El primer duelo entre Cristina Cifuentes e Íñigo Errejón, celebrado este martes en Congreso de los Diputados, dio el pistoletazo de salida a una precampaña sempiterna y dejó la imagen de dos contrincantes guardándose un meticuloso respeto. Sobre todo, porque saben que en ello le van los votos. Errejón fue el único portavoz de la oposición que se acercó a saludar a Cifuentes tras su comparecencia en la comisión de investigación sobre las finanzas del PP. Y lo hizo, con deportividad, para aclararle a la presidenta madrileña que él había solicitado su comparecencia con el propósito de arrojar luz sobre el objeto de la comisión y no por los motivos que habían esgrimido los populares. "Nosotros no queremos acabar con el PP", comentó Errejón a Cifuentes en privado, según fuentes conocedoras de la breve conversación.
Así, el diputado de Podemos caminó hasta el estrado de comparecientes y trasladó a la presidenta autonómica que su intención no es la de ajusticiar a "un partido al que votan siete millones" de personas, en alusión al resultado del PP en las últimas generales. De esta manera, Errejón quiso salir a paso de unas afirmaciones previas de la portavoz popular en la comisión, Beatriz Escudero, quien había denunciado en su turno de palabra que el fin de esta comisión de investigación parlamentaria es "acabar con el PP". Escudero también acusó a los partidos de la oposición de apoyar la citación de Cifuentes con el único propósito de "menoscabar su intachable reputación".
La jefa del Gobierno regional, por su parte, saludó a Errejón y aceptó sus explicaciones, no sin incidir en el oportunismo de su convocatoria. Según Cifuentes, ésta se produjo justo las declaraciones "machistas" en sede judicial del exdirigente popular Francisco Granados, contra el que se ha querellado por atribuirle un supuesto idilio con Ignacio González y, por tanto, cierto conocimiento de presuntas ilegalidades en la financiación del PP de Madrid.
Este tono de Errejón, más comedido y no menos punzante que el de portavoz socialista en la comisión, Artemi Rallo, va en la línea de esa moderación que trató de imprimir sin éxito al rumbo de Podemos en Vistalegre II. El exnúmero dos de la formación morada adoptó este martes el perfil de alguien que quiere ser presidente, sin alentar algaradas y tratando de transmitir confianza, ya no sólo a la ciudadanía sino también a los llamados poderes fácticos. Otra cosa bien distinta es que lo consiga. No le ayudan nada las continuas polémicas que genera la gestión de sus compañeros de filas en ayuntamientos como los de Madrid, Barcelona o Zaragoza.
Este punto débil lo atacó Cifuentes durante el medido intercambio de golpes y recordó al diputado morado que en el grupo municipal de Manuela Carmena hay dos concejales "tri-imputados" por "delitos de corrupción": Carlos Sánchez Mato y Celia Mayer. Ambos ediles testificaron en septiembre en calidad de investigados por los presuntos delitos societario, de malversación de fondos y prevaricación tras haber pagado con dinero público los informes externos para sostener una denuncia contra el equipo de Alberto Ruiz-Gallardón por los contratos del Open de Tenis.
"No le deseo ningún mal"
Desde el principio de su interrogatorio, Errejón adoptó un modo fair play. De ahí que los 15 diputados del PP que arropaban a la presidenta no se encararan con él como lo hicieron con el diputado socialista). El que fuera mano derecha de Pablo Iglesias mostró su intención de mantener un debate sereno, por lo que instó a Cifuentes a no contestar con "mítines", sino con "respuestas sencillas". El cruce de acusaciones, en efecto, fue de baja intensidad. Justo lo contrario del gesto. Los dos contendientes mantuvieron un rostro tenso durante todo el lance, donde no hubo momento alguno para la distensión. Ni siquiera cuando Errejón respondió "yo no le deseo ningún mal" al reproche de Cifuentes por sus deseos de verla entre los exdirigentes populares ahora mismo imputados. Seis de los trece integrantes del Comité de Campaña de PP de Madrid en los comicios de 2017 están investigados y dos señalados, apuntó Errejón enseñándole un folio con los nombres subrayados en rosa. Entre ellos, sin marcar, el de Cifuentes.
A cada pregunta seca y directa del secretario de Análisis Estratégico de Podemos, la presidenta contestó tirando de memoria y de hechos, sin mostrar titubeos ni perderse en circunloquios. Insistiendo en que ella ni dirigió las campañas electorales del PP que se investigan (fue sólo "responsable de movilidad territorial") ni participó en decisiones formales o económicas en el patronato de Fudescam, fundación vinculada al PP que recibió donaciones de empresarios luego empleadas en gastos electorales.
Ambos rivales prepararon esta cita al detalle, trabajando con sus asesores desde hace días, y ello se notó tanto en la batalla argumental como gestual. La pelea Cifuentes-Errejón por el trono de la Puerta del Sol en las autonómicas de 2019 se presume sutil, perspicaz, de instantes decisivos. Lo de este martes fue sólo la toma de contacto inicial.