La Canciller alemana está planteando dar el pasaporte al Fondo de Rescate (FSEF) que no cuenta aún con un año de vida, y sustituirlo por un nuevo vehículo híbrido, en el que también las entidades privadas se hicieran cargo del coste.
El motivo de pasar a mejor vida el FSEF es que empezaba a ser visto con zozobra por Alemania. No en vano, estaba destinado a ser una mole dotada de más de un billón de euros, acompañado de una quita de la deuda griega a los inversores privados superior al 50%, lo cual afecta directamente a la banca germana. Por supuesto, la principal economía de la UE es el principal aportador al fondo.
Berlín teme que los recursos del FSEF acaben por golpear su calificación soberana (una triple A monda y lironda). De esta manera, según ha podido saber Vozpópuli, la canciller germana planea crear un nuevo vehículo de rescate, a través de un Programa de Inversión Público-Privada a semejanza del engendrado en EE UU en 2008, cuando estalló, primero, la crisis ‘subprime’ y luego todo lo demás.
“Hay mucha inconcreción”, comentan fuentes comunitarias al respecto. “Se habla de algo novedoso, con la participación de los emergentes, empezando por China, y también del FMI”.
Ideado por la gran banca
El llamado “Plan Geithner” –sí, Timothy Geithner, el secretario del Tesoro que hace un mes aterrizó en Europa y advirtió a la UE de los “riesgos catastróficos” si no se relanzaba la economía- fue, en verdad, una invención de la gran banca estadounidense, esa que necesitó ser rescatada.
La realidad es que fue el Tesoro el que contribuyó a financiar con un 92% dicho programa, lo que lo aleja del “Banco Malo” creado en Suecia durante la crisis inmobiliaria de los noventa. Se trata de un organismo donde las entidades emplazan sus activos tóxicos, para después sacarlos a subasta. El concurso, naturalmente, queda desvirtuado dada la enorme financiación pública que recibe el activo indeseado. No pocos economistas hablan de despilfarro.
Para muchos, Europa también ha despilfarrado a base de recapitalizar a la banca y rescatar países. Por eso Merkel, al parecer, ha acogido la idea del Programa Público-Privado con razonable cautela. Las fuentes citadas anteriormente revelan que la gobernanta alemana, de materializar esta idea, aumentaría la responsabilidad de la parte privada. Merkel lo concibe como un fondo capaz de absorber tanto la deuda pública soberana que corroe al Viejo Continente como los activos inmobiliarios, que afectan a periféricos como España e Irlanda.
"Tienen que reducirse las necesidades de capitalización bancaria y los balances del sistema financiero europeo”, opina el economista Alejandro Inurrieta, crítico con la utilidad del Fondo de Estabilidad primigenio. “Lo que está claro es que la banca no va a prestar dinero en las condiciones actuales, y, si eso no ocurre, Europa se muere”. Lucifer está en los detalles, y entre un banco malo y un fondo de estabilidad, o entre una capitalización y una quita, hay un mundo de distancia.