El 4-M tiene unos ganadores y unos perdedores que todo el mundo reconoce. Pierde Pedro Sánchez porque el batacazo es monumental, porque ya no son segunda fuerza y porque Moncloa diseñó la desastrosa campaña de Ángel Gabilondo. Pierde Inés Arrimadas porque su estrategia de mociones de censura junto al PSOE pretendía salvar a Ciudadanos y solo ha acelerado su destrucción. Y pierde Pablo Iglesias porque intentó reanimar a la izquierda y consiguió movilizar masivamente a la derecha. Pero la arrolladora victoria de Isabel Díaz Ayuso también deja otros dos perdedores que en un país serio quedarían sentenciados, de manera que no podrían continuar en sus cargos públicos: José Félix Tezanos y Fernando Grande-Marlaska.
El director del CIS y el ministro del Interior deben abandonar sus cargos motu proprio por vergüenza. O deben ser destituidos por el presidente del Gobierno. La suerte de ambos, claro, es que las instituciones están tan degradadas en España que es posible que sigan en sus puestos como si nada hubiera pasado. Pero la realidad es que, además del gran triunfo de Ayuso, que provoca un terremoto en la política española, en esta campaña del 4-M han ocurrido cosas sencillamente inconcebibles. Cosas que, más allá del resultado, no pueden arrumbarse en el cajón del olvido.
Lo de Tezanos no resulta novedoso pero en esta ocasión ha llegado al paroxismo. Ya no tiene nombre. La utilización del CIS para servir los intereses electorales del PSOE es tan palmaria que hasta los politólogos más a la izquierda llevan tiempo pidiendo su salida porque se está cargando el prestigio del principal organismo demoscópico en España, tan respetado antes de su llegada. En este 4-M el CIS de Tezanos (increíble y revelador que una institución así tenga apellido) ha fallado estrepitosamente. Pronosticó un empate entre la derecha y la izquierda. En realidad, PP y Vox han aventajado en 20 escaños a PSOE, Más Madrid y Podemos. Tampoco el barómetro supo medir la pujanza del partido de Errejón que sí detectaron varias empresas dedicadas a las encuestas.
La magnitud del seísmo es tan fuerte y la velocidad de los acontecimientos en la cosa pública es tanta en estos tiempos frenéticos que corremos el peligro de olvidar comportamientos inaceptables. Tezanos y Marlaska no pueden seguir ni un minuto más
Además, en la jornada de reflexión conocimos un artículo de Tezanos, décadas de militancia lo contemplan, que arremetía contra Ayuso y hablaba de los votos "tabernarios" en clara alusión a hosteleros y clientes. Sólo por publicar esas líneas debería dejar su cargo de inmediato. Es libre de pensar así, por supuesto, aunque extraordinariamente deje fuera de las tabernas a los votantes de izquierdas como él mismo, pero no es lógico ni presentable que lo haga público desde la presidencia del CIS.
La burda utilización política del Ministerio del Interior tampoco es nueva. Ni en esta legislatura ni en el pasado, claro. El cese de Pérez de los Cobos perseguirá siempre a un ministro como Marlaska que ya tendría que haber dimitido por cómo una sentencia desnudó su comportamiento. Pero lo sucedido durante la campaña de las elecciones madrileñas también ha sobrepasado cualquier límite. Ya saben de lo que hablo. Porque es obvio que la publicación de esas amenazas de muerte con balas pretendía influir en las urnas.
Cuando Rocío Monasterio, de Vox, no fue clara en su condena de los hechos, Interior redobló la apuesta publicando las amenazas a la ministra Reyes Maroto, que protagonizó una imagen ya icónica al hacer campaña con aquella fotografía de la navaja ensangrentada. Lamentable. Pero al mismo tiempo el Ministerio dirigido por Marlaska ocultó (o al menos no publicó) las detenciones de personajes contratados por Podemos por los disturbios relacionados con un mitin de Vox en Vallecas. Esa doble vara de medir es tan obscena como partidista. Inhabilita a este ministro ya de por sí inhabilitado políticamente por el caso de Pérez de los Cobos.
La magnitud del seísmo es tan fuerte y la velocidad de los acontecimientos en la cosa pública es tanta en estos tiempos frenéticos que corremos el peligro de olvidar comportamientos inaceptables. Tezanos y Marlaska no pueden seguir ni un minuto más. Por pura decencia. Algunos objetarán con razón que el verdadero responsable de estos comportamientos es Sánchez, pero al menos él ganó en las urnas y tiene el beneplácito de los electores. Sus mamporreros, no.