin ambages la utilidad de un Estado plurinacional, sino también a abandonar los eufemismos y plantear una reforma que no despiste al electorado. Quienes así opinan no solo comparten la opinión de que la conducción de la reforma estatutaria por el Gobierno de Zapatero fue un auténtico fiasco, origen de todos los males que ahora se acumulan, sino que también son partidarios de definir de una vez por todas ese Estado federal por el que apuesta el PSOE, algo que sería también bien visto por el socialismo valenciano y el balear.