No se vieron gaviotas, ni apenas carteles con las siglas del Partido Popular. Un mar de banderas de Galicia, y alguna de España, naturalmente, con el nombre del Feijóo en el centro, desbordó la plaza de toros de Pontevedra este fin de semana, en el arranque de campaña de los populares. Los carteles clamaban: “Feijóo, en Galicia sí”.
Mucho Galicia, poco Madrid. Sobredosis de Feijóo, apenas algo de PP, algunos dirigentes, ciertos ministros... lo justo. El presidente de la Xunta quiere mantener las distancias con los líos que sacuden al resto de España. No sólo con el marasmo institucional que bloquea al país desde hace nueve meses sino, también, con su propia formación, con el PP nacional, atribulado por una tormenta de escándalos, juicios por corrupción y episodios incómodos como el reciente 'caso Soria'. Feijóo, que reconoció haber tenido muchas dudas antes de aceptar su candidatura para renovar por tercera vez su mandato, necesita reunir los 38 escaños que garantizan la mayoría absoluta para gobernar. En 2012, en plena crisis, con los recortes, las subidas de impuestos, la prima de riesgo por las nubes y el Gobierno de Rajoy amenazado por el rescate, Feijóo logró 41 diputados con una estrategia que, hasta ahora, funciona: “Galicia, Galicia y Galicia”.
Repetir una tercera victoria tan abrumadora suena a misión imposible. Las encuestas de momento le son favorables. El PSOE se vio forzado a cambiar de candidato en el último minuto porque el hombre de Pedro Sánchez fue imputado por varios casos de corrupción. Las Mareas han colocado al frente de sus listas a un juez en excedencia apenas conocido. Y el Bloque se hunde hacia el subsótano sin posibilidades de resucitar.
La voz de alerta
“No queremos un Gobierno a la catalana, que es lo que quieren los nacionalistas; ni un gobierno a la valenciana, como los de Podemos; ni a la madrileña, como los de Ciudadanos. Queremos un gobierno a la gallega”, clamó Feijóo este sábado, en presencia de un Mariano Rajoy aún abatido por los episodios que ha tenido que superar esta semana última. El 'escándalo Soria’ ha sido un mayúsculo disparate que conmocionó no sólo a la estructura de la formación, sino que dejó muy tocado al presidente. Tanto en el plano personal como en el político, de acuerdo con fuentes de Vozpópuli. Fue precisamente Feijóo quien, en una intervención pública en Madrid, alertó del desastre y reclamó medidas inmediatas. Al día siguiente, Rajoy le hizo caso y puso punto final al turbulento 'affaire'. Ahora toca hacer frente al estrambote de Luis de Guindos, su comparecencia parlamentaria, en comisión, para explicar el desaguisado y, al tiempo, para justiciar algunas informaciones turbias que revolotean el nombre de Jiménez Latorre, el designado finalmente para el cargo. “Madrid no aporta, sólo nos da problemas”, insisten estas fuentes.
El PP en Galicia ofrece una imagen general de eficacia y de cohesión. Su líder regional saca pecho, se reclama como ejemplo de gestión económica, con crecimiento en el empleo y cumplimiento del déficit (casi una excepción en el estamento autonómico), en unos momentos en los que Bruselas aprieta las tuercas a Rajoy por su manejo inapropiado del gasto. “El gobierno de Galicia es un ejemplo para España”, sentenció Feijóo entre las ovaciones estruendosas de su parroquia.
Miles de kilómetros de distancia con Madrid pretende poner el equipo de Feijóo en esta feroz campaña que acaba de empezar. La apuesta es arriesgada y no se harán concesiones. Mariano Rajoy tiene previsto volcarse en Galicia, su tierra, donde se le aprecia y se le valora. Al igual que hicieron en los comicios de 2012, el candidato y el presidente funcionarán en caravanas paralelas, “para aprovechar los esfuerzos”, según la versión oficial. “Hay que alejarse de cuanto significa la política nacional, es contaminante”, señalan los colaboradores del titular de la Xunta. Rajoy tiene ya señalados más de una docena de actos en tierras gallegas y otros tantos en el País Vasco. Sus posibilidades de sacar adelante una nueva investidura pueden estar en juego en estos comicios. Un mal resultado de los socialistas, tal y como ahora vaticinan las encuestas, ayudaría quizás a desatascar el bloqueo férreo impuesto en Ferraz.
“Soy candidato gracias al PP, reconoció Feijóo, pero si soy lo que soy es gracias a Galicia, porque soy militante de Galicia”. Que nadie se confunda. “En Galicia sí”, grita su lema electoral. “Aquí no estamos por el no. Aquí decimos ¿qué parte del sí no entiende, señor Sánchez?”, soltó ante su enfervorecido público, en un directo a la mándibula del líder del PSOE que Rajoy, sentado en la primera fila, agradeció.