No se estiman demasiado. Más bien, no se soportan. Es comidilla habitual en el Consejo de Ministros, en Génova, entre los barones del partido. La vicepresidenta del Gobierno y el titular de Exteriores disimulan, con cierta dificultad, su mutua animadversión. Ambos aparecen y reaparecen, como el Guadiana, en todas las teorías en los escenarios del posmarianismo. Envueltas, casi siempre, en embalajes conspiranoicos y en estrategias rocambolescas. Mariano Rajoy apenas le dedica medio minuto a estas historias, aunque no impone silencio a quien se las cotillea.
Soraya Sáenz de Santamaría no aparece en esta campaña electoral en los carteles junto al presidente. Sencillamente, porque en esta ocasión, no hay carteles. En diciembre, su imagen compartió espacios en las principales arterias de Madrid. Una idea de Jorge Moragas. Venía bien un complemento femenino y joven junto a las barbas canosas del ‘jefe’. La vicepresidenta ha recordado esta misma semana que va a participar en forma muy activa en la campaña. Allá donde no pueda llegar Rajoy, estarán ella misma y la secretaria general para tapar huecos, presidir actos, desplegar discursos. El propio Moragas se encargó de deshacer la teoría de la pérdida de protagonismo de la vicepresidenta. Soraya estará muy presente y muy activa en la agenda electoral. ¿Y después? ¿Qué será de Soraya?.
Entra aquí el espacio de la ‘leyenda urbana’, que diría la aludida. Pieza fundamental del equipo de la Moncloa, nadie duda de que, si Rajoy repite, ella seguirá siendo la vicepresidenta. Quizás con un refuerzo, a su mismo nivel, para el área económica.
Entra aquí el espacio de la ‘leyenda urbana’, que diría la aludida. Pieza fundamental del equipo de la Moncloa, nadie duda de que, si Rajoy repite, ella seguirá siendo la vicepresidenta. Quizás con un refuerzo, a su mismo nivel, para el área económica. Si es el PP logra mantenerse como la fuerza más votada, se abrirán conversaciones con Ciudadanos y PSOE para allanar el camino a la continuidad. En el entorno de la vicepresidenta circula la teoría de que Rajoy deba hacer un 'sacrificio patriótico' en el caso de que Sánchez (o quién esté al frente de los socialistas) y Rivera, exijan su retirada antes de signar cualquier tipo de acuerdo. Los abogados del Estado, la guardia de Corps de la vicepresidenta, los ‘sorayos’ como se les conoce en el ambiente, son algo imprudentes en determinados círculos. Y no ocultan que, en ese caso, sería llegado el momento de pensar en que Sáenz de Santamaría será la pieza clave de la jugada. La sustituta, el relevo, la alternativa. “Si no quieren a Rajoy, ¡quién mejor que ella!”, comentan. El PP seguiría en el poder gracias al generoso gesto de Rajoy, explican. Y a otra cosa.
Escaños y votos
Una ilusoria teoría. En el caso de que el actual presidente en funciones logre una nueva victoria y superara en votos y escaños su resultado del 20-D, nada ni nadie le hará dar un paso al costado. Eso es diáfano para todos aquellos que le conocen bien y no atienden a as versiones sobre su prejubilación. La vicepresidenta, además tiene un problema con el partido. Cuenta con el firme respaldo de los suyos, es decir, del PP vasco de Alfonso Alonso y del PP andaluz de Moreno Bonilla. Dicen que también la secundaría, si acaso, Juan Vicente Herrera, presidente de Castilla y León, su comunidad. Cristina Cifuentes también le debe mucho a Santamaría. Pero la presidenta regional madrileña tiene sus propias ambiciones.
Frente a Soraya se despliega un compacto bloque enemigo, el llamado G-8, que antes fue G-5, el grupo de los ministros más amigos del presidente, liderados por José Manuel García-Margallo, ’infatigable rey de las intrigas’, como le bautizó un veterano dirigente del PP
Frente a Soraya se despliega un compacto bloque enemigo, el llamado G-8, que antes fue G-5, el grupo de los ministros más amigos del presidente, liderados por José Manuel García-Margallo, ’infatigable rey de las intrigas’, como le bautizó un veterano dirigente del PP. El titular de Exteriores ha tenido bula para todo. Para pontificar extemporáneamente sobre Cataluña, para elaborar su propio proyecto de Constitución, para tildar de ‘ágrafo’ a su homólogo de Hacienda, para referirse con adjetivos poco amables a su vicepresidenta. Pinchó en hueso hace unos meses, en pleno fragor de las negociaciones para la investidura. El bloqueo institucional era inquietante y se filtró la idea de que el propio Margallo podría ser un fusible por si había que pedirle el gesto crucial a Rajoy. Otro candidato, en este caso, eso sí, "de transición".Su buen amigo Soria, ya defenestrado, entraría en el ticket como vicepresidente. Rajoy reaccionó con enojo y le llamó ‘traidor’ en la intimidad. Según escribió Luis Herrero, en versión no desmentida, el ministro de Exteriores, el 'muy mejor amigo del presi', pillado en renuncia y acollonado, corrió hacia el despacho del presidente a ofrecer disculpas. No fue recibido y se dirigió entonces a la zona residencial de la Moncloa para allí, aguardar al ofendido y suplicar el perdón.
Trascendió hace unos días que el propio titular de Exteriores se encargó de ofrecerle un ágape de homenaje al exministro de Industria, (quien aterrizará en un futuro en un alto cargo en Washington, Rajoy se lo debe) al que, asistió el G-8 en pleno, más algún añadido como García Escudero, presidente del Senado, y, cuentan algunos, que el propio Rajoy. Se prodiga ahora Margallo en todo tipo de entrevistas y declaraciones, zahiere a Albert Rivera por su valiente viaje a Venezuela, invita a la prensa a su campaña como candidato por Alicante, se apunta a los actos que promueve un diario nacional, bien en la universidad de Ávila, bien con el padre de Leopoldo López. Es “el gallo que no cesa”, le dicen desde el grupo de la vicepresidenta.
En horas bajas
A Sáenz de Santamaría no se le ve en su mejor momento. En Onda Cero apareció esta misma semana con un tono gris, nada elocuente, apagado. “Estoy a lo que disponga el director de campaña”, respondió al ser preguntada sobre si se siente preterida en estas fechas electorales. Medio Gobierno le culpa de la caída de Soria, cuando apareció en ‘El Mundo’ una información muy peculiar sobre fondos ocultos del exministro fuera de España. “Fue la venganza de Soraya, se la tenía jurada por el lío del reparto de concesiones de las TDT”, comentaban sin ambages ni disumulos. El propio afectado la señaló ostensiblemente con el dedo ante quien le preguntaba sobre esta cuestión.
Su obsesión con los medios, su trato deferente hacia los grupos de comunicación, su estrecha relación con algunos altos mandos de este sector, situaban a Sáenz de Santamaría en la ‘pole’ de la posible sucesión. “El presidente del Gobierno me ha dado mucha seguridad a la hora de afrontar las cosas con una perspectiva muy serena y reflexiva”, dijo hace unos días en “La Vanguardia”, uno de sus medios favoritos.
No viven sus momentos mejores ni Sáenz de Santamaría ni García-Margallo, cuentan las fuentes de Vozpópuli, conocedoras del estado anímico del presidente
No viven sus momentos mejores ni Sáenz de Santamaría ni García-Margallo, cuentan las fuentes de Vozpópuli, conocedoras del estado anímico del presidente. Si todo sale bien, si Rajoy permanece en su puesto, la vicepresidenta seguirá junto a él, añaden. Hace falta una trabajadora eficaz e infatigable como ella. Para entonces tendrá las garras limadas. Margallo aspira a la vicepresidencia económica, quizás con argumentos menos sólidos y mucho más evanescentes de lo que él mismo piensa. “Esos dos no pueden trabajar juntos”, se comenta.
Tras la formación de un futuro Gobierno, se acometerá la reforma en profundidad del partido. El PP está destrozado por los escándalos de la corrupción. Alberto Núñez Feijóo, podría regresar a Madrid si le va mal en el frente gallego. Incluso se le ha mencionado como futuro presidente del PP. Rajoy en Moncloa y él mismo en Génova, al estilo vasco. Aumentan las voces, sin embargo, que se inclinan por Fernando Maíllo como el perfil perfecto para sustituir a la actual secretaria general. Número tres de la formación, alejado de los embrollos de Bárcenas, la Gürtel, la Púnica, en suma, la corrupción, y sin ambiciones estrambóticas de relevancia personal. Rajoy ha descubierto su valía en estos meses de intenso trabajo electoral. Ha puesto el partido en sus manos, comentan estas fuentes.
Si todo se tuerce, si las fuerzas de la izquierda se hacen con la Moncloa tras el 26-J, todo habrá terminado. Será entonces la hora de la verdad. La de hablar en serio del relevo de Rajoy. Y será entonces cuando emergerán nombres como los de Pablo Casado, aznarista y rajoyista, curiosa virtud, la propia Cifuentes y hasta un ahora desdibujado Alfonso Alonso, otro ‘sorayista’ de pro. Nadie habla ahora de eso. Especulaciones de pasillos, charletas para ocupar estos tiempos de incertidumbre. Rajoy es indiscutido e indiscutible. El 27-J, todo puede ocurrir. Será esa ya otra historia. Quizás sin Soraya y sin Margallo.