La cacería del lado socialista del Gobierno contra el titular de Consumo, Alberto Garzón, se recrudece aún más. Los morados acusan al PSOE de incumplir el pacto de funcionamiento de la coalición por facilitar la comparecencia de su ministro. El cabreo en el cuartel general de Podemos es mayúsculo. Y, por eso, no van a retirar su propia petición de comparecencia de la ministra socialista de Transición Ecológica, Teresa Ribera.
Y es que los de Ione Belarra buscan que Ribera y el resto de ministros socialistas asuman la contradicción que supone renegar de las declaraciones de Garzón y, a la vez, apoyar los planes contra las macrogranjas en el marco de la Agenda 2030 y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Es más, altos cargos morados comentan en privado que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, debería quitarse el pin ODS que luce en su americana por el zafarrancho de combate contra Garzón.
Podemos se agarra al punto ocho del protocolo de funcionamiento del acuerdo de coalición, que deja por escrito el compromiso de ambos socios de darse apoyo parlamentario y de respaldar en el Congreso al Gobierno y a cada uno de los ministerios. Y altos cargos morados no entienden precisamente como apoyo que el PSOE diera luz verde en la Mesa a la admisión a trámite de dos solicitudes de la oposición (PP y Vox) para que Garzón dé explicaciones ante los diputados.
Guerra total
No obstante, ese movimiento de los socialistas no implica necesariamente que el titular de Consumo termine compareciendo en la Cámara, sino únicamente que se debatirá en la Mesa, donde PSOE y Podemos tienen mayoría. Fuentes socialistas consultadas por Vozpópuli se limitan a explicar que su cometido es "apoyar el Gobierno" en el Congreso.
Eso sí, en Podemos no temen que los torpedos parlamentarios entre socios afecten a la tramitación parlamentaria de los proyectos legislativos del Gobierno, como la reforma laboral cuyo recorrido en la Cámara Baja está estancado. Pero la tensión sigue siendo extrema y este martes fue el titular de Agricultura, el socialista Luis Planas, quien volvió a tachar de desafortunadas las declaraciones de Garzón. Los morados se revolvieron y lanzaron una campaña de desprestigio contra el titular de Agricultura.
Podemos, de momento, ya ha enseñado los dientes al PSOE. Los de Ione Belarra exigen a su socio que frene en el Congreso todas las iniciativas contra Garzón. Es más, Podemos acusa a su socio de entregarse a los brazos del "bulo" sobre su ministro. Las direcciones de ambos grupos mantienen conversaciones para llegar a buen término el pacto de no agresión. Mientras, suben los decibelios.
Después de la reunión de la Junta de Portavoces de este martes en el Congreso, el diputado morado Javier Sánchez cargó contra el PSOE: "Parece que ha bajado los brazos frente a la política del bulo. El Congreso tiene que poner pie en pared con lo que significan la mentira y los bulos y que se acepten solamente iniciativas parlamentarias que se basen en hechos".
El PSOE, enciscado
Las fuentes consultadas por este diario en el entorno de Podemos apuntan a que la cúpula del partido espera que la polémica sobre la producción de carne se diluya con el paso de los días, aunque observan con preocupación que el PSOE, lejos de bajarse del carro, siga disparando al titular de Consumo y a todo el espacio morado del Gobierno por cuestiones electoralistas.
En verdad, Podemos teme la dimensión de la pelea con su socio. Como adelantó este diario, en el cuartel general de Francisco Villaespesa hay alarma por las consecuencias políticas y electorales del fuego cruzado. Destacados dirigentes de la formación admiten en privado que las peleas con el PSOE están lastrando sus proyecciones electorales justo cuando queda poco más de un mes para los comicios autonómicos en Castilla y León.
Podemos vuelve a pedir lealtad a su socio. El propio portavoz en el Congreso, Pablo Echenique, recordó que los suyos arroparon a los ministros socialistas que sufrieron campañas de difamación. El problema es que los socialistas se juegan mucho en Castilla y León. Un batacazo supondría un revés considerable para el presidente y para el aparato del partido, aupado a los mandos de la estrategia del Gobierno.