Albert Rivera ha puesto en práctica una estrategia de control de las expectativas de Ciudadanos para las elecciones generales. Con la oferta de gobierno al PP, Rivera asume que La Moncloa no está ahora mismo a su alcance, pero quiere asegurarse de que tiene las llaves para decidir quien entra en ella.
El movimiento de Ciudadanos aspira a apuntalar, por un lado, el planteamiento de competir sólo en el espacio del centro derecha. Y, por otro, trata de presentarse como bisagra necesaria. Es decir, la prioridad de Rivera es decidir el futuro gobierno. Si lo encabeza o no es secundario.
A un mes del 28-A, el partido naranja huye del tono presidencialista que tan mal le funcionó en la campaña del 2015, cuando Rivera buscó votos a izquierda y derecha pensando en el Gobierno, y acabó pidiendo la hora.
El efecto de ese mensaje pudo comprobarse en su aparición en El hormiguero de Antena 3. El líder de Ciudadanos dijo que la victoria en las urnas no será suficiente por la falta de mayorías y que más importante que ganar es tener la capacidad de llegar a acuerdos el día después. Y en ese punto Rivera exhibió la capacidad de su partido de firmar pactos y dar estabilidad.
Ciudadanos se pone ahora objetivos más modestos, pero sin renunciar a nada. Primero, mejorar sus 32 escaños. Segundo, superar a Podemos y convertirse en tercera fuerza política. Tercero, tener la llave de la Moncloa. Cuarto, encabezar el Ejecutivo si se puede. En Ciudadanos creen que hay partido.
PP y Cs manejan encuestas que les dan una mayoría holgada de 180 escaños si Vox se desinfla
Recuperación en las encuestas
Ciudadanos fue uno de los principales damnificados por el adelanto electoral de Pedro Sánchez. El golpe del presidente tras el esperpento del relator y la manifestación de Colón devolvieron el tablero político a una lógica de izquierda contra derecha en la que el partido naranja sufre.
Ciudadanos detectó una caída significativa en sus propias encuestas después de la convocatoria electoral. La sangría se frenó en seco el día que la ejecutiva anunció un acuerdo por unanimidad para no pactar con el PSOE.
Los trackings internos de Ciudadanos han mostrado una recuperación de intención de voto en la última semana, que Rivera ha acompañado de su oferta a Casado.
"Es un movimiento natural si atendemos al planteamiento que ha hecho el partido para estas elecciones", dicen fuentes de Ciudadanos. "Si la ejecutiva acuerda no pactar ni con Sánchez ni con el PSOE, lo lógico es hacerlo con el PP".
Precedente andaluz
El anuncio de Rivera ha sido la comidilla tanto en el PSOE como en el PP. Lo ven como un error. Casado se ha permitido bromear con la posibilidad de entregar la cartera de Exteriores a Rivera.
Pero la lógica de Ciudadanos no está en una batalla cruenta por la presidencia. Y confía en que el movimiento dé pronto sus frutos. Rivera se agarra al precedente de Andalucía. El partido naranja planteó una campaña casi idéntica.
El ahora vicepresidente de la Junta, Juan Marín, vetó el acuerdo con el PSOE y dio por hecho el pacto con el PP. Marín, eso sí, nunca fue tan explicito en sus intenciones.
Rivera siempre creyó que Casado era un líder que dejaba a Ciudadanos una enorme bolsa de voto moderado en el centro derecha. Ante la tesitura que se plantea en las urnas, confía en que su apuesta clara por una coalición con el PP incline a ese electorado hacia Ciudadanos.
Después está el factor Vox. El partido de Santiago Abascal es un fenómeno difícil de medir en las encuestas. Pero Rivera cree, y así lo ha dicho innumerables veces en privado, que al votante de Vox le une el deseo de sacar a Sánchez de la Moncloa por encima de todo.
Con su mano tendida a Casado espera movilizar voto útil bien a su favor, bien a favor del PP. Hay encuestas internas de ambos partidos que dan una mayoría holgada de 180 escaños o más a la suma de PP y Ciudadanos si Vox se desinfla. El escenario es improbable, pero Ciudadanos detecta una movilización sin precedentes del electorado de derechas que se ve penalizada por la fragmentación del voto en tres.
La prioridad de Ciudadanos es decidir el Gobierno. Los porcentajes de intención de voto que maneja están lejos de la victoria
Rivera se la juega
Rivera se juega todo en estas elecciones. El líder de Ciudadanos se ha traído a Inés Arrimadas y otros referentes del partido en Cataluña como José María Espejo al Congreso, y ha hecho algunos fichajes significativos.
El avance del partido se quebró con la moción de censura. Ciudadanos tiene actualmente 32 escaños. Si alcanza el 17% del voto que le dan algunas encuestas, podría subir hasta los 50 diputados o más. Pero si supera la barrera del 18 o incluso se acercar al 19% -como en Andalucía-, subiría hasta los 65 o 70.
El objetivo es decidir el Gobierno, porque esos porcentajes están lejos de la victoria y todavía lejos del PP. No se renuncia a la batalla con Casado, pero se fijan prioridades y se controlan las expectativas. A diferencia del 2015, Rivera se presenta no sólo como aspirante a presidente, sino como el complemento necesario del futuro Ejecutivo. Él espera que sea de cambio.
Ciudadanos guarda con celo la estrategia de campaña, que lleva diseñando desde hace meses. Se sabe que Arrimadas y Rivera formarán un ticket estilo americano repartiéndose en caravanas paralelas por toda España, como de hecho ya están haciendo en la precampaña.
"Las encuestas dicen que estamos subiendo", explican estas fuentes. "Ahora esperamos competir de tú a tú con el PP y que los españoles que no quieren a Sánchez elijan: Rivera o Casado".