Podemos culminó esta semana su particular obsesión: que se sepa alto y claro que Yolanda Díaz es Podemos y viceversa. La vicepresidenta segunda está a punto de arrancar su proceso de escucha, en pausa por la crisis de la guerra en Ucrania, y los morados han decidido fundirse con el calor de la 'dama roja' hasta el punto de intentar ser indistinguibles aunque haya notables diferencias.
La plana mayor morada, salvo la secretaria general Ione Belarra, cubrió este jueves a Yolanda Díaz bajo su manto durante la presentación de la biografía de la titular de Trabajo escrita por los periodistas Manuel Sánchez y Alexis Romero. El mensaje era claro: Yolanda es nuestra y votar por ella es votar por Podemos pese a que la marca esté gastada y herida casi de muerte tras años de purgas internas y errores estratégicos.
Podemos sabe que sus siglas se encaminan a su fin. Pero en el núcleo morado hay un orgullo de pertenencia muy fuerte y no sienta nada bien dinamitar el partido para construir desde cero la plataforma con la que, previsiblemente, Yolanda Díaz intentará disputar La Moncloa. Y ahí está el gran problema. Disputar el Palacio de Invierno obliga a la vicepresidenta segunda a hablar a oídos distintos. Es decir, ser transversal a la hora de captar votantes.
La sombra de Iglesias
No por casualidad, en el equipo de Yolanda Díaz existe el convencimiento de que la única forma de ganar músculo es saliéndose del marco morado, aunque tiene casi imposible repetir el éxito del primer Podemos. El 15-M fue un vitamínico que llevó al partido hasta los 69 diputados gracias a su promesa de regeneración y aire fresco para la política española, pero la entrada en el Gobierno ha terminado erosionado las expectativas que ellos mismos crearon. Por eso ahora, conscientes de que Yolanda Díaz es su salvavidas en mitad del océano, la reivindican como una forma de continuar el legado del exlíder Pablo Iglesias.
Precisamente fue Iglesias quien se apresuró este martes a advertir a la izquierda de que el liderazgo de Yolanda Díaz existe gracias a Podemos, que la supuesta nueva estrella política de la izquierda es producto de la llegada al Gobierno de los morados que tanto empeño puso Iglesias. En definitiva, el exlíder del partido sacó pecho por el ADN morado que quiere seguir viendo en gobiernos de izquierda con el PSOE. Y eso que el presidente del Gobierno borró a Podemos de su boca cuando planteó las dos opciones de mando en España: o PP y Vox o PSOE y el "espacio que representa Yolanda".
En verdad, Iglesias señala a lo que denomina "la progresía mediática" por alentar que "Yolanda Díaz está bien, pero Podemos no". En plata: según Iglesias algunos medios de comunicación, alentados por intereses contrarios a Podemos, están propiciando una división entre Díaz y el partido para sacar fuera de la ecuación gubernamental a los principales dirigentes de Podemos. Eso sí, es la propia titular de Trabajo quien pone distancia, consciente de que la marca Podemos está en horas bajas, y quien recuerda que los liderazgos los construye la gente y no un partido.
Podemos como problema
Si algo refleja la encuesta de Hamalgama Métrica que publicó este diario el lunes es que una inmensa mayoría de españoles no ve con buenos ojos que Unidas Podemos esté en el Ejecutivo. Lo cierto es que en los casi dos meses que han transcurrido desde que la guerra en Ucrania avivara el fuego de la crisis, los morados se han tragado varios sapos que han abierto el debate en algunos socios del Ejecutivo sobre la utilidad de Podemos en Moncloa.
Eso sí, Unidas Podemos no saldrá de Moncloa, sobre todo por 'proteger' el liderazgo de Yolanda Díaz, como ya avanzó este diario. Y es que los morados no se pueden permitir reventar el gran altavoz mediático de su principal activo. El Gobierno es el mejor escaparate. Y eso que las fricciones entre Díaz y la cúpula de Podemos por el papel de sus principales miembros en la futura plataforma política de la titular de Trabajo continúan larvándose de manera soterrada.
Y eso que el jueves se produjo un sorprendente acto de sincronía entre la ministra de Igualdad, Irene Montero, y Yolanda Díaz. La responsable de acción de Gobierno de Podemos siguió el criterio de la vicepresidenta segunda: “Los liderazgos los decide la ciudadanía”. La obsesión es no mostrar ni un atisbo de división interna ni de mal rollo. Mientras, se sucede una disputa de poder alrededor de la 'dama roja'.