Pablo Casado quiso ser explícito en su rueda de prensa tras su primer Comité Ejecutivo celebrado en Barcelona. "No admitiré corrientes internas. En ésto vamos todos unidos. Aquí nadie ha preguntado a quién se ha votado. El congreso ha decidido quién lidera el proyecto".
Soraya Sáenz de Santamaría no asistió al cónclave de los populares. Un sonoro plantón con el que quiso evidenciar su falta de sintonía con el nuevo proyecto. Su núcleo duro también rechazó las invitaciones a sumarse a la dirección. Fátima Báñez y José Luis Ayllón rechazaron frontalmente cualquier posibilidad de incorporarse a la ejecutiva. Tampoco quiso Íñigo de la Serna. Tres nombres con los que Casado quería contar. En especial con Fátima, cuya labor al frente de Empleo elogió en forma entusiasta.
Lo hicieron, sin problema alguno, diez personas que militaron o simpatizaron con la candidatura perdedora. Sergio Ramos, María José García Pelayo, Miguel Barrachina, Sofía Acedo, Yolanda Bel, Carlos Iturgáiz, Luis Venta, Mari Mar Blanco, González Pons y Alberto Nadal. El 'sorayismo' está superado, se ha resquebrajado por la obcecación de su líder. Sáenz de Santamaría pretendía unos cargos de más nivel para su gente. Ayllón negoció tanto con Teodoro García, el nuevo secretario general, como con Javier Maroto, hasta bien entrada la noche del jueves. No hubo manera. "Se quedan fuera porque ellos quieren", añaden estas fuentes.
Pretendía Soraya que el 43 por ciento de los votos recibidos en las primarias se transformaran en cargos ejecutivos. Una proporcionalidad que Casado rechazó de plano desde el principio. La exvicepresidenta se revolvió y lanzó una ofensiva contra la nueva dirección. "Lo va a intentar, pero no se da cuenta que ha perdido, sólo le respaldan algunos recalcitrantes, el partido no está con ella, está fuera de control", comenta un antiguo dirigente del partido, ahora observador neutral de la situación.
Una vocalía a la espera
"Mi telefóno está abierto para Soraya, si quiere incorporarse, hay una vocalía libre", insistió Casado. La 'integración' ha sido una de las grandes obsesiones del nuevo presidente. Así lo dijo en su intervención barcelonesa. De las 36 personas que forman la ejecutiva, diez concurrieron con Soraya, diez con Dolores Cospedal y tres competían en otras candidaturas. Es decir, 23 de 36 era gente ajena a la plataforma ganadora. "Se ha hecho un esfuerzo que no hizo Pedro Sánchez en el PSOE, que los echó a todos menos a Patxi López", señalan las fuentes mencionadas.
Santamaría ha anunciado con insistencia que no se irá a la empresa privada. Que no se retira. Seguirá en la política activa como militante raso y diputado raso. Sin cargos orgánicos ni más responsabilidades parlamentarias que las que le señale el nuevo jefe de filas de su bancada, es decir, Dolors Montserrat. "No saben ganar", declaró en una emisora su mano derecha, Ayllón. "Es ella quien no ha sabido perder. Pablo ya habló de su soberbia cuando rechazó los debates electorales. Ahora ha rechazado hasta la integración", añaden.
Casado, no obstante, no se fia de la exvicepresidenta. Soraya no ha dado muestras de una voluntad de compartir, siquiera simbólicamente, el proyecto. Ha permanecido al margen, "aunque nos ha puesto todas las zancadillas que ha podido". Quizás espere a que surja algún episodio judicial relacionado con el máster. Casado respondió a dos preguntas sobre el particular con un tono de cansancio y hastío. "Todos los documentos los he colgado en la red hace semanas", explicó. Hay una juez indagando en el caso. Santamaría, mientras tanto, espera que el asunto evoluciones. Entonces, quizás, se desvelen sus planes, apuntan en el PP. "Vamos a controlarla de cerca, simplemente para no que no haga grandes trastadas. Aunque ya no hay 'sorayismo' en el PP, no nos fiamos".