Quizás le perjudicó la sombra de Cifuentes, su jefa, su madrina, su protectora. Ángel Garrido aspiraba a ser el candidato a la Comunidad. Todo el mundo en el PP daba por hecho que no lo sería. Quizás, menos él. No es un hombre de Pablo Casado, a pesar de que se sacrificó por su formación tras la abrupta renuncia de Cristina Cifuentes. Ha cumplido Garrido su difícil cometido. Gobernar la región con un socio como Ciudadanos que ha optado siempre por sumarse a la oposición.
Laborioso, ordenado, algo gris, con un singular aspecto de funcionario de entreguerras, Garrido no daba la imagen que precisa Casado para ganar la Comunidad. Tampoco formaba parte del equipo que entró en Génova tras las primarias para suceder a Rajoy. "Siempre estuvo en la Comunidad, con lealtad hacia Cifuentes, a la que, una vez caída, optó por poner mucha distancia.
En el PP madrileño se le estimaba lo justo. Tampoco es un hombre dado a enormes amistades políticas. Cifuentes lo aprovechó como un excelente pasante, un administrativo con tino. Nada que ver con Ignacio González, la mano derecha de Esperanza Aguirre, todo un político, pese a sus enormes problemas con la ley y la ética, , como recuerda algún veterano del lugar.
Garrido apareció este viernes a las ocho de la noche para recibir el adiós de Casado. Se lo esperaba. Hace dos días, en una entrevista radiofónica , el presidente del PP le agradeció en público los servicios prestados. Sin cariño ni afecto particular..