Era una oportunidad única en su primera visita a La Moncloa, pero el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, la desaprovechó. No tenía que besar la bandera de España ni simular patriotismo, sino mostrarse simplemente como el líder de un partido de la oposición dispuesto a defender la unidad y la integridad territorial del país ante el reto de los separatistas catalanes, el mayor ataque a la democracia. No lo hizo y quedó retratado.
"No perdí nada por haber tenido esta conversación" con Iglesias, fue la manera que tuvo el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, de confirmar que Podemos queda a partir de ahora en fuera de juego, que no contará para el Ejecutivo en el momento de la verdad, en el de cerrar filas, en el de hacer país, en el de impedir que los independentistas liquiden la convivencia.
Rajoy optó por recibir al secretario general de Podemos incluso rectificando en apenas 24 horas, después de negarse a ello por la postura favorable de la formación morada a la autodeterminación. Pero fue un intento en vano, porque Iglesias confirmó los pronósticos y no modificó lo más mínimo su discurso: mantiene su apuesta por celebrar un referéndum de secesión a partir de una reforma constitucional que, según dice, sólo sería posible si su partido llega a La Moncloa tras las elecciones del 20-D.
Esta negativa de Iglesias a unir fuerzas con los partidos que están a favor de una alianza de demócratas le cierra puertas y le aleja de futuros pactos de Gobierno. Si no es capaz de arrimar el hombro en lo esencial, difícilmente lo hará en otras cuestiones en las que deba estar a la altura.
Iglesias se ha pegado un tiro en el pie en el escenario que exigía mayor responsabilidad de Estado
Encadenando caídas en las encuestas y con una acusada imagen de desgaste, Iglesias dejó pasar en esta cita una ocasión única para remontar el vuelo y espantar el fantasma de un posible relevo en la dirección de Podemos tras un mal resultado del 20-D.
Precisamente, el futuro del actual secretario general no sólo pasa por las urnas, sino por el papel que puede desempeñar Podemos en las negociaciones entre partidos para la formación de gobierno. Y aquí Iglesias se ha pegado este viernes un tiro en el pie. Lo ha hecho, además, en el escenario menos idóneo, el que exigía mayor responsabilidad de Estado por parte de quien aspira a tomar las riendas de España.
En la rueda de prensa ofrecida tras la entrevista con Rajoy, el secretario general de Podemos acusó al jefe del Ejecutivo y a los líderes de PSOE y C's de "inmovilismo" y de permanecer "bunkerizados" ante la cuestión catalana. Sin embargo, se da la circunstancia de que ni el Gobierno ha sido inmovilista convocando al propio Iglesias a la Moncloa, ni cuando el presidente ha abierto la puerta a entablar conversaciones con Convergència siempre y cuando retire su moción independentista del Parlament.
En la comparecencia para hacer balance de los contactos mantenidos hasta la fecha, Rajoy dijo que no se negaría a reunirse con ninguna fuerza política, ni siquiera CDC. Aunque recalcó que "el único sentido que tendría tal encuentro sería pedirles que cejaran en su empeño secesionista". Tampoco el PSOE puede ser acusado de inmovilismo cuando su secretario general, Pedro Sánchez, también se ha mostrado dispuesto a dialogar si gana las elecciones. Por su parte, el partido de Albert Rivera también ha hecho público su empeño en trabajar para "convencer al 47% de los catalanes, de que es mejor seguir en España", pero con una línea roja, insalvable: "La democracia no se negocia".
En cambio, la mano abierta que tiende Iglesias a los independentistas no queda sólo en convencerlos de que es "mejor seguir juntos que separados", como suele afirmar él mismo en su doble discurso, sino que también les sirve en bandeja la posibilidad de realizar una consulta separatista. Una concesión que choca directamente con la legislación vigente, con la Constitución.
Una autoexclusión para próximos pasos conjuntos
Por todo ello, Rajoy confesó en público y en privado que no cuenta con la formación morada para futuras acciones. Al propio secretario general de Podemos reconoció en la conversación del sofá que con tales planteamientos no puede contar con ellos. Luego en rueda de prensa, el jefe del Ejecutivo señaló que estaba satisfecho con la "mayoría de interlocutores" porque habían evidenciado que "nos une la defensa de la unidad, la soberanía nacional y la igualdad". No utilizó Rajoy el término 'unanimidad', puesto que Podemos se había autoexcluido para próximos pasos conjuntos. "No formaremos parte de frentes antisecesión", había repetido Iglesias.
"Lo corriente del hombre es la tendencia a creer verdadero cuanto le reporta alguna utilidad. Por eso hay tantos hombres dispuestos a comulgar con ruedas de molino", se dice en la obra Juan de Mairena (de Antonio Machado) que Iglesias regaló a Rajoy. También el candidato de Podemos a la Presidencia está dispuesto a comulgar con la rueda del soberanismo, y lo peor, por un puñado de votos.