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Sarkozy promete establecer el servicio militar obligatorio para los 'ninis' franceses

El expresidente francés se acerca hacia las posturas del Frente Nacional en materia migratoria en algunas de sus promesas electorales, como la de endurecer el acceso a la nacionalidad para los nacidos en Francia de padres extranjeros o un nuevo Schengen solo para comunitarios.

  • El expresidente conservador francés Nicolas Sarkozy saluda a sus simpatizantes tras una reunión en la sede de su partido Los Republicanos (LR) en París.

Nicolas Sarkozy ha iniciado su andadura hacia el Palacio del Elíseo y para ello el líder conservador francés ya piensa en una serie de medidas en el caso de que alcance la presidencia. Entre las propuestas de Sarkozy para su retorno al poder en Francia, el expresidente propone restablecer un servicio militar obligatorio, aunque dirigido hacia los jóvenes de 18 a 25 años que ni estudien ni trabajen, los llamados "ninis". Además, Sarkozy ha asegurado que en el caos de ganar las elecciones reformará los tratados de Schengen para acabar, entre otras cosas, con la libre circulación de los extracomunitarios en el interior de la Unión Europea.

Estas son algunas de sus promesas como candidato a las primarias de su partido, Los Republicanos, divulgadas este martes por la prensa en vísperas de la publicación de su libro-programa Tout pour la France (Todo por Francia), en el que confirma su intención de "reducir drásticamente" el número de inmigrantes que entran cada año a Francia. Sarkozy, que este lunes formalizó su candidatura, insiste en que si consigue ser presidente en mayo de 2017, Francia propondrá "un Schengen II que reafirmará el principio de la libre circulación dentro de la Unión para los ciudadanos comunitarios, pero no para los extracomunitarios". Eso se justifica por su propósito de poner fin a la inmigración económica "durante el próximo quinquenio" y restringir las condiciones para el reagrupamiento familiar de inmigrantes.

Francia propondrá "un Schengen II que reafirmará el principio de la libre circulación dentro de la Unión para los ciudadanos comunitarios, pero no para los extracomunitarios", propone Sarkozy

En paralelo, pretende pasar de la lógica de la integración de los inmigrantes a "un nuevo pacto de asimilación", endurecer el acceso a la nacionalidad para los nacidos en Francia de padres extranjeros, quienes, entre otras cosas, tendrán que justificar que sus padres entraron en Francia legalmente. También aumentar de cinco a diez años el periodo de residencia necesario para pretender ser francés. 

Sobre la polémica en torno al islam en Francia, el todavía presidente de Los Republicanos, que dejará este puesto en los próximos días para consagrarse a la campaña, considera que "no ha hecho el trabajo necesario e inevitable de integración". Su objetivo es "organizar el islam" en Francia y eso pasa por el hecho de que los imanes sean habilitados por el Ministerio del Interior y que su formación esté "estrictamente regulada" para que se garantice que hablan francés y "conocen las grandes reglas" republicanas. 

Un aspecto polémico de su programa es poner fin a la semana laboral de 35 horas, que se resistió a suprimir en los cinco años en que estuvo en el Elíseo

En la lucha antiterrorista, "la primera de las prioridades" de Sarkozy plantea internar "en un centro de retención cerrado" o someter a control con una pulsera electrónica a toda persona fichada por los servicios secretos y "susceptible de constituir una amenaza para la seguridad nacional". En cuanto a los extranjeros sospechosos de terrorismo, aboga por "su expulsión inmediata". 

El que fuera presidente francés entre 2007 y 2012, hasta que perdió frente al socialista François Hollande, apuesta en el terreno económico por un choque fiscal desde 2017 que pasaría, entre otras cosas, por una rebaja del 10% del impuesto sobre la renta, la supresión del impuesto sobre la fortuna y de los derechos de sucesión hasta 400.000 euros. Para compensar la disminución de los ingresos fiscales, prevé disminuir el gasto público en 100.000 millones de euros con la eliminación de 300.000 funcionarios. Otro aspecto polémico de su programa es poner fin a la semana laboral de 35 horas, que se resistió a suprimir en los cinco años en que estuvo en el Elíseo. Ahora defiende que "no habrá una duración única del trabajo semanal" sino que cada empresa fije libremente el calendario, aunque se determinará a partir de qué momento se abonarán horas extraordinarias.

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