François Hollande llegó a la presidencia de Francia en 2012 como la esperanza socialista frente a las políticas de austeridad dictadas por la canciller alemana Angela Merkel. Tenía todo el poder para triunfar: ocupaba el Elíseo, contaba con mayoría en la Asamblea Nacional y en el Senado, y controlaba las regiones y grandes ciudades. Pero cinco años más tarde, Hollande abandona la presidencia por la puerta de atrás y sobre su partido se cierne una fuga hacia la plataforma ganadora de Emmanuel Macron.
Valls, al que todo el mundo veía hasta hace poco como el mejor posicionado para suceder al impopular Hollande, aseguraba este martes que "los viejos partidos están muriendo o ya están muertos" y anunciaba después su voluntad de sumarse como candidato a las filas del movimiento de Macron, al que dio su apoyo en las presidenciales. De momento, el responsable de la comisión de investiduras de En Marcha, Jean-Paul Delevoye, asegura que "a día de hoy" Valls "no cumple el criterio para que se acepte su demanda" ya que no se ha afiliado.
Tanto el ex primer ministro como su verdugo en las primarias socialistas de enero y candidato a las presidenciales, Benoît Hamon, preconizan el comienzo de la desbandada que amenaza con llevar al PSF a la irrelevancia en las urnas. Hamon ha anunciado, de hecho, que quiere emular la fórmula mágica de Macron: en julio pondrá en marcha un movimiento político propio para "regenerar la izquierda". Pero dice que no abandonará su militancia.
La doble crisis
El punto álgido de la crisis abierta en el socialismo francés coincide en el tiempo con las primarias de un PSOE en España partido en dos, entre partidarios de Pedro Sánchez y de Susana Díaz. El tercer candidato en liza, Patxi López, lleva tiempo alertando de que este cisma creado en el seno de la formación les conduce directamente al suicidio.
"Hay una crisis de los partidos, de los aparatos y de los dirigentes que representan esa socialdemocracia", explica Paloma Román. "El ejemplo de las primarias francesas es la prueba manifiesta de las dos crisis: de la socialdemocracia en general; los recortes les ha afectado más que a los partidos conservadores; y los dirigentes de aparato están siendo contestados por las bases de los partidos y por sus votantes". "Las primarias han sido la expresión del vómito frente a unos cuadros de los partidos que no han sabido hacer su trabajo ni escuchar".
En Francia podían votar todos los electores pagando dos euros.
"Las ideas básicas sobre las que se construye el modelo socialdemócrata no sólo no han desaparecido, sino que se han afianzado debido a la magnitud y al impacto de la crisis en los grupos más desfavorecidos", señala Paloma Román Marugán.
"El Partido Socialista está roto completamente. Se está viviendo el rechazo y divorcio entre dirigentes y militantes. En 2014, la petición de primarias siempre aparece cuando hay una derrota electoral fuerte, cuando hay una bofetada sonora, como le pasó al PSOE en las elecciones de 2011". "Uno de los demonios que tienen los partidos después de la derrota es buscar culpables y decir: de aquí vamos a salir con un impulso hacia abajo o tenemos que escuchar a los de abajo. De ahí sale el proceso de primarias. Era muy difícil no ceder a las primarias. Tenemos que regenerarnos. Pero desde el punto de vista del aparato las primarias las carga el diablo. Pero aún así, no van a ser iguales las primarias de 2014 que las de 2017. La situación está mucho más enconada.
"La travesía del desierto, al ritmo que van, va a ser muy larga. En teoría los partidos más consolidados demuestran siempre una mejora, porque parten de una ventaja competitiva, que son organizaciones muy adaptativas. Pero en esta situación de crisis, es muy difícil porque han caído muy al fondo. Siempre hay posibilidad de regeneración, pero yo aventuro una etapa larguísima de travesía del desierto. Mucho tiempo sin una gran victoria electoral y sin una recomposición interna".
¿Cómo puede afectar que gane Sánchez o Díaz? "No sólo es una cuestión de personas; es una cuestión de que no hay proyecto. Hay que trabajar muy duro para tener un proyecto que capte a la gente en una situación dramática. Si ganar es hacer el partido más coherente, pues tampoco, porque el partido está dividido. Gane quien gane, está quebrado. Las posibilidades de supervivencia por un lado y por otro son muy difíciles porque el escoramiento hacia la izquierda, Podemos lleva tiempo retando al PSOE. Y los socialistas saben que ahí tienen un enemigo que lo que quiere es ser líder de la izquierda. Pero por el otro lado, convertirse en una filial del Partido Popular es una pérdida de identidad muy grande", sentencia.
Pero esto no es un problema sólo de los socialistas. Esto afecta a todo el sistema político español, que es el que de verdad está tocado. Los movimientos que están triunfando son fruto del cambio que estamos viviendo y seguimos pensando con presupuestos antiguos y equivocados.