España

La muerte dulce de las cabinas telefónicas: el fin de una era con alguna reliquia en la España rural

Estas terminales fueron indispensables en la vida diaria de los españoles, pero la llegada de los teléfonos domésticos les condenaron al ostracismo y, posteriormente, a su desaparición oficial

Las cabinas telefónicas forman parte para siempre del imaginario popular español. Desde 1928, cuando se instaló la primera de ellas en El Retiro de Madrid, se convirtieron en una herramienta útil para conectar a los ciudadanos entre sí. Fue el primer teléfono público que existió, aunque el concepto que todos conocemos de teléfono público en una cabina no nació hasta la década de los sesenta.

Su despliegue a nivel nacional hizo que en los años 90 ya hubiese más de 42.000 cabinas, llegando a haber 80.000 en su máximo apogeo. La propagación de las líneas telefónicas en los hogares hizo que su uso se redujese a casos puntuales -como llamar a casa o para tener una conversación sin oyentes indiscretos-, pero fueron los móviles los que asestaron el golpe de gracia. A principios del año 2000, estos dispositivos pasaron a convertirse, año tras año, en meras reliquias de un pasado cercano.

Para poner en contexto el desuso de las cabinas, en la España de 2020 tan solo había un 12% de españoles que habían utilizado alguna vez una según la CNMC, mientras que en España se registraba una media de 0,17 llamadas diarias. Según cifras de la Comunidad de Madrid, tan solo se hacía una llamada semanal desde alguno de los terminales disponibles. Sin duda, la transformación tecnológica del país terminó de enviar al ostracismo casi por completo a estos míticos aparatos.

Con 14.000 terminales en España, muchas de ellas utilizadas para colocar carteles, acumular basura o ser víctimas de los grafiteros, el Gobierno decidió en 2022 poner fin a su 'tortura'. Aquel momento dio paso a un proceso de desmantelamiento de casi dos años que ha terminado en junio de este 2024.

Dos cabinas telefónicas que desaparecieron en 2017.

Desde verano, estos dispositivos han desaparecido del paisaje urbano de nuestro país. Con la llegada de la Ley General de Telecomunicaciones en el último trimestre de 2022, en la que se excluían las cabinas como servicio básico, Telefónica, hasta ese momento encargada del mantenimiento de la red, elaboró una estrategia para quitarlas todas.

Según fuentes del sector, las únicas que quedan en pie son aquellas que algunos pueblos han decidido mantener bajo su propio presupuesto. La empresa de telecomunicaciones las ha cedido de manera gratuita.

Lo cierto es que ninguna cabina se utiliza ya para realizar llamadas, aunque sí son una bonita forma de viajar a una época mucho más analógica. En pueblos como Matapozuelos, en Valladolid, tan solo queda la estructura, mantenida a petición del ayuntamiento de la localidad para darle un uso como punto de intercambio de libros. En el caso de Villanueva de Duero, también en la provincia, el terminal sigue presente, aunque de manera inactiva. En Galapagar (Madrid) incluso se han recuperado para convertirse en puntos Wifi gratuitos.

Por otro lado, algunas de las cabinas retiradas se han conservado -las que lucían un mejor aspecto- y se encuentran almacenadas para darles usos 'históricos', como préstamos para series y películas. Al fin y al cabo, el cine está repleto de escenas con estos dispositivos como protagonistas, de hecho, la única cabina que queda en pie en Madrid es un homenaje a 'La cabina', la primera película e ficción española, con Antonio Mercero y José Luis López Vázquez a la cabeza, en ganar un Emmy

Nuestro caso no es único. Nueva York terminó su proceso de desmantelamiento de cabinas en 2022, dejando tan solo cuatro a modo de homenaje a un servicio otrora clave. Aunque si hay unas cabinas míticas, estas son las de Londres, que se han conservado por su valor histórico y turístico, aunque ya no se utilizan para realizar llamadas, sino como punto de intercambio de libros o, puntualmente, para usos publicitarios.

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