El historiador Manuel Aguilera Povedano revela en su ensayo "El oro de Mussolini" el alcance de la Operación Schulmeister, que, a iniciativa de la República para lograr la retirada del apoyo de Hitler y Mussolini al bando franquista, se planteó la cesión de territorios como Baleares, Canarias o el Marruecos español.
En 1937, tras un año de guerra civil, el Gobierno de la República activó la llamada Operación Schulmeister con el objetivo de lograr la retirada de la ayuda de la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini al bando nacional a cambio de la cesión de territorios.
En una entrevista con EFE, Aguilera manifiesta que "El Oro de Mussolini" (Arzalia Ediciones) nació en un archivo de la Universidad de Stanford en 2005, donde encontró las actas de la Operación Schulmeister: "Eran unas cien hojas manuscritas con un nivel de detalle sorprendente sobre las reuniones entre espías republicanos y fascistas".
Como mallorquín, el historiador no pudo evitar escandalizarse y entonces decidió buscar otras pruebas, un trabajo que le ha llevado diecisiete años.
Asegura Aguilera que "no se había conocido este episodio inédito de la Guerra Civil española porque apenas hay rastro en los archivos; era un tema tan delicado que mucha documentación se destruyó".
De hecho, recuerda, solo dos autores, Javier Tusell y Ángel Viñas, habían hecho "pequeñas referencias sobre el tema", pero "no fueron más allá ni le dieron la importancia que merecía".
En 1950, la exministra republicana Federica Montseny señaló en una carta que "aún es demasiado pronto para escribir toda la historia" y pidió guardar el secreto por la gravedad del asunto. "Yo creo que ya sí se puede contar toda la historia", añade Aguilera.
El historiador mallorquín piensa que hubo "muchas posibilidades" de que España hubiera perdido esos territorios, "si (el presidente del Gobierno) Largo Caballero hubiera llegado a un acuerdo con Hitler y Mussolini".
Estos tres territorios eran "los que estaban encima de la mesa del Consejo de Ministros", sin embargo, "hubo algunos obstáculos externos, sobre todo la presión del Reino Unido y hechos como la derrota italiana en Guadalajara y el bombardeo de Gernika".
Entre la documentación inédita que aporta, Aguilera destaca cuatro documentos: la negociación completa de la Operación Schulmeister, la confesión de Montseny sobre la cesión de Canarias y Baleares, la propuesta de cesión de Cartagena y Mahón a los ingleses y el plan secreto italiano de compra de fincas privadas en Mallorca.
A pesar de la posterior oposición de Franco a la enajenación de Mallorca, Mussolini compró la tercera finca en extensión de la isla con el fin de colonizarla y de establecer una cabeza de puente para el futuro.
"Mussolini quería dominar el Mediterráneo; en el oeste se fijó sobre todo en Túnez y en las Baleares. Se estaba preparando para una guerra contra Francia y con las islas podía bloquear el tráfico de su enemigo con sus colonias en África, y además, le serviría de plataforma para atacar Gibraltar y controlar la entrada al Mediterráneo", explica el autor.
El líder fascista italiano compró la tercera mayor finca de Mallorca para llevar a sus emigrantes y crear "un centro de italianidad" que se reprodujera con los años, "siguiendo el modelo de penetración colonial que llevaba años aplicando en Túnez".
En Palma, los italianos tenían un laboratorio fotográfico que usaban también para temas personales; "convirtieron Son Sant Joan en su principal base aérea, pues estaba cerca de Palma, y la arboleda les permitía esconder los aviones en unos terrenos que ahora ocupa el aeropuerto de Palma"; y la bandera italiana ondeaba con el mismo tamaño que la española en el centro político de la ciudad.
El autor piensa que "Mussolini compró más fincas y empresas en Mallorca; y puede que alguna siga perteneciendo al Estado Italiano", pero es consciente de que "seguir un entramado de empresas pantalla y testaferros no es nada fácil, y justo es el sistema que usan los corruptos hoy en día".
Ante estos movimientos, Franco firmó tratados con Alemania e Italia de "máximo respeto a la integridad territorial de España" pues "como nacionalista exaltado, no estaba dispuesto a ceder territorio, y la ayuda militar de Hitler y Mussolini la estuvo pagando con créditos bancarios y ventajas económicas y comerciales hasta 1967".
Respecto a Hitler, añade, "Alemania siempre estuvo dispuesta a negociar; se reunieron en París, Bruselas, Estocolmo y Estrasburgo, y esta actitud revela que les importaban más los intereses nacionales propios que la ideología".
En cuanto a Francia y Gran Bretaña, señala el historiador que estaban "totalmente escandalizados y nunca lo hubieran permitido" y en la práctica los británicos llenaron las islas de espías y exigieron constantemente a Mussolini el abandono de las Baleares y el respeto de todo el territorio español.
Tras este libro, Aguilera esta realizando junto con el historiador catalán Gonzalo Berger un ensayo sobre la Batalla de Mallorca de agosto de 1936.
NormaDin
Yo le quitaría importancia al hecho de que el dañino Largo Caballero planteara entelequias con finalidad muy contraria a la integridad territorial de España, puesto que este personaje ya había conseguido infligir un daño irreparable a los españoles al sembrar y abonar, con éxito, una guerra civil más que lesiva. A este tipo el conspirador Mola le recogió el guante y luego [Largo Caballero] quiso ser más leninista que el mismísimo Stalin, quien jugaba con dos barajas y le paró en seco, dando paso a alguien con más neuronas (Negrin), también abocado al fracaso bélico, dejando al pairo a los resistentes republicanos.
NormaDin
Son hechos históricos irrelevantes. La dirección de la guerra apenas estaba definida por el gobierno republicano de Largo Caballero, eran planes completamente irreales a cargo de personas poco capacitadas para aquel empeño, con ambos archipiélagos ocupados por el ejército de Franco -a excepción de Menorca- y con una dinámica bélica muy enconada. Por si fuera poco, con el financiero Juan March volcado hacia el bando franquista.
Talleyrand
Si esto es cierto, con el tiempo se acabara santificando a Franco como estadista ante la basura de sus oponentes. Vivir para ver. A ver si se abre la veda en la ley de secretos oficiales y se limita su tiempo a unmaximo de 30 años. Mas que suficiente para retratar a las "figuras historicas" que nos han gobernado. Cuanto mas sabemos del pasado mas vergüenza de la versión oficial.