Pedro Sánchez usará el Congreso Federal de noviembre para acallar el creciente ruido interno en el seno del PSOE. El secretario general de los socialistas se toma el cónclave de Sevilla como una reedición de su competición con la expresidenta de Andalucía Susana Díaz en 2017. Aunque, en esta ocasión, no haya cristalizado un rival con el que pelear en unas primarias, las fuentes consultadas en el partido aseguran que el líder socialista, que será reelegido por aclamación, solo busca cortar de raíz la sensación de cuestionamiento interno que se ha instalado desde que suscribió un pacto fiscal con Cataluña.
El propio presidente, en un corrillo informal con periodistas el pasado 12 de octubre, dijo que el congreso va ser muy importante desde el punto de vista de la orientación política y que habrá renovación discursiva. Sánchez está dispuesto a metamorfosear el partido una vez más para que se asiente en los principios políticos en los que se sustenta él para gobernar: alianzas con el independentismo y aceptación de las contrapartidas necesarias para ostentar el poder.
Quizá, como comentan las fuentes consultadas, aún no hay una némesis que contrarreste el hiperliderazgo del 'gran jefe', porque hace mucho frío fuera del Gobierno central. El Ejecutivo se ha convertido en un refugio para multitud de cuadros socialistas. Y eso es, precisamente, a lo que se agarran. "Nadie muerde la mano que da de comer", sintetiza un socialista con dos décadas de cargos dentro del partido.
La corriente política que representa Sánchez en la historia del PSOE tiene un pensamiento distinto al de la generación de Felipe González. Hay mandos hoy en día que han desacralizado la Transición. "¿Qué pacto constitucional? Hay una Constitución, hay un marco normativo que hay que respetar, como no puede ser de otro modo. Pero no hay ningún pacto. Si hablamos de pacto constitucional, pues mira, Alianza Popular no votó el título octavo. O sea, la organización territorial del Estado", justifica un veterano socialista.
Esa idea está ya grabada en el ADN de toda una generación que dirige el PSOE. "Y las Juventudes, verás, porque ahí el cuestionamiento se dirige al Rey", sintentiza otra fuente socialista. Sánchez, por tanto, está surfeando una ola de cuestionamiento de la vieja usanza que le permite, en cierta manera, tomar decisiones que pueden comprometer la idea de Estado o de país que dominó al PSOE ya en el poder tras la muerte de Franco. Eso explica que para Sánchez los pactos con el independentismo no sean un chantaje inadmisible, sino una oportunidad de tener el poder si se negocia con ellos.
La guerra con los barones
En verdad, Sánchez está preocupado, porque vislumbra el Congreso Federal más convulso desde que dirige el partido. Y todo porque se ha impuesto a varias federaciones que pretendían adelantar sus propios congresos autonómicos para llegar al gran cónclave con sus liderazgos ya resueltos. Pero el líder lo ha impedido. El actual aparato socialista quiere colocar en algunos territorios a sus particulares delfines.
La planta noble de Ferraz está promoviendo candidaturas alternativas en territorios como Madrid. Fuentes de esa planta admiten la contienda interna en la federación más problemática de España. Y algunas direcciones señaladas, en conversación con este diario, lanzan un aviso al jefe: "Está débil para meterse en líos". Los cargos socialistas huelen sangre en Moncloa y lo van a aprovechar. Sánchez está en el centro de una tormenta perfecta; asediado por los escándalos que le rodean en Moncloa.
El runrún de cambios ya atraviesa al partido. Sánchez guarda en secreto los retoques que hará, pero se dan casi por descontados. Por el momento, todo son meras especulaciones. Se comenta que puede afectar a los rostros de la comunicación del PSOE, como la portavoz de la ejecutiva, Esther Peña, quien no habría terminado de cuajar como esperaba el presidente. O a su colega en el Congreso de los Diputados, Patxi López. También cotiza al alza la salida del secretario de organización, Santos Cerdán, donde suena el secretario de Estado de Telecomunicaciones, Antonio Hernando. Pero solo el presidente sabe qué piezas moverá.
En cualquier caso, en el PSOE esperan que Sánchez acompase los cambios en el organigrama socialista con el (o los) retoque(s) en Moncloa que se producirán con la salida de la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, rumbo a Bruselas, donde se incorporará en el gabinete comunitario de la conservadora alemana Ursula von der Leyen. Sánchez asegura que su idea es que el cambio sea "solo Teresa". Pero Moncloa también se prepara para cambios de calado.
Este jueves se reunió el comité organizador del Congreso Federal en Ferraz, que revisó los puntos clave de la organización y estableció las próximas fases a seguir, entre ellas la ponencia marco que se enviará a las provincias el próximo día 25 de octubre.
La cita estuvo presidida por la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, vicesecretaria general del PSOE y coordinadora adjunta, María Jesús Montero y por el secretario de organización y coordinador general, Santos Cerdán. Al encuentro también acudieron el resto de miembros del comité: la portavoz, Esther Peña, y los vocales Juan Francisco Serrano, Ana María Fuentes, Francisco Salazar, Enma López, Ion Antolín y Eladio Garzón.