Durante mucho tiempo se les llamó exiliados. Pero el término que mejor los define es transterrados. Transterrados por el terrorismo de ETA. Sobre ellos, sobre las miles de personas que tuvieron que marcharse del País Vasco, versa el seminario que celebra estos días en Vitoria la Fundación Fernando Buesa junto al Instituto de Historia Social Valentín de Foronda.
Transterrar significa, según la RAE, "expulsar a alguien de un territorio, generalmente por motivos políticos". Fueron muchos los periodistas, jueces, profesores universitarios, policías, empresarios o políticos que tuvieron que marcharse del País Vasco para no ser hostigados, secuestrados o asesinados por la organización terrorista y/o para no soportar una realidad social opresiva para los no nacionalistas.
La cantidad de personas que tuvieron que cambiar de vida, perdiendo sus raíces y alejándose de sus familias, parece incontable. Literalmente incontable. Porque si algo quedó claro en la primera jornada del seminario "Transterrados. Dejar Euskadi por el terrorismo", celebrada este lunes, es que ahora mismo resulta casi imposible saber cuántos tuvieron que vivir algo así. Y si fuera posible saberlo, las autoridades no parecen estar por tal labor.
El silencio institucional
La segunda conclusión de este primer día del citado seminario entronca con la anterior y se llama abandono. Al escuchar a los organizadores Sara Buesa y José María Portillo, que enfocaron la cuestión con emotivas intervenciones, al periodista José Antonio Zarzalejos, que pronunció una aplaudidísima conferencia inaugural, al historiador Antonio Rivera, que intervino desde el público, a los profesores universitarios Ofa Bezunartea y Virginia Mayordomo, que se refirieron precisamente a lo difícil que es cuantificar a los afectados y contaron sus propias experiencias de exilio, o al ertzaina Teo Santos, que reclamó incluir a los transterrados en la Ley vasca de Víctimas, quedó claro el clamoroso olvido de las instituciones sobre esta cuestión.
En estos diez años sin asesinatos ni el Gobierno central ni el Ejecutivo vasco se han preocupado de contabilizar y ayudar a estos afectados por el terrorismo que paradójicamente no tienen condición de víctimas
Voces variopintas que coincidían en denunciar una misma carencia. El propio Zarzalejos, el exdelegado del Gobierno en el País Vasco Jesús Loza o el profesor Rafael Leonisio hicieron hincapié precisamente en la ausencia de estudios públicos que cuenten y clasifiquen a las personas que tuvieron que marcharse de Euskadi. El único intento serio data de 2011, cuando el lehendakari era Patxi López y cuando ETA estaba a punto de dejar sus atentados. La antes citada Virginia Mayordomo, una de las autoras de dicho documento, explicó que solo pudieron elaborar un estudio preliminar.
La realidad es que con la vuelta del PNV al poder el tema volvió al mismo cajón de siempre. Tanto en el País Vasco como en el resto de España. Es objetivo que en estos diez años sin asesinatos ni el Gobierno central ni el Ejecutivo vasco se han preocupado de contabilizar y ayudar a estos afectados por el terrorismo que paradójicamente no tienen condición de víctimas. Silencio institucional para ellos.
No hay una cifra oficial sobre los transterrados por ETA. Pero las diferentes aproximaciones en diversas disciplinas apuntan a una cantidad que no sería menor de cincuenta mil personas y que podría llegar o incluso superar la doscientas mil
Así las cosas, no hay una cifra oficial sobre los transterrados por ETA. Pero las diferentes aproximaciones en diversas disciplinas apuntan a una cantidad que no sería menor de cincuenta mil personas y que podría llegar o incluso superar la doscientas mil. Al respecto, el profesor Leonisio afirmó que "se han dado diferentes cifras de transterrados, pero ninguna de ellas es fiable vista la disparidad de las mismas". Precisamente por ello, "se hace necesaria una amplia investigación que ahonde en esta difícil cuestión que es necesario saber como sociedad".
Muchos engrosaron ese improbable listado de transterrados. Sean cuantos sean, la verdad es que pocos de ellos han regresado a su comunidad. Entre otras cosas porque, como señaló Zarzalejos en la inauguración, todavía nadie les ha pedido que vuelvan.