Mariano Rajoy nunca improvisa. Ni sabe ni le gusta. Puede incurrir en frases disparatadas, patear la sintaxis, recitar obviedades e incluso decir chorradas. En las campañas electorales se le han escuchado auténticos disparates, más fruto de la pereza que de la irreflexión. "Mañana tengo el coñazo del desfile", aquella frase de 2008, todavía describe su abúlico carácter.
Pero no improvisa. En la noche del miércoles, en Torrejón, en la cena navideña del PP de Madrid, ante cientos de militantes y cuadros intermedios, Rajoy cerró su previsible discurso con una frase que a todos desconcertó: "Y ya preparando las próximas elecciones". ¿Pero ésto qué es? Raudamente, sus colaboradores se lanzaron a explicar a los medios que se trataba de un mero desliz, de un despiste propiciado por el ambiente festivo y relajado de la velada.
Un aviso de recuerdo
Pasadas las horas, algún miembro de su equipo apuntaba otra versión. Ha querido darles "un sustito". Un toque de atención, un aviso a navegantes y o opositores recalcitrantes. "¿Nuevas elecciones? Todo depende de que quieran ayudarnos en asuntos esenciales", resumía Rafael Hernando, quien compartió confidencias y comentarios de Rajoy en la tensa mañana del miércoles en la Cámara.
En esa sesión de control, el presidente había defendido la Ley de Seguridad Ciudadana, esa "ley mordaza" que toda la oposición pretende dinamitar. "No se alejen de la moderación", le aconsejó Rajoy al jefe de filas socialista. El presidente del Gobierno es consciente de que el PSOE necesita tiempo y ayuda para volver a respirar. Ya ha cedido en asuntos como la reválida, el salario mínimo, el techo de gasto. Ha acordado con los socialistas la subida de impuestos.
Sudores presupuestarios
Cederá más. Necesita los Presupuestos. Pero esa mañana, la actitud de Antonio Hernando, el jefe de la bancada socialista, le hizo perder levemente la paciencia. "Si no retira usted la ley se la retiraremos nosotros", le amenazó el portavoz del PSOE, un político contorsionista, en situación declinante y casi amortizado. Y esa noche, entre el espumillón y los villancicos, Rajoy dejó caer la palabra más temida. "Elecciones". Enorme estruendo y amplia onda expansiva. El "sustito".
"Nos lo están haciendo sudar", comentan en Moncloa. Tanto Ciudadanos como el PNV. El PSOE no quiere saber nada. El mensaje navideño de Rajoy se ciñó, simplemente, a recordar ante sus huestes que, si no hay más remedio, habrá que tensar de nuevo la maquinaria electoral. Rajoy no quiere. Su voluntad es agotar la Legislatura. Lo ha repetido hasta la saciedad y lo confía en privado. Si lo logra, habrá incluso superado el récord de ocho años de José María Aznar. Rajoy habría estado nueve. Uno de ellos, eso sí, en el limbo y 'en funciones'.
No va a cambiar de opinión, aunque nunca está de más hacer referencia a las elecciones, según piensan en su equipo. Nadie las quiere. Sólo al PP le iría bien. Ciudadanos está atascado, Podemos libra una gresca interna y el PSOE, pasará aún unos meses hibernado a la espera de su resurrección. Rajoy tiene el botón nuclear. Y en la noche navideña del miércoles, quiso recordarlo. Un guiño, una leve referencia. Un aviso festivo a navegantes.
La frase conmocionó también al esqueleto de la organización regional del PP. Los mandos periféricos telefoneaban a Génova. ¿Ha dicho lo que parece o es otra cosa? Tranquilos, se les respondía. Lejos de Madrid, estas sorpresas mueven al desconcierto y la alarma. ¿Piensa el presidente convocar elecciones? ¿Disolverá el Parlamento el 3 de mayo?
Sáenz de Santamaría esbozó una excusa desaliñada, al evocar la escasa vocación noctámbula del presidente. "Es más de desayunos". Pablo Casado hizo referencia a la audiencia, cuadros y militantes del PP madrileño. "Estaría pensando en las próximas elecciones locales", adujo. Albert Rivera optó, junto con Pablo Iglesias, por la opción del lapsus. Íñigo Errejón optaba por 'el chantaje al PSOE, para que se arrodille'.
En el PP hay, sin embargo, quien opta por la excusa del traspiés, la frase descontrolada, el patinazo. Agitar el fantasma de nuevas elecciones, después del annus horriblilis vivido, se antoja algo inoportuno. "Alimenta la sensación de inestabilidad y la duda, algo de lo que todo el mundo quiere huir". Son palabras en privado pronunciadas por un alto cargo del PP andaluz. Quien añadía: "No pasa nada. Rajoy ha demostrado que es el único que siempre sabe lo que hace".