El PP se encuentra en estado catatónico desde la iniciativa de Pedro Sánchez. Nadie habla, nadie hace un gesto, nadie amaga un movimiento. "El que se mueva está muerto, sería una traición darle armas al enemigo", dicen algunos dirigentes del partido conservador. Hasta el viernes, firmes, inamovibles, todos con Rajoy, comentaba un barón veterano. Desconcertados, miran de reojo hacia Galicia. Núñez Feijóo, el delfín eterno, responde con las generales de la ley: "Hay que apoyar a Rajoy, es la única garantía de estabilidad", declaraba este lunes. Y añadía: "No soy ningún Judas". En círculos del PP le atribuyen extrañas maniobras en la oscuridad, desmentidas por su equipo más íntimo.
El desconcierto se ha instalado en la sala de máquinas del partido. No se hacen más declaraciones de las necesarias. Pablo Casado retorna a su papel de portavoz tras el Comité de Dirección. Intenta transmitir tranquilidad con gesto de enorme preocupación. Fernando Martínez-Maíllo habla con los dirigentes regionales. Apacigua a los espíritus más inquietos. Nadie espera una sorpresa que envíe a Rajoy al rincón de la derrota. Pero tampoco se confía plenamente en el futuro escenario, en especial en lo que vaya a hacer el PNV. "Los vascos están pendientes de los presupuestos, no se atreverán a dar un paso que los ponga en riesgo", señalan en Génova. ¿Será así? Nervios, suspense y un escenario nunca vivido hasta ahora.
Nadie es ya intocable
Esta vez todo es posible. Hay desconfianza y sensación de derrota entre los populares. Rajoy era intocable, ahora está malherido y a tan sólo dos días de su posible final. Los secesionistas catalanes dudan. El PDeCat quiere venganza pero los planes de Puigdemont son otros. Prepara sus propias elecciones catalanas para mayo y necesita a Rajoy en la Moncloa. la confrontación con el Estado le da alas al separatismo. ERC también apoyaría al PSOE. Junqueras se lleva bien con Iceta y, además, quiere una plataforma trasversal para superar el bloqueo de la República.
En el PP no hay plan B a la continuidad de Rajoy. Si el sábado ya no es presidente, el partido reaccionará a la busca de un relevo. Rajoy se irá a casa luego de haber ordenado su sucesión. Nadie piensa en ello, ni lo comenta, al menos en público. En el caso de que el presidente logre sobrevivir a este trance, también se pondrán en marcha los mecanismo sucesorios. Ya no es eterno. Ni posiblemente pase por su imaginación presentarse de nuevo en 2020, algo que no dudaba hace tan solo unos días. Todo dará un vuelco absoluto. Pero será a partir del viernes. Hasta entonces, mutismo absoluto y parálisis total.