María Dolores de Cospedal es la novedad más relevante del nuevo Gobierno Rajoy. La secretaria general del PP se ha hecho con la cartera de Defensa, departamento que hasta ahora estaba en manos de Pedro Morenés. Año y medio después de perder la mayoría absoluta en Castilla-La Mancha -y, consecuentemente, la presidencia regional-, Cospedal vuelve a un puesto de poder, movimiento que puede tener sus implicaciones en Génova.
Y es que este bien podría ser el principio del fin de su etapa como número dos del PP. Tras más de ocho años en el cargo -accedió a él en el célebre Congreso de Valencia de 2008, donde Mariano Rajoy revalidó su liderazgo y enterró el aznarismo-, la nueva ministra de Defensa aparece muy quemada por la gestión comunicativa de los graves casos de corrupción surgidos en su partido los últimos tiempos. Si finalmente lo abandona en el próximo cónclave, habrá estado nueve años al frente. Solo Francisco Álvarez-Cascos ocupó durante más tiempo la Secretaría General de los populares (1989-1999).
Con la salida de Cospedal de Génova ya se especuló el año pasado, cuando Rajoy respondió a la debacle de las elecciones municipales y autonómicas con una profunda renovación de la cúpula popular. La secretaria general conservó finalmente el cargo, pero su protagonismo se diluyó con el ascenso de jóvenes valores a las Vicesecretarías.
Pablo Casado (Comunicación), Fernando Martínez Maíllo (Organización), Javier Maroto (Sectorial) y Andrea Levy (Estudios y Programas) se integraron en la dirección del PP, asumiendo la vanguardia de la nueva política comunicativa. El golpe de timón de Rajoy degradó a Carlos Floriano y Esteban González Pons -hasta entonces a cargo de Organización y Estudios y Programas, respectivamente-, colocó a Jorge Moragas al frente de la campaña de las generales -Floriano había dirigido las anteriores- y fijó en el horizonte una conferencia política para impulsar al partido ante la cita del 20-D. El único al que no afectaron los cambios orgánicos fue Javier Arenas, vicesecretario de Autonomías y Ayuntamientos.
Pudo presidir el Congreso
Desde entonces, los nuevos activos se han afianzado y Cospedal ha cedido terreno. Su relevo en Génova requería en cualquier caso de una salida digna y previamente articulada, que pudo ser la Presidencia del Congreso de los Diputados. Rajoy lo intentó en julio, pero Ciudadanos no aceptó un perfil tan político para la tercera magistratura del Estado. La hasta entonces ministra de Fomento, Ana Pastor, fue finalmente la elegida. Esta vez no ha habido pegas, porque la composición del Gabinete es competencia exclusiva de su presidente, y se abre así la puerta a la sucesión en la Secretaría General del PP.
Ocurre que el de Defensa es uno de los Ministerios de menos peso y proyección, algo que podría llevar a Cospedal a tratar de conservar sus posiciones en Génova. Maniobra similar a la que ejecutó cuando presidió la Junta de Castilla-La Mancha, compatibilizando cargos durante cuatro años (2011-2015) y granjeándose por ello duras críticas de la oposición. Las competencias de Defensa no se verán ampliadas con la gestión del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que seguirá controlado por la Vicepresidencia. Un tanto que sí se apunta Cospedal es el ascenso de Juan Ignacio Zoido, exalcalde de Sevilla y político de su cuerda, que sustituye a Jorge Fernández Díaz al frente de Interior.
Si finalmente la secretaria general sale de la cúpula orgánica en unos meses, ¿quiénes son los mejor colocados para sucederla? Maíllo ha ganado mucho peso interno en estos meses y goza de la total confianza de Rajoy. Así se puso de manifiesto en agosto, cuando el presidente lo incluyó en su equipo de negociadores. El diputado zamorano ejerció de portavoz de ese grupo y entabló buena relación con los interlocutores de Ciudadanos, un canal que bien podría ser frecuentemente utilizado en esta legislatura marcada por la atomización parlamentaria.
Otra opción podría ser el presidente del PP vasco, Alfonso Alonso. Su ascenso significaría una victoria interna de Soraya Sáenz de Santamaría, a cuya sombra hizo carrera. Pablo Casado, que resuelve con eficiencia las labores de vicesecretario de Comunicación, o algún barón territorial podrían erigirse como otras alternativas. La confección del nuevo Ejecutivo no arroja pistas, ya que Rajoy ni siquiera ha querido promocionar a ningún vicesecretario, pese a los rumores que colocaban a Casado o Maroto en el Consejo de Ministros. Ambos continuarán dedicados en exclusiva a sus labores orgánicas y parlamentarias, como Maíllo, Levy y Arenas.
El órgano que sí podría verse afectado en breve es la dirección del Grupo Parlamentario Popular. La nueva ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat, es portavoz adjunta del grupo y muy probablemente deje paso a otro compañero en breve lapso. También está por ver si Rafael Hernando repite como portavoz, tras dos años en el cargo, o es sustituido por un diputado de perfil menos combativo para tender puentes con la oposición. Será el siguiente capítulo a abordar por Mariano Rajoy.