Podemos ha recibido el giro moderado de Pablo Casado durante la moción de censura de Vox con palpable preocupación. Su plan pasa por mover ficha de inmediato para que esta situación acabe cuanto antes. Pablo Iglesias sabe que el PSOE está agitado y que desde los territorios sube la tensión. Los barones socialistas y algunos ministros quieren volver al viejo esquema y romper con los morados. El miedo a nuevas convergencias con un PP moderado y Ciudadanos asusta a Podemos. Así que el líder morado quiere que Casado no mantenga su estrategia moderada durante mucho tiempo.
“A Pablo le conviene un PP echado al monte”, comenta un miembro de Podemos. La clave es que Casado recule pronto y vuelva a un enfrentamiento directo contra el Gobierno de coalición, admiten en Podemos. “Desde luego, a Sánchez [el giro de Casado] le rompe la estrategia que ha marcado con Podemos”, afirmaban fuentes de los morados en conversación con Vozpópuli, que reconocen que la prioridad del partido morado es impedir la construcción de nuevas convergencias al centro del PSOE.
"En definitiva, el problema es que a Pedro ya no le haga falta Pablo", asumen en Podemos, donde, por otro lado, admiten: “Para Casado ha estado bien salirse del rincón de la extrema derecha y disputar el voto con el PSOE”. En esa misma línea se expresaba un dirigente histórico de la formación: "Las bases están recalentadas y enfriarlas llevará tiempo. Pero si el PP no se autonomiza, quedará como la derecha corrupta, y tanto Vox como Ciudadanos pillan. Salirse del abrazo de Colón y concertar es arriesgado pero es la única estrategia que le dará paz para limpiar sus culpas, y prepararse no para 2023, sino 2027".
“Vaya cambio de panorama”, comentaba otro dirigente del partido, mientras que otros intentaban rebajar la tensión: “Esto le va a durar dos días a Casado”.
Miedo a nuevas convergencias
El giro de Casado, que rompió con Vox y lanzó una ofensiva al voto moderado, puede complicar los planes del Gobierno de coalición, admiten fuentes de Podemos. Sobre todo la acción de Iglesias, que depende de los equilibrios internos en el propio partido socialista y donde el vicepresidente segundo necesita frenar las tentaciones de importantes sectores del PSOE (sobre todo de los barones, pero también los ministros económicos) para prescindir de su apoyo.
De ahí que los morados relanzarán cuanto antes su estrategia de la tensión (al igual que en mayo), sea contra los jueces, la Monarquía o la negociación presupuestaria. En la jornada de ayer, por ejemplo, en los chats internos de los militantes el partido relanzaba su ataque a la Monarquía, aunque centraba los vídeos para la difusión en redes sobre el fracaso de la moción de Vox.
Lo esencial, reconocen fuentes de Podemos, es empujar al PP fuera de todo tipo de encuentro con Sánchez, más aún durante el debate para la renovación del Consejo General del Poder Judicial. En el actual esquema político, para Sánchez no queda más remedio que buscar el apoyo de Podemos. Pero si el PP se aleja de Vox y Ciudadanos mantiene su línea de acercamiento, "puede llegar el día que Sánchez puede elegir entre Pablo y los otros".
Iglesias jugó esta carta durante su discurso parlamentario del jueves. Tendió la mano al PP. Llegó a alabar el discurso de Casado, esperando agitar las críticas de la derecha contra él. Pero le dijo que “llegaba tarde”. Esperó así estar bloqueando todo tipo de salida hacia el centro del PP. A Casado, sin embargo, no le tembló la mano y lanzó otros mandobles al líder morado.
En general, el discurso de Casado sorprendió a los morados, que no se esperaban un ataque tan contundente contra Abascal. Aun así, el discurso de Iglesias no convenció a todos sus cuadros. Algunos criticaron el estilo de su líder (“esto se parece a un sermón”), a la vez que explicaban que el pacto con Sánchez consistía en lanzar por delante a Iglesias para “hacerle el juego sucio al PSOE”, pero esbozaban la posibilidad de que tampoco los socialistas se hubieran quedado satisfechos.
Miedo a una nueva centralidad
Podemos goza de una centralidad jamás alcanzada en el Gobierno, y su éxito depende de la capacidad de mantener a Sánchez en el grupo de la mayoría de investidura (con ERC y otros nacionalistas). Si el PSOE se mueve hacia el centro, tal y como piden por ejemplo ministros como Nadia Calviño, las campanas doblarán para Iglesias. Concretamente, después de la aprobación presupuestaria, cuando varios sectores del Ejecutivo vaticinan la apertura de una "nueva agenda" política.
Ante la magnitud del giro del PP, Sánchez lanzó su oferta para volver a pactar la renovación del Consejo General del Poder Judicial. El grupo parlamentario de Podemos, que ignoraba por completo el anuncio de Sánchez, evitó comentar la noticia. El no comment oficial sonó a ansiedad, aunque los de Iglesias intentaron frenar las especulaciones que apuntaban a que no había sido pactado con su socio.
El primer paso de Casado fue, por su parte, volver a hablar de negociación con los socialistas para renovar el CGPJ, pero sin Podemos en la ecuación. “Está claro que el PP sabe dónde pegar”, expresaba un miembro del partido morado durante la jornada parlamentaria. A la vez que tanto sobre Casado como sobre el destino del Gobierno de Sánchez e Iglesias empieza a manifestarse con fuerza la sombra de Bruselas.