Jordi Sànchez, el líder de la Assamblea Nacional de Catalunya (ANC), dio el paso a entrar en la política institucional, en la de despacho y coche oficial, a mediados de noviembre de 2017. A día de hoy, este activista y brazo agitador del independentismo catalán, todavía no ha pisado el Parlament como diputado.
El presidente de la cámara autonómica catalana, Roger Torrent, iniciará este mediodía una nueva ronda de consultas para intentar por segunda vez investir a Sànchez como Presidente de la Generalitat. El de Barcelona es una de las cabezas visibles del 'procès' independentista desde la multitudinaria 'diada' de 2011, aunque su figura cogió fuerza durante los preparativos del referéndum ilegal del 1 de octubre.
En septiembre de 2017, mientras la Guardia Civil registraba la Consellería de Economía, este profesor asociado de la Universidad de Barcelona se subía a un coche acompañado de Jordi Cuixart, líder de Òmnium Cultural. Desde lo alto del techo de aquel vehículo, altavoz en mano, juntos arengaron a las masas para rodear el edificio público mientras los agentes desarrollaban la Operación Anubis, unos hechos por los que la juez de la Audiencia Nacional, Carmen Lamela, los encarceló un mes después por sedición.
El independentismo ya puso sobre la mesa el nombre del presidente de la ANC como candidato, a pesar de estar en la cárcel de Estremera. La opción de Puigdemont era truncada por el Constitucional, que avisaba a la mesa del Parlament que sólo podía realizarse de manera presencial, por lo que se apostó por el número dos de la lista de Junts per Catalunya. Sin embargo Sànchez tenía otros planes para su futuro.
El pasado 20 de marzo el diputado afirmaba en el Tribunal Supremo que renunciaría a su acta de diputado, y por consecuencia a ser Presidente de Cataluña, para poder salir de la cárcel. La libertad pesó entonces más que los anhelos de "libertad de un solo pueblo", como suelen manifestar los independentistas. Sànchez quería volver entonces a su vida académica y dejar atrás su breve paso por la política institucional.
Esta segunda oportunidad le llega a Sànchez después de que recientemente el también encarcelado Jordi Turull y el propio Puigdemont renunciasen por carta a optar a presidir la Generalitat. El dicho popular afirma que las segundas partes nunca fueron buenas.