Si en politica se aconseja siempre lo de "cherchez la femme", en el caso de Dolores Cospedal hay que decir "cherchez l'homme". Ignacio López del Hierro, sevillano, 71, ya era un empresario de fortuna antes de contraer matrimonio con Cospedal. Nunca ha estado imputado. Dos aseveraciones que recalcan en el entorno de la exsecretaria general del PP que dejó la política esta semana. Una decisión forzada por las cintas con el comisario Villarejo.
Ha sido su talón de Aquiles. Su techo de cristal. Se lo dijeron mil veces. Amigos y enemigos le advertían a Cospedal de que su marido implicaba serios riesgos para su carrera. "En cualquier momento la van a revolcar", se escucha a Pablo González, hermano de Ignacio González, expresidente de la Comundiad de Madrid, en otra cinta delatora. Hablaban de López del Hierro y de su influencia sobre la carrera de Cospedal, con quien Ignacio no se llevaba mal. "Con lo que cuenta y tal (por López del Hierro), yo no sé cómo la otra está dispuesta", decía Pablo, quien también está imputado en la causa Lezo. A lo que respondía su hermano Ignacio: "Cobra de 27.000 sitios" y añadía: "Es un desagradable que te cagas".
Una boda discreta
Cospedal ya era secretaria general del partido cuando contrajo matrimonio, en septiembre de 2009, con Ignacio López del Hierro. En enlace, familiar y discreto, fue en Toledo, donde el contrayente había ejercido de gobernador civil. También lo fue de Sevilla. Asistió Mariano Rajoy junto a unos cuantos amigos de la formación. Era el segundo matrimonio de ambos, entre quienes hay una diferencia de 19 años.
López del Hierro, ocurrente, astuto, excelente conversador, inquieto, impulsivo, primo del Álvarez del Manzano, exalcalde de Madrid, entró en política en la UCD con Adolfo Suárez. Luego de pasar por dos gobiernos civiles, se orientó hacia el mundo de la empresa, con una firma 'Hilo de Inversiones'. Ha hecho de todo, ha menudeado en diferentes sectores, fundamentalmente en el ladrillo, al menos al principio, junto a Joaquín Rivero.
Ha ocupado altos cargos, ha redondeado importantes negocios y, en efecto, logró un nivel económico bastante considerable. Ha ocupado cargos de consejero en importantes compañías, como Metrovacesa, Avancit así como en la Corporación Industrial de la Caja de Castilla-La Mancha, de donde, una vez absorbida, pasó a Liberbank. Ahora aparecía en dos filiales de Iberdrola, en fase de inmediata extinción. Tuvo que renunciar a un alto despacho en Red Eléctrica entre acusaciones de nepotismo. Su esposa ya era presidenta de la comunidad castellano manchega y segunda de a bordo en Génova.
Su nombre ha estado relacionado con episodios turbios y causas judiciales. Se le relacionó con los papeles de Bárcenas, donde se le vinculaba con los apuntes referidos a Lopez H. y López Hierro, sin que el asunto llegara a mayores. El juez Ruz no ahondó en el asunto al considerar que estaba prescrito. También surgió como socio en una de las empresas del hijo de Pujol, con negocios en África, en Gabón cocretamente. Su nombre también ha rondado el 'caso Lezo' y en la mentada Gürtel. De él dijo Álvaro Pérez, "el Bigotes", que era "un atizante". O sea, de los que traía pasta. Nada pudo probarse.
Una trayectoria profesional tan intensa, con tantos episodios polémicos, no era lo más aconsejable para la carrera política de su esposa. Esa nube de sospecha que flotaba sobre el perfil de su esposa ejercía un efecto muy negativo sobre Cospedal, a quien se le hacía ver lo inconveniente de esa situación. Así y todo, Cospedal, una de las políticas más inteligentes, laboriosas, firmes y capaces del PP, logró llegar no sólo a la presidencia de Castilla- La Mancha, sino que también ejerció de número dos del partido y ministra de Defensa, entre otras altas responsabilidades. "Habría sido la sucesora natural de Rajoy de no haber sido por sus cuestiones personales", comentaba días atrás uno de sus colaboradores más fieles en plena tormenta de las escuchas de Villarejo.
Lo intentó. Tras la renuncia de Rajoy, con quien siempre mantuvo una relación muy estrecha, sin llegar a la amistad, se presentó a las primarias. Un fracaso. Los afiliados le dieron la espalda en forma estruendosa. Demasiadas cargas en su mochila, demasiados borrones en su currículum.
Las cintas de Villarejo
Se la jugó por Rajoy. Le hizo frente a Luis Bárcenas cuando nadie en el partido osaba dar un paso al frente en el apestoso asunto 'Gúrtel'. Le dejó marcada. Más aún que la trayectoria de su esposo. Rajoy se lo agradeció con escasos gestos de afecto y muchas palabras de cariño. No pestañeó, sin embargo, al apartarla del puente de mando del partido, donde situó a Fernando Martínez Maíllo, el perfecto capaz, que se hizo con la sala de máquinas de la formación.
De firme carácter, algunos le llamaban "la coronela", dada su condición de titular de Defensa. Al aparecer las cintas de Villarejo, apenas algunos de sus leales salieron en su defensa. Dolors Montserrat, Isabel García Tejerina, Rafael Catalá. Le hicieron el vacío, se vio sola. El equipo de Casado la evitaba y le forzaba a una pronta salida. Al aparecer el nombre de Rajoy en los audios del escándalo, pronunciado torpemente por López del Hierro, tuvo que rendirse. Su continuidad era imposible. "Me equivoqué al pedirle que ayudara al partido", dejó escrito en su despedida, en la que mantenía su inocencia, reivindicaba su entrega por el PP y le escupía a la cara a todo aquellos que no son capaces de defender a los suyos. "Se equivocó, más bien, al meter a ese tipo en el lío con Villarejo, una perfecta cagada", se le ha escuchado a uno de los altos cargos del nuevo PP. Nunca lo reconocerá, añade, pero "su marido ha sido el principal borrón de su carrera".