Ni una mención a Aznar. Nadie se acordó de él en la primera jornada del Congreso Nacional del PP. Nadie pronunció su nombre. Nadie reivindicó su legado. Como si nunca hubiera existido. Como si el fundador del partido más importante de la derecha española de las últimas décadas jamás hubiera existido.
El fantasma de Aznar tan sólo sobrevoló por algunas conversaciones de los más de tres mil compromisarios reunidos en la Caja Mágica de Madrid. Muchos de ellos le deben su cargo, su carrera y hasta su existencia política. Ni un rastro en la memoria del PP. Nadie pronunció su nombre. Enterrado y olvidado.
Ya es, tan sólo un militante más. Su fundación, Faes, rompó amarras con el partido hace meses. Él mismo, renunció a la presidencia de Honor a finales del pasado año. El hombre que nunca existió. Refundó un partido heredado de Manuel Fraga. Lo colocó en la cima, dos legislaturas en Moncloa, una de ellas con mayoría absoluta.
En recuerdo de Rita
Dolores Cospedal recordó, emocionada a Rita Barberá. El auditorio, puesto en pie, en cerrada ovación. El partido se sacudía su mala conciencia. Su frío y distante adiós a quien había sido su referente en la Comunidad valenciana durante décadas. La secretaria general mencionó incluso a Mayor Oreja, un 'aznarista de pro'.
Aznar ya es más que un recuerdo desvaído. Se ha convertido en un tabú. Su nombre va ligado a conflictos permenentes con la actual dirección. En concreto, con Mariano Rajoy, una relación imposible, erizada de agravios, ataques, menosprecios y desplantes. Nadie espera que, en estas próximas horas, alguien le rescate del olvido. El PP ha sepultado el recuerdo de Aznar en el frío y desangelado hormigón de la Caja Mágica de Gallardón.