Podemos se enfrenta a una nueva crisis interna nada más comenzar la campaña electoral para el 10-N. El pistoletazo de salida lo dio el pasado miércoles Adelante Andalucía, concretamente la coportavoz, Ángela Aguilera, quien abogó por concurrir a los comicios con una lista propia, desligada de la matriz nacional. Plantea crear un grupo propio en el Congreso, para gestionar más fondos. Pablo Iglesias confía en que IU, todavía fuerte en la región, se convierta en el dique de contención de una maniobra que, al menos en teoría, no cuenta con el respaldo de Teresa Rodríguez.
Los dirigentes de IU, afines a Antonio Maíllo y Toni Valero, constituyen la pieza clave para el intento de opa que algunos de Podemos Andalucía quieren lanzar contra la cúpula de Madrid. Después de que Vozpópuli publicara que segmentos de Unidas Podemos reflexionan sobre la fuerza electoral de Iglesias, que ven a la baja, empezó lo que de momento es un pequeño 'incendio' interno, pero que amenaza con extenderse.
La cúpula madrileña de Podemos espera que los de IU mantengan el pacto con los morados. Y de momento según las fuentes moradas consultadas “no hay peligro”. Rebajan el movimiento de Aguilera a una reflexión “personal”, aunque ella asegura tener el respaldo de Izquierda Andalucista y Primavera Andaluza, dos familias de Podemos Andalucía.
Grupo propio en el Congreso y dinero
En opinión de Aguilera, la candidatura propia en Andalucía serviría, entre otras cosas, para aspirar a tener un grupo propio en el Congreso. "Andalucía necesita un grupo potente de andaluces representados en Madrid para defender sus intereses", ha abundado este miércoles para recalcar que "reclamamos el derecho del pueblo andaluz a tener protagonismo en Madrid". Eso significa, además de tener más iniciativa parlamentaria, gestionar fondos propios en la Cámara baja.
En las últimas elecciones generales, Unidas Podemos logró nueve escaños en el Congreso de los diputados. Es decir, que aportó el 21% de los escaños del grupo parlamentario. Y cabe señalar que para tener un equipo propio de diputados una formación debe contar con cinco parlamentarios y un 15% de los votos correspondiente a las circunscripciones donde se haya presentado candidatura. El pasado 28 de abril, Unidas Podemos alcanzó un 14,25% de votos.
Ataque en Vistalegre III
En ese esquema destaca el papel fundamental de Enrique Santiago. El líder de los comunistas en IU es quien de momento ofrece más garantías para blindar el intente con Podemos. Alberto Garzón, candidato por Málaga en las generales del 28 de abril, también estaría a favor de seguir apostando por Unidas Podemos, aunque en Podemos comentan que el protagonista del 'pacto de los botellines' teme perder su escaño.
Ante la amenaza de lo que puede parecer como una escisión andaluza, algunos dirigentes de la órbita morada sostienen que la sangre no llegará al río. Entre otras cosas, apuntan, debido al interés de Teresa Rodríguez y su compañero José María González Santos (Kichi) en dar la batalla por el liderazgo del partido. Es decir, que si Rodríguez y Kichi rompen hoy con Iglesias, mañana no podrán intentar darle el relevo en un congreso de Vistalegre III.
Lo cierto es que, nada más arrancar la campaña electoral, Podemos empieza a sufrir sacudidas internas. Toda esa tensión preocupa y no poco a Iglesias, quien sabe que el partido morado se encuentra en una muy difícil situación interna. En varias regiones, además de Andalucía, crece el número de críticos. Por ejemplo, en Asturias, además de Cataluña y Comunitat Valenciana, donde también juega el factor de la polarización por el nacionalismo y el soberanismo.
Algunos miembros del partido se quejan de que, si la coyuntura ya es complicada de por sí, esos amagos de ruptura entre el centro y la periferia pueden acabar complicando la vida al partido que quiso representar las expectativas de cambio del 15-M, y que en campaña electoral prevé recuperar ese “espíritu”. Por ello, la tentación de la cúpula es centrar sus esfuerzos en Madrid, donde Iglesias e Irene Montero, además del propio Enrique Santiago, se juegan su escaño. La capital ha sido siempre el feudo de los morados, e Iglesias confía por lo menos en no perder ese trono.