Referéndum ilegal, fuga de empresas, declaración de independencia, aplicación del 155 y cese del Govern, un president huido y su número dos en la cárcel, democristianos en las listas de los socialistas... Las elecciones del pasado 21 de diciembre han sido las más atípicas de la historia de la España democrática y a ellas respondieron los catalanes acudiendo masivamente a votar. Pero, pese al incremento de participación hasta la cifra récord de casi el 82%, la foto que ofrece es la misma que se viene registrando desde hace años, con una sociedad dividida por la mitad y en la que los no independentistas pueden albergar ya pocas esperanzas de imponerse a los soberanistas con una distancia mayor.
El resultado de las elecciones han sido un mazazo para quienes confiaban en que el denominado bloque no soberanista podía aumentar su fuerza y convertirse en alternativa del independentismo, aunque desde hace semanas las encuestas y los expertos venían avisando de que, pese a todo lo que había ocurrido y seguía sucediendo, no iban a producirse trasvases entre los bloques.
De la misma manera, alertaban de que las movilizaciones en las calles de los no independentistas tampoco iban a tener un efecto en las urnas, porque detrás no había un electorado no movilizado o un voto oculto: simplemente, en la excepcionalidad del momento, decidieron un paso público que no habían dado hasta ese momento.
Finalmente, ni siquiera el aumento de la participación, hasta unas cifras nunca registradas, cuatro puntos por encima de las ya histórica que se registró en 2015 y a 15 de las de 2012, evitó una nueva mayoría en escaños de los independentistas, pese a que la suma de los partidos que no están por la ruptura han estado por delante en votos.
En total, el pasado jueves algo más de dos millones de catalanes (2,06) cogieron la papeleta de uno de los tres partidos que quieren separarse de España (Junts per Catalunya, ERC u la CUP), mientras que 2,2 millones apostaron por opciones que no quieren esa separación (Ciudadanos, PSC, PP y Catalunya en Comú-Podem).
Y esta es la realidad que habrá que manejar. "Estos resultados han desmentido que el independentismo fuera a bajar: ha habido una participación histórica porque se ha movilizado todo el bloque constitucionalista, pero los independentistas también consolidan sus dos millones de votos y eso quiere decir que las soluciones que se han dado hasta ahora no sirven y es el momento de la política". Éste es el análisis de la politóloga Verónica Fumanal, experta en campañas electorales.
Los no independentistas, sostiene, han tocado techo, porque más allá del voto del 82% de la ciudadanía sólo está el 20% de abstencionistas técnicos, de manera que el 21D "dibuja una foto muy clara de qué quieren los ciudadanos en Cataluña, con una participación inapelable".
Y como ya se venía advirtiendo, recalca, hay un bloque que sigue queriendo la independencia "a pesar de la fuga de empresa, de todas las consecuencias negativas que se han ido viendo y de que hoy saben de las dificultades de ir a la independencia por la vía unilateral".
Los dos millones de independentistas, apunta Verónica Fumanal, ya estaban activos en 2010 y han seguido estándolo en los años sucesivos. el bloque, a pesar de todo, "ni ha crecido, ni ha menguado"
Un bloque que permanece compacto desde hace años. Estos dos millones de independentistas, recalca Fumanal, ya estaban activos en 2010 y han seguido estándolo en los años sucesivos y "ni ha crecido, ni ha menguado". La única diferencia en estos cinco años de procés es que la participación en las elecciones de los constitucionalistas ha crecido, pero "la foto es la misma" desde hace un lustro.
Y los grandes movimientos han sido intrabloques: la coyuntura ha hecho que unas siglas hayan sido vistas como un voto más útil o más legítimo. Así, en el bloque no independentista, Ciudadanos "ha sabido capitalizar el voto útil constitucionalista", en detrimento del PSC y del PP, que queda "relegado a la absoluta marginalidad política", y Junts per Catalunya ha acabado por delante de ERC, con una campaña más efectiva y, sobre todo, más visible.
Ahora, la politóloga estima que el "espaldarazo" recibido por la lista encabezada por Inés Arrimadas va a seguir su tendencia de crecimiento, aunque, por mucho que suba, no parece posible que en el corto y medio plazo pueda superar al bloque independentista, que, aunque con algo unos 140.000 votos menos, sigue teniendo la mayoría absoluta del Parlament.
"Hay dos Cataluñas, pero se pueden tender puentes"
"Hay dos Cataluñas", así lo resume el sociólogo Narciso Michavila, presidente de la consultora GAD3, que está convencido de que la única manera de provocar cambios en esta realidad es desde la política, tendiendo puentes entre ambos bloques. Y aprovechando, señala, que en el independentista puede haber un sector dispuesto al entendimiento si se ofrecen soluciones.
Porque aunque la situación ha sido excepcional, la realidad ha seguido constatando que estas dos Cataluñas están intactas desde hace tiempo y los únicos movimientos, una ligera tendencia al crecimiento en los constitucionalistas, han tenido que ver con una participación que ya es muy difícil superar.
Sin embargo, Michavila defiende que, a pesar de la apariencia de volver a la casilla de salida, hay motivos para no caer en el pesimismo, porque ahora, después de todo lo que ha ocurrido, cree que hay actores conscientes de que es necesario "poner remedio" y hacerlo "desde la política", porque se han dado cuenta de que todos, y no sólo los ciudadanos, sino también "las élites" salen "perdiendo".