El Ministerio del Interior y las fuerzas de seguridad no tienen, al menos de momento, motivos que le lleven a desconfiar de los Mossos d’Esquadra y que justificarían una intervención de la policía catalana por parte del Gobierno. Según trasladan a Vozpópuli diversas fuentes de la Seguridad del Estado, no preocupa la actuación de los Mossos de cara a las próximas semanas. Más bien al contrario, afirman que la relación atraviesa por un periodo de colaboración fluida.
“Que la colaboración con los Mossos es fluida es un hecho y que ellos no están dispuestos a no hacer otra cosa que ser policías, también”, indican estas fuentes para quienes "la relación es buena". La sensación es recíproca. Un alto mando operativo -no político- de los Mossos d’Esquadra describe a este periódico la relación con el Ministerio como “excelente”.
Este miércoles el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, afirmó en una entrevista para el El Confidencial que contempla para Cataluña “todos los escenarios, desde la Ley de Seguridad Nacional hasta el 155”. Casi al mismo tiempo, desde Cádiz, el ministro Grande Marlaska opinaba en la misma línea, pero pedía mesura. “No hay que ser alarmistas. Este Gobierno analiza las situaciones en Cataluña, en Andalucía y en Madrid”, dijo ante los medios de comunicación.
Las reuniones con los Mossos son continuas. Tanto en Madrid como en Barcelona. Solo en lo que tiene que ver con el análisis de la amenaza terrorista se producen encuentros periódicos semanales a los que asisten mandos de los servicios de Información y se abordan cuestiones sensibles. Paralelamente hay también reuniones extraordinarias y contactos no presenciales casi diarios, “al menos en momentos específicos”.
En el marco de esta relación fluida con los Mossos se valoró y se decidió recientemente el envío de cientos de policías antidisturbios a Cataluña para proteger edificios oficiales del Estado. Las próximas semanas se espera un aumento en la tensión, especialmente tras la sentencia contra los líderes del procés. Esa será una buena vara de medir la actitud de los Mossos a la hora de confirmar o poner en duda la confianza. Esta semana se ha producido un movimiento importante con la dimisión de su director general, Andreu Martínez, quien achacó su salida a la falta de sintonía con el presidente de la Generalitat, Joaquim Torra.
Los CDR contra los Mossos el 1-O
Aunque en el Cuerpo se sabía desde hacía días, la dimisión se oficializó el día antes del aniversario del 1-O cuando los CDR (Comités para la Defensa de la República) tenían programados numerosos actos de protesta en todo el territorio de Cataluña. Para esa fecha, la Brimo de los Mossos d’Esquadra (antidisturbios) se desplegaron e impidieron las acciones de los radicales. En los alrededores de la Delegación de Gobierno de Gerona, los concentrados profirieron gritos a los mossos como “no us mereixeu la senyera que porteu” (“No os merecéis la senyera que lleváis”).
La cuestión de la seguridad ciudadana en esa comunidad autónoma es competencia exclusiva de los Mossos, pero eso no ha impedido que colaboren con la Policía Nacional en despliegues como la operación Draga contra carteristas en el Metro de Barcelona. La previsión es que haya más iniciativas conjuntas en los próximos meses. Fuentes policiales conocedoras de esos trabajos coinciden en que la relación entre cuerpos goza de buena salud.
La operación Judas de la Guardia Civil sacudió el escenario la semana pasada con el arresto de los nueve miembros de los CDR en Cataluña. El Instituto Armado organizó el operativo en la más absoluta discreción, pero eso no impidió que solicitasen la colaboración de los Mossos para garantizar el orden público durante los registros.
La Operación Judas
Estos arrestos soliviantaron al independentismo y encendieron los mensajes de la Generalitat. Tres días después había dos reuniones ya programadas en Madrid con presencia de Mossos y la Guardia Civil, una por la mañana y otra por la tarde. Pese al 'ruido' exterior, la primera se desarrolló con normalidad en un tono de cordialidad, según fuentes conocedoras del encuentro. Para la de la tarde, la Delegación de Gobierno convocó a los medios gráficos para que tomasen fotografías, pero los Mossos pidieron aplazar el encuentro.
Fuentes de Interior creen que la decisión partía de sus superiores y que tenía por objeto evitar la foto de los Mossos junto a la Guardia Civil. Esa misma tarde, la Audiencia Nacional había decidido el ingreso en prisión de siete de los detenidos. Otras fuentes achacan el repentino plantón a que en el Cuerpo acababan de conocer en ese momento la dimisión de su director general.
Han pasado cuatro meses desde el nombramiento de Eduard Sallent como máximo cargo uniformado de los Mossos. Aquella fue una decisión inesperada adoptada por el conseller de Interior Miquel Buch, nombrado a su vez por el presidente Joaquim Torra. La escasa experiencia del mando -fue designado el mismo día que ascendió a comisario- y un pasado vinculado a Convergencia provocaron recelo, tanto en Madrid como en la cúpula de los Mossos, donde hay comisarios con más preparación para el puesto.
Eduard Sallent
Sin embargo, Sallent no ha dado muestras de desconfianza, según las fuentes consultadas. Este verano la Generalitat patrocinó y dio voz a unas publicaciones en prensa que ponían en cuestión el papel del CNI antes de los atentados de Barcelona. Entre otras cosas, se publicó que los servicios de inteligencia escuchaban los móviles de los asesinos de La Rambla hasta cinco días antes de la matanza.
En una entrevista concedida a La Vanguardia, Sallent tiró por tierra estas informaciones que en la Generalitat ya habían comenzado a usar como arma arrojadiza en favor de la causa soberanista. “La colaboración (del CNI) con nosotros fue absoluta. Los Mossos sabemos perfectamente cómo se produjo el atentado porque llevamos la investigación y nada de lo que se ha especulado estos días queda acreditado en nuestras investigaciones”, zanjó.
Al menos en la introducción de Sallent en Interior jugó un papel clave el comisario Ferrán López, a quien el Gobierno de Mariano Rajoy le encargó suceder al major José Luis Trapero durante el 155. López se ganó la confianza del Ministerio de José Ignacio Zoido sin dejar de defender la gestión de su exjefe durante el referéndum de Cataluña. Durante el juicio del procés en el Tribunal Supremo, Ferrán López llegó a desmentir al mando único del 1-O, el coronel de la guardia civil Pérez de los Cobos.
El coordinador único había sido además el director del Gabinete Técnico de la Secretaría de Estado desde el mandato de Rubalcaba hasta la llegada de Grande Marlaska, que optó por un policía, José Antonio Rodríguez. Se trata de un puesto clave en la relación con los Mossos. De los Cobos y Trapero protagonizaron en la recta final de su relación profesional un enfrentamiento mutuo que ambos escenificaron en los tribunales.