Pedro Sánchez va dando pasos hacia una nueva investidura. Tras firmar y hacer público el acuerdo con Sumar, el líder del PSOE y presidente del Gobierno en funciones convocó un Comité Federal del partido socialista para preguntar a las bases si están de acuerdo con dicho pacto. Sin embargo, en este juego de máscaras constante de Sánchez, se ha obviado el tema de la amnistía.
La pregunta ha sido: "¿Apoyas el acuerdo para formar un gobierno con Sumar y lograr el apoyo de otras formaciones políticas para alcanzar la mayoría necesaria?". Dicha consulta durará una semana y podrá votarse de forma telemática y también presencialmente el próximo sábado 4 de noviembre en todas las sedes del PSOE a lo largo del país.
Los diferentes líderes autonómicos convocados han acudido a Ferraz para asistir al Comité Federal, el cual ha abierto Pedro Sánchez con su discurso. Entre los más críticos, como siempre, ha estado Emiliano García-Page, quien ha cuestionado lo liviana y poco concisa de la pregunta planteada a la militancia.
Ya han pasado tres semanas desde que el Rey encargara a Sánchez buscar apoyos para ser investido, los nervios siguen instalados en Moncloa. Y en el PSOE. Tanto, que se vieron obligados a organizar la parafernalia con Yolanda Díaz para provocar una suerte de efecto cascada que mueva al resto de socios de Sánchez. Especialmente a Puigdemont.
Aunque, por supuesto, también a ERC, al PNV y al resto de aliados de la mayoría de estos últimos cuatro años. Poco a poco, Sánchez ha roto cada uno de los plazos que se puso en el calendario para explicar la amnistía, que no deja de ser otra cosa que su llave para permanecer a los mandos del país.
En septiembre, el aparato de persuasión del Ejecutivo se escudaba en que era el momento de Alberto Núñez Feijóo y, por tanto, no era oportuno enfocarse en la medida de gracia, porque removía al Partido Socialista. Era el tiempo de Felipe González y Alfonso Guerra estallando contra Sánchez, quien para evitar que se hablara de la amnistía eludió participar en el debate de investidura del líder del PP.
Las patadas al balón Luego, en Nueva York, durante el plenario de las Naciones Unidas, el presidente advirtió de que en cuanto recibiera el encargo del Rey para someterse a la confianza de los diputados abordaría "con total franqueza" su postura sobre la negociación con Junts y el resto de partidos independentistas. Después, Sánchez volvió a dar una patada al balón con la ronda de encuentros con los portavoces en el Congreso. Dijo que una vez concluyera fijaría su postura ante la amnistía y sobre la negociación.
La ronda empezó el 9 de octubre y finalizó el 13 sin dar explicación alguna. Tras entrevistarse con todos los responsables de los grupos parlamentarios, excepto Vox, el presidente designó una comisión negociadora que, supuestamente, iba a ser la encargada de seguir conversando en aras de recabar los apoyos necesarios. Pero esa comisión es un mero fuego de artificio: abierta a más personas de las que de verdad están en el ajo.
Fuentes socialistas de alto nivel, además, apuntan a que Sánchez sigue sin poner fecha para la investidura porque no quiere presionar a Junts.
El presidente en funciones cree que podría llevarles a reventar la negociación. "No ponemos fecha, lo pueden percibir como una pistola", sintetizan en Moncloa. El núcleo duro del presidente sigue vendiendo optimismo. Y, por supuesto, "discreción". El PSOE lleva semanas sin ofrecer ruedas de prensa. El apagón informativo sigue vigente.