La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha reiterado este domingo que "hay muchos otros días al año para hablar de monarquía o república" y ha insistido en que no se politice el acto de homenaje a las víctimas de los atentados de Barcelona y Cambrils (Tarragona) el 17 de agosto.
En una entrevista de El País, Colau ha reconocido que le dolió "la guerra de banderas en la manifestación a la que asistió el Rey" tras los atentados y ha subrayado que en el primer aniversario del atentado todo el mundo será bienvenido.
"Me causó vergüenza por las víctimas. Todas las ideas son legítimas, pero en un momento así es una barbaridad que alguien busque polémicas para sacar rédito político. Es moralmente repugnante", ha añadido.
También ha pedido que haya un papel discreto de las instituciones, ya que "no hay que personalizar ni en el Rey ni en nadie", ha remarcado la edil, quien ha confesado que lloró muchas veces en aquellos días.
Colau ha lamentado el "intento de politizar el atentado" por parte de un alcalde del PP, con una falsa polémica, en sus palabras, sobre los bolardos y ha argumentado que nadie les pidió que los pusieran en La Rambla.
Primeras llamadas
En la entrevista, la alcaldesa ha revivido esos días y ha explicado que en el momento del ataque yihadista ella se encontraba en una casa rural cerca de Ripoll (Barcelona) junto con sus hermanas y su bebé de cuatro meses.
Asimismo, ha indicado que la primera persona con la que habló fue con el entonces presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y la segunda, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, quien le ofreció su ayuda inmediata.
La alcaldesa ha relatado que por la noche también recibió la llamada del entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a quien le trasladó "la voluntad de coordinarse al máximo", y ha reconocido que la tensión institucional se notó al principio.
Colau ha recordado que el delegado del Gobierno, Enric Millo, participó en las reuniones conjuntas con los mandos policiales, la Generalitat y el Ayuntamiento, pero ha señalado que llamó a la Delegación de Gobierno para que no hicieran reuniones paralelas y "que hubiera unidad por el bien de Barcelona".