Era el momento de dirigirse a los ciudadanos y pedir el voto para las elecciones del 20 de diciembre. Los tres candidatos y la vicepresidenta debían condensar en un minuto exacto y ante millones de espectadores el mensaje de toda una campaña. El éxito en televisión radica en conectar con la gente y para ello, no hay nada mejor que apelar a las emociones. Es algo que los grandes oradores a lo largo de la historia conocían bien.
La convicción, los gestos, el tono de voz, deben estar medidos al milímetro. Pero, tras dos horas de combate dialéctico, el cansancio podía jugar una mala pasada a los candidatos. No cabía margen de error y era el momento de apelar al pathos del votante. La autenticidad, la concisión, la estructura y la historia que contasen con sus palabras debía servir para cautivar a un electorado con un alto porcentaje de indecisos.
Pedro Sánchez
El líder del Partido Socialista fue el primero en dirigirse a los espectadores y dedicó su alegato final a pedir el voto para el cambio; para que Mariano Rajoy no siga al frente del Gobierno. Pero matizaba: "Algunos cambios pueden llevar a perpetuar a Mariano". En línea con el mensaje que ha venido repitiendo durante la campaña, Pedro Sánchez animó a los ciudadanos a recuperar el pacto entre generaciones y pidió el voto para restablecer la cadena de solidaridad "que la derecha quiere romper". En su última frase, animó a "recuperar lo que nos han quitado" y terminaba sus palabras con la misma idea que comenzaba su intervención: que el PSOE es "el único partido que puede garantizar el cambio".
Soraya Sáenz de Santamaría
La vicepresidenta del Gobierno, muy curtida en ruedas de prensa durante toda esta legislatura, era la segunda en dirigirse a los ciudadanos tras haber plantado cara al resto de candidatos. Saénz de Santamaría comenzó su discurso con la palabra "España. Eso es lo que se decide en estas elecciones", dijo, para apelar a continuación a la fortaleza a la unidad y al coraje de los españoles. Pero en su último minuto también mencionó palabras como igualdad, ley, empleo, pensiones, jóvenes y futuro. Del Partido Popular argumentó que tiene "proyecto, equipo y experiencia" y habló de devolver el esfuerzo a los ciudadanos. Aunque no mencionó de manera expresa el término recuperación, sí que recordó que "hemos hecho lo más difícil en el momento más complicado".
Albert Rivera
El líder de Ciudadanos aprovechó su último turno de palabra para apelar a reformar y mejorar nuestra democracia y pidió para ello un voto masivo. En su discurso también instó a acordarse de los antepasados, "de todos aquellos que sufrieron y lucharon". Entre sus palabras se deslizaron el bienestar, el mercado, Europa y las libertades. Pero no olvidó hacer referencia también a la nueva etapa política que se avecina con palabras como transición o cambio. En sus últimas frases, Albert Rivera apeló a la ilusión, a las convicciones, a vencer al miedo y confió en que "la esperanza será más fuerte que la resignación".
Pablo Iglesias
El azar hizo que el líder de Podemos tuviera la oportunidad de poner punto y final al debate. Su mensaje fue muy directo, pero se dividió en dos partes: primero la indignación y después la sonrisa. Durante los primeros treinta segundos pidió a los electores que no olviden a la hora de votar casos como el de "las tarjetas black, la trama Púnica, la trama Gürtel, el SMS de Rajoy a Bárcenas, los ERE de Andalucía, las preferentes, los desahucios, las listas de espera en Sanidad, los recortes en Educación, la modificación del artículo 135 de la Constitución o la Reforma Laboral". Pero, a continuación, Pablo Iglesias pidió sonreír. Sonreír "al 15-M, a las plazas, a Ada Colau, a los trabajadores autónomos, a los pequeños empresarios, a los que se levantan a las 6 de la mañana, a las madres y a los abuelos". Y con el puño en el pecho, como cierre del debate, terminó aludiendo al lema más repetido por su partido; sonrían, que "sí se puede".
Condensar en sesenta segundos el mensaje de toda la campaña supuso que cada formación política optase por una estrategia diferente a la hora de construir el discurso, aunque coincidieran en varios puntos como la esperanza y el cambio. El Partido Popular se mantuvo fiel a su mensaje de unidad y experiencia, mientras que Ciudadanos optó por la regeneración. El PSOE se decantó por nombrarse como el único capaz de cambiar las cosas y Podemos dibujó con las palabras el camino que les llevó hasta donde están. ¿Quién fue el más convincente? Las urnas lo dirán.