España

El PSOE congela el acuerdo con el Gobierno sobre corrupción por miedo al auge de Podemos

La organización de Pablo Iglesias perjudica, sobre todo, al PSOE, que puede quedar hecho jirones en la próxima legislatura. Esta es la tesis del sociólogo de cabecera de Mariano Rajoy y ha sido ‘comprada’ por Pedro Sánchez en el entierro del acuerdo contra la corrupción que estaba negociando con el Gobierno.

La marca Podemos y su líder, Pablo Iglesias, ha empezado a gravitar de forma determinante sobre las decisiones de envergadura que está tomando el PSOE. Después de varias semanas conversando con el Gobierno sobre las medidas que pueden contribuir a combatir la corrupción, Pedro Sánchez ha decidido congelar cualquier posibilidad de acuerdo después de saltar el escándalo de las ‘tarjetas negras’ de Caja Madrid y de conocerse la extensión de la ‘operación Púnica’, que ha dejado al PP madrileño en cueros. Los socialistas han presentado en solitario una batería de iniciativas de “regeneración democrática” y han vuelto a situar la corrupción en el núcleo de su ofensiva política contra Mariano Rajoy.

La tesis de Arriola es que Podemos debilita, sobre todo, al PSOE porque fragmenta el espacio de la izquierda

¿Qué ha llevado a Pedro Sánchez a descartar cualquier tipo de acuerdo de esta naturaleza con el Gobierno? Fuentes socialistas apuntan, como primer motivo, la presión electoral que ha empezado a ejercer Podemos en las filas socialistas.  “El partido ha comprado de algún modo la ‘doctrina Arriola’ en el sentido de que somos los que más tenemos que perder en este ciclo electoral si aparecemos vinculados al PP en cualquier tipo de pacto”, aseguran. El sociólogo de cabecera de Rajoy lleva defendiendo desde la irrupción de Pablo Iglesias en las pasadas elecciones europeas que su organización perjudica, sobre todo, al PSOE y beneficia al PP, ya que los socialistas pueden quedar muy debilitados en la próxima legislatura al verse seriamente fragmentado el bloque de la izquierda.

La excepción, el problema catalán

Después de haber ‘comprado’ esta doctrina, el equipo de Pedro Sánchez se ha vuelto alérgico a cualquier tipo de componenda con el Gobierno, pues tiene miedo a que se interprete por buena parte de la opinión pública en clave de “casta”. La única excepción sigue siendo el problema catalán. Desde el primer momento en que se vio aupado a la secretaría general, Sánchez aceptó en este caso la herencia de Alfredo Pérez Rubalcaba, defendió la reforma constitucional como única vía para salir airoso del contencioso que le sigue enfrentando al PSC y prometió a Mariano Rajoy que se comportaría de manera leal sin salirse del guión. De momento, admite un ministro, ha sido así. Para ello, el líder socialista ha tenido que moverse en el alambre, atento a las distintas sensibilidades que los barones de su partido tienen sobre Cataluña y, al mismo tiempo, pendiente de no contaminar todavía más la relación con Miquel Iceta, primer secretario del PSC.

En la ruptura de la negociación que el equipo de Pedro Sánchez venía manteniendo con el Gobierno desde el pasado septiembre para alcanzar un acuerdo contra la corrupción, han influido también los dirigentes regionales del PSOE. En buena lógica, a quienes más les interesa en estos momentos un pacto de esta naturaleza es a la andaluza Susana Díaz, castigada por varios escándalos que amenazan con llegar hasta su despacho en el Palacio de San Telmo, y al madrileño Tomás Gómez, protagonista de muchas fotografías con su sucesor en el ayuntamiento madrileño de Parla, José María Fraile, detenido por la Guardia Civil en la ‘operación Púnica’. El resto de los barones ha expresado sus reticencias a sellar un pacto con el PP sobre corrupción porque observan que, convenientemente utilizados en la campaña electoral de las municipales y autonómicas de mayo, los escándalos que acaban de conocerse pueden beneficiar a los candidatos socialistas. De cualquier modo, advierten en la dirección del PSOE, si la voluntad de Susana Díaz a favor del acuerdo hubiera sido clara, Sánchez no habría dado marcha atrás.

Pleno monográfico sobre corrupción

En este clima de confusión e intereses cruzados, y arrastrado por una iniciativa más temprana de Izquierda Unida, el Grupo Socialista reclamó este martes en el Congreso un pleno monográfico sobre corrupción que tenga a Mariano Rajoy como primer protagonista. El rechazo del PP ha sido automático, tanto como la discrepancia que dentro del propio Grupo Socialista despierta la iniciativa. Lo más probable es que salgan más escándalos en las próximas semanas y meses, por lo que la celebración ahora del pleno quedaría desfasada y se convertiría, en todo caso, en una gresca dominada por el “y tú, más” que, probablemente, enriquecería la bolsa de votos de Podemos, admiten fuentes de los dos grandes partidos.

El Gobierno iniciará una ronda de contactos con otros partidos de la oposición para no legislar contra la corrupción en solitario

Después de romper con el PSOE, el PP ha decidido abrir una ronda de contactos con el resto de los grupos políticos para verse acompañado en la tramitación de las leyes anticorrupción que registrará en breve. Las medidas presentadas por los socialistas modifican el Código Penal para endurecer las penas, la ley de Contratos del sector público para incluir nuevas conductas delictivas e introducen mayor transparencia en la financiación de los partidos, además de aumentar los controles sobre altos cargos.

El enfado con Pedro Sánchez en la dirección del PP es visible. “Echamos de menos a Rubalcaba porque, además de respetar mejor su palabra, tenía más sentido de Estado”, concluyen en el partido que apoya al Gobierno.

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