El PSOE teme a los partidos emergentes. La estrategia de estas semanas de Pedro Sánchez es una llamada al voto útil, un grito que dice que el cambio pasa por los socialistas o no existe, que el sistema es binario y solo acepta dos opciones, la suya y el PP. Una línea de discurso constante en los mítines del candidato.
“La única garantía de cambio es el PSOE y no votar al PSOE significa regalar el voto al presidente del paro, de la desigualdad y de la corrupción, que es Rajoy. Así que a votar todos al PSOE”, gritó el candidato socialista en La Coruña, la parada del día de la caravana socialista que fue recibida, como es costumbre, entre los gritos habituales de “presidente, presidente”.
El debate, del que Sánchez no salió bien parado según la mayor parte de los análisis, evidenció que Podemos busca votos entre los socialistas. Es una de las batallas electorales más claras, cómo se va a dividir el progresismo. El reparto de escaños entre ambas formaciones no es una cuestión baladí, y por eso Sánchez ataca a Pablo Iglesias, del que piensa que puede terminar entregando el Gobierno, de nuevo, a Mariano Rajoy.
"Sentíos orgullosos del PSOE, sacad la raza que tenéis dentro y vamos a ganar las elecciones", proclamó el candidato socialista
“Está encantado de ser elegido presidente del Gobierno con los votos del PSOE, pero si el PSOE necesita los votos de Podemos, que no cuente con ellos; con esto, Iglesias demuestra que si ama algo por encima de cualquier otra cosa es a sí mismo”, proclamó Sánchez, con cierto enfado después de que su rival dijese tras el debate que Sánchez “ha quedado fuera de la carrera electoral”.
El voto del miedo también está en el argumentario de los socialistas contra la formación emergente y para ello llevan al debate las consecuencias que ha tenido en Grecia el mandato de Alexis Tsipras: “Rescate, corralito, privatizaciones y subida del IVA al 23 por ciento”.
Uno de los problemas que tiene en la campaña el PSOE es la sangría de votos que se espera entre su electorado tradicional. Incluso el más fiel votante socialista parece en duda, lo que les coloca en las encuestas alrededor de los 80 escaños, una fuerte caída desde los 110 que ahora tienen y que ya de por sí representa uno de los mínimos históricos de la formación. Sánchez apela a esos indecisos recordando lo que fue el PSOE, partido hegemónico y responsable, en su opinión, de las mayores transformaciones del país. “Sentíos orgullosos del PSOE. Sacad la raza que tenéis dentro y vamos a ganar las elecciones. Que no nos den lecciones, ninguna lección", proclamó antes de nombrar a Felipe González, a José Luis Rodríguez Zapatero, la ley del aborto o la de dependencia.
"Las dos derechas"
No se olvida Sánchez de Ciudadanos, pues es con la formación de Albert Rivera con la que se disputa la segunda plaza en estos comicios. Quedar por encima o por debajo, más allá de la cifra de escaños en la que eso se traduzca, es importante. El sorpasso de los emergentes sería catastrófico para el secretario general de los socialistas. Contra Rivera el argumento es siempre el mismo: en realidad no es muy distinto a Rajoy.
A estas alturas de campaña ya se sabe bien que Sánchez habla de “las derechas” para englobar en el mismo término al partido del Gobierno y a Ciudadanos. “La suma de las derechas son las restas de los derechos que los españoles necesitan recuperar los próximos cuatro años”, pronuncia Sánchez para marcar la línea entre los dos partidos. El objetivo, por más que diga que aspira a la primera plaza, es más bien no perder la plata en esta carrera. Su conclusión, con todo lo dicho, es siempre la misma: “Solo el PSOE puede traer el cambio”.
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