El voto del próximo 26 de mayo equivale en Madrid a una encrucijada en la derecha y la izquierda. El PP, liderado por José Luis Martínez-Almeida, intentará recuperar una plaza histórica y frenar el avance de Ciudadanos. En Madrid, los populares gobernaban desde más de 20 años cuando la formación de Manuela Carmena, apoyada por Podemos, se hizo con el bastón de mando. El PSOE cedió a Carmena la alcaldía y el protagonismo político en 2015 y ahora medirá si el efecto Sánchez también se extiende a la capital.
Ambos bloques, el de centro-derecha, formado por PP, Ciudadanos y Vox, y el de centro-izquierda de Carmena, el PSOE y la plataforma Madrid en Pie (liderado por IU), llegan a las urnas en una situación de empate técnico. Todas las encuestas publicadas en las últimas semanas apuntan a que un puñado de sufragios decidirá el ganador.
Votos perdidos
La situación se asemeja a la de 2015, cuando por menos de 20.000 votos el PP no obtuvo el concejal necesario para decantar la mayoría a su favor en el pleno del Consistorio. Entonces, la candidata del PP, Esperanza Aguirre, no pudo convertirse en alcaldesa por ese puñado de sufragios entregados a Vox, que no le fueron suficientes para obtener escaños. Ahora Vox aspira a tener hasta cuatro ediles. Pero otra formación minoritaria, esta vez del bloque de izquierda, también podría aguar la fiesta a Carmena.
Madrid en Pie, la plataforma liderada por Carlos Sánchez Mato en la que todos los segmentos de la izquierda madrileña ninguneados por Carmena unen sus fuerzas, prometen venganza. El esquema de su propuesta es sencilla: “No podemos disfrazar a la izquierda de propuestas de derechas”, dijo la semana pasada Sánchez Mato para referirse a Carmena.
Miembros de este grupo aseguran a Vozpópuli que darán la “sorpresa”. “Tenemos estudios que nos posicionan al 8%”, argumentan optimistas. Confían en que el apoyo en la sombra que le brinda Podemos les permita recoger más votos de los que vaticinan las encuestas. En los círculos madrileños del partido morado “los militantes dicen que nos van a votar”, añaden. Están decepcionados por algunas políticas de Carmena, por ejemplo en vivienda y desarrollo urbanístico. Sin embargo, si Madrid en Pie no llegará al 5% de votos, esto significará que no tendrán representación, y que esos votos perdidos podrían condenar a Carmena.
El PSOE también llega a las urnas con la esperanza de llegar por fin al gobierno local. El partido que se presenta con Pepu Hernández tiene apalabrado con la alcaldesa su entrada en el futuro gobierno. Los socialistas confían en que la ola expansiva experimentada en las generales se traduzca en más votos en las municipales y las autonómicas, donde también los bloques están separados por un puñado de votos, según las encuestas.
Elevada fragmentación
La fragmentación también se vive en la derecha. Ciudadanos, que en 2015 irrumpió con siete concejales, ahora podría llegar a nueve. Mientras que el PP, que tiene 21, caerá según varios sondeos pero mantendrá el liderazgo de este segmento ideológico.
Para Almeida, el candidato de los populares, la confrontación con Begoña Villacís tiene un claro sabor nacional. Después de las elecciones generales, se ha instalado en los círculos de Ciudadanos la esperanza de hacerse con el control de algunas ciudades o Comunidades históricas. Entre ellas se encuentra Madrid y este es el primer paso que el partido de Albert Rivera quiere dar para convertirse en fuerza hegemónica del bloque liberal-conservador.
Villacís ve posible adelantar al PP y convertirse en punta de lanza del movimiento que Rivera quiere hacer con Pablo Casado. Pero también en este caso, como en el de la izquierda, será un puñado de votos que decidirá quien, sorpasso o no, se quedará con el gobierno del Palacio de Cibeles, sede del Ayuntamiento. Y con el peligro añadido de que la pugna por el liderazgo de uno de los dos bloques acabe favoreciendo al otro. En definitiva, primero o segundo partido, en política lo que cuenta es quién gobierna y quién no.