Política

Furiosa reacción del independentismo contra la designación de Borrell

El independentismo aparece dividido ante la era Sánchez. El fichaje de Borrell desata la ira en Puigdemont y los suyos

  • El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont.

El independentismo ha reaccionado con mal disimulada virulencia a la designación de Josep Borrell como el hombre de Pedro Sánchez para dirigir la cartera de Exteriores. "Se ha significado en la escala del odio", escribía un sulfurado tuit Carles Puigdemont, muy aburrido en su refugio de Berlín. Las redes se inundaron inmediatamente de mensajes contra quien fuera ministro de Obras Públicas y presidente del Parlamento Europeo.

Borrell ha representado el ala más combativa del socialismo catalán contra el independentismo. Le llaman ahora "unionista". En especial en los últimos meses, desde el referéndum del 1-O y la culminación de los episodios independentistas. Su discurso en la gran concentración de Barcelona del 8 de octubre, ante cientos de miles de catalanes con banderas españolas, fue uno de los momentos culminantes de la reacción de una sociedad ante el golpe de Estado en marcha. 

El independentismo está reaccionando en forma ambigua pero tensa ante la nueva etapa. No hay directrices claras ni es unívoca la reacción. Quim Torra tiene urgencia de reunirse con Pedro Sánchez. El presidente de la Generalitat quiere hablar de república, de independencia, de la autodeterminación, de los presos. "A que qué PSOE está en la Moncloa", comentaba este lunes tras salir de visitar a los dirigentes del procés encarcelados. 

Calma en ERC

Desde ERC, la otra familia del independentismo, pretenden tomarse las cosas con más calma. "Hay que dejar respirar a Sánchez", le han dicho a Torra. Ya lo hicieron mal una vez, por las prisas del 1-O, por las urgencias de aprobar leyes ilegales en el Parlament, por el empeño de poner en pie una república sin tener el plan a punto. "No podemos repetir errores, no nos lo perdonarían", comenta un diputado de ERC.

El problema para Torra es equilibrar las órdenes imperativas que le llegan de Berlín con la estrategia más templada de Oriol Junqueras, con quien mantuvo un breve encuentro en la cárcel. Puigdemont mete prisa, quiere mantener la presión, aparecer en los titulares para que no se le olvide. "En las próximas semanas pondremos en marcha el espacio de la república en Waterloo", anunciaba horas atrás. Nadie, salvo Torra, se acuerda ya de aquel proyecto, diseñado específicamente para dotar de cierta relevancia institucional al expresidente fugado.

Visita a la prisión

Elsa Artadi, consejera de Presidencia y portavoz del Govern, insistía en la línea de Puigdemont, su protector. "La unilateralidad sigue en pie", decía en la televisión pública de los secesionistas. Minutos después, Marta Vilalta, portavoz de los republicanos, emergía en la dirección contraria: "Tenemos que mantener siempre el foco en la multilateralidad". Dos posturas distintas que ponen de relieve la diferencia entre ambas fuerzas. La formación del Ejecutivo ha mitigado las discrepancias, que permanecen latentes y que aflorarán tarde o temprano, de acuerdo con la mencionada fuente. "Torra no manda, Puigdemont se va a desvanecer, Junqueras seguirá en prisión y en el independentismo se han eclipsado los liderazgos. Ya solo manda TV3", añadía, en un tono irónico. 

El nuevo equipo de gobierno catalán tomó posesión este sábado. Elsa Artadi y Damià Calvet se acercan este martes hasta la cárcel para llevar a cabo una ceremonia de simbólico traspaso de carteras con sus predecesores, Jordi Turull y Josep Rull. 

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