Del guante blanco a la confrontación con Pablo Iglesias. Es la consigna del PSOE en los primeros compases de la precampaña del 10 de noviembre. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, abrió la veda con un discurso cargado de reproches al líder de Podemos tras el fracaso de la última ronda de consultas del Rey.
La razón de esta inquina, dicen fuentes del PSOE, es estratégica. El presidente del Gobierno prepara una nueva pirueta ideológica, ahora hacia el centro, para mejorar sus 123 escaños.
El socialismo va a insistir en la línea dura contra Iglesias en estas semanas. No han parado de hacerlo desde que se confirmó la repetición electoral. A algunos ministros sólo les ha faltado culpar a Iglesias de matar a Manolete. Incluso han cuestionado la sinceridad de la renuncia del secretario General morado a formar parte del Consejo de Ministros para facilitar un gobierno de coalición.
A la caza del voto naranja
Esta colección de ataques no es una casualidad. Los estudios que maneja el partido detectan que al menos la mitad de los 4 millones de votantes de Ciudadanos el 28-A duda si cambiar de papeleta o marcharse a la abstención en las nuevas elecciones.
"Los datos sugieren que cinco de cada 10 votantes de Ciudadanos dudan y para seducir a esa parte del electorado hay ser combativos con Iglesias", dicen fuentes del PSOE.
Ferraz ha empezado a analizar el nuevo escenario que se abre de cara al 10-N. El socialismo entiende que las elecciones de abril se plantearon como un "plebiscito" contra Sánchez, que ganó el presidente del Gobierno. "Se nos han arrebatado la victoria sin que ellos (ni PP, ni Ciudadanos) tuvieran alternativa".
El PSOE considera que su electorado no va a castigar a Sánchez por el bloqueo. Y que, según sus análisis, el votante socialista está convencido de que el presidente ha tomado la decisión correcta y que no se podía ceder más ante Podemos de lo que ya se cedió en la investidura fallida de julio. El jefe del Ejecutivo ofreció una vicepresidencia y tres ministerios.
Podemos y la desmovilización
Tampoco creen en Moncloa que Sánchez tenga margen de mejora en el caladero situado a su izquierda. El PSOE da por hecho que sus expectativas de crecimiento están fundamentalmente en Ciudadanos y no en Podemos. Y es ahí donde los socialistas quieren dirigir sus mensajes. De nada sirve ya, dicen, alentar el miedo a las derechas o las tres derechas tras el pinchazo de Vox.
La desmovilización, dicen estas fuentes, no será determinante para el PSOE. Y sostienen que puede afectar más al centro derecha que a ellos. Algo que está todavía por verse. Y descartan que sus pactos con partidos nacionalistas e independentistas en Cataluña, País Vasco o Baleares les pasen factura.
Estos acuerdos son muy sensibles y uno de los ejes del mensaje de Ciudadanos. Pero el PSOE cree que el peso de este discurso es relativo en el contexto actual. Y que no influirá a la hora de pelear esos trasvases de voto. La sentencia a los líderes del proceso separatista catalán, que se conocerá a mitad de octubre, es un punto de inflexión, pero el socialismo cree que el conflicto independentista no condicionará la cita con las urnas.