Pedro Sánchez ha dado un giro a la relación del Gobierno de España con el separatismo catalán, que ha recuperado la Generalitat después del 155 y su ajustada victoria en escaños el 21-D. El gran muñidor de la nueva estrategia es Miquel Iceta, que ha impuesto a Sánchez las tesis que defiende el PSC: Cataluña es una nación, el pacto fiscal y el acercamiento a ERC como socio preferente. Este proceso, que apenas está echando a andar y no tiene su éxito garantizado, abre la puerta a un referéndum pactado, bien a través de una reforma constitucional que vote toda España bien mediante una consulta convocada por el Estado a imagen de Escocia. Nada se resolverá en esta legislatura, que más pronto que tarde acabará en elecciones. Pero los mensajes que emite Moncloa y detecta la oposición apuntan en esa dirección.
“No podemos seguir así”. Es una de las frases que repiten habitualmente las personas del PSOE o vinculadas al PSOE que empiezan a asumir los puestos clave del Gobierno. La mano dura con Cataluña ha terminado y Sánchez prepara una política de distensión que ya tiene gestos concretos. No son sólo palabras, que también. El traslado a cárceles catalanas de la cúpula del procés está encima de la mesa. El Gobierno ha mitigado el control financiero de la Generalitat, no ha respondido a la reapertura de Diplocat, ni tampoco a la invasión de símbolos separatistas en las instituciones públicas catalanas. Y Sánchez ha anunciado una reunión con el presidente de la Generalitat, Quim Torra, antes del verano. Iceta, por cierto, ya se ha entrevistado con Torra.
El jefe del Ejecutivo ha encargado a Meritxell Batet la preparación de ese encuentro. La ministra de Política Territorial es la prolongación de Iceta en Madrid y una convencida del derecho a decidir de Cataluña. Batet y varios diputados del PSC votaron a favor de negociar un referéndum de independencia en una moción que se debatió en el Congreso en 2013. El Grupo Socialista sancionó a todos ellos por romper la disciplina de voto, tal y como se ha recordado estos días. Batet, ya investida como ministra, ha defendido la reforma constitucional pero sin derecho a decidir, de momento. El objetivo es inalcanzable hoy por hoy. Así que además del mensaje como declaración de intenciones, el PSOE ha entregado al separatismo un punto de partida real en la negociación, que se prevé larga y llena de obstáculos. Ese punto de salida es la recuperación de la parte del Estatut de Cataluña del 2006 prohibida por el Tribunal Constitucional.
La política del apaciguamiento
Sánchez e Iceta dieron pinceladas de la estrategia del nuevo encaje de Cataluña y la reforma de la Constitución en septiembre del año pasado, poco antes de que la virulencia del golpe separatista forzara tanto al PSOE como al PSC a apoyar el 155. Ese respaldo fue una enmienda a la totalidad a sus propuestas, que algunos dirigentes de Ciudadanos llaman la “política del apaciguamiento”. El planteamiento que ha recuperado el PSC, asumido por Moncloa, es tender la mano a ERC como socio preferente y que la formación republicana rompa definitivamente con Puigdemont. “Si queremos que el apoyo a la independencia pase del 47% al 20% no podemos seguir con el 155”, dicen en el PSOE.
El acuerdo con ERC pasa necesariamente por la renuncia de la formación republicana a la vía unilateral y una ruptura con Puigdemont. Iceta siempre ha admitido entenderse mejor con ERC. Por ejemplo, el partido que ha valorado más positivamente el nombramiento de Teresa Cunillera como Delegada del Gobierno en Cataluña ha sido precisamente ERC. La cuestión es a cambio de qué puede renunciar ERC a “construir República”. La solución está en el programa del PSC. Iceta pide un pacto fiscal y el reconocimiento de Cataluña como nación. Un cambio de esa magnitud requiere la reforma de la Constitución, que ahora mismo es imposible por la falta de consenso.
Sin embargo, hay margen para alcanzar otros acuerdos si hay voluntad por las dos partes, que parece que la hay. El pacto fiscal, por ejemplo, no requiere un cambio constitucional. El Gobierno puede introducir una excepcionalidad financiera para Cataluña en la Ley Orgánica de Financiación Autonómica (LOFCA), pendiente de reforma. Lo mismo ocurre si por ejemplo Sánchez está dispuesto a ceder a Cataluña las competencias en materia judicial que el Constitucional retiró del Estatut. La reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial es un camino para convertir esa posibilidad en algo real y legal. Son dos leyes orgánicas que necesitan el respaldo de la mayoría absoluta del Congreso para su aprobación. El PSOE tiene 84 escaños, pero Sánchez reunió el apoyo de 180 diputados a la moción de censura contra Mariano Rajoy –cuatro por encima de la mayoría absoluta-. Es difícil, pero viable.
"Iceta es un nacionalista. Siempre ha sostenido que Cataluña es una nación, y hasta el año 2014 defendía un referéndum de autodeterminación", dicen fuentes de Cs
El PSOE no se va a precipitar. Sobre todo, no puede cometer errores. Sánchez tiene en su ministro de Exteriores, Josep Borrell, un contrapeso ideal de cara a la opinión pública. El golpe separatista está demasiado reciente. Y hay otra mitad de catalanes que no sólo no quiere la independencia, sino que tampoco está por la labor de seguir cediendo ante el nacionalismo.
Toda esta estrategia a largo plazo choca con los posicionamientos del PP y sobre todo Ciudadanos, primera fuerza política en Cataluña. El PP está en pleno proceso de renovación de su liderazgo. El gran favorito es el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, que siempre ha defendido el autonomismo sin rebasar ciertos límites. La postura que adoptará el PP a partir de ahora es una incógnita, pero los populares han pactado en el pasado con el nacionalismo y no es imposible que vuelvan a hacerlo si el escenario cambia.
Cs: "Llevamos 40 años igual"
El partido naranja, por su parte, es el que ve con mayor preocupación un acercamiento político que considera peligroso. Uno de los veteranos de Ciudadanos recuerda que la mayoría de sus fundadores era gente cercana al PSC que rechazaba el Estatut del 2006. “Si van a seguir por ese camino es que no han aprendido la lección de lo que ha pasado”, dicen.
“Lo van a hacer con calma. No pueden volverse locos. Pero hay una inequívoca voluntad de acercamiento”, dicen fuentes de la dirección de Ciudadanos en Cataluña. “Iceta es un nacionalista. Siempre ha sostenido que Cataluña es una nación, y hasta el año 2014 defendía un referéndum de autodeterminación. Es evidente que está cerca de ERC”.
La formación que lidera Inés Arrimadas en Cataluña sostiene que separar ERC de Puigdemont es algo que intentó el PP y no funcionó. “Esos mundos, por mucho que quieran separarlos, están unidos”, dicen. “Han actuado de la mano y con total coordinación. No existe una postura más suave por más que se insista en que la hay.
Ciudadanos cree que en líneas generales, la solución de Iceta y Sánchez es la misma que se ha intentado sin éxito durante los últimos 40 años. “Reconducir el problema no es dar privilegios a los separatistas. Eso no ha evitado que los separatistas con su deslealtad institucional hayan dado un golpe a la democracia”, explican estas mismas fuentes. “El PSOE no puede confundir Cataluña con los separatistas. Cataluña son los independentistas pero también los votantes de Ciudadanos”.