Política

Pánico en el 'establishment': Vox está de moda

Hay nervios en la villa y corte, sobre todo en las plantas nobles. Las encuestas pueden decir misa, pero la realidad es tozuda: apenas quedan tres semanas para que se

Hay nervios en la villa y corte, sobre todo en las plantas nobles. Las encuestas pueden decir misa, pero la realidad es tozuda: apenas quedan tres semanas para que se celebren las elecciones generales y en la calle no se habla de otra cosa. Vox está en boca de todos. Es el partido de moda y surfea en la cresta de la ola. 

Hasta hace unas semanas, la irrupción de Vox se veía como un fenómeno natural, dado que España había estado muchos años sin tener, como sí ocurría en el resto de Europa, un partido de derechas más allá del Partido Popular. Ahora, conforme se acerca la hora de votar, el miedo empieza a recorrer el cuerpo de los empresarios y políticos del 'establishment', ya que se detectan señales de que la magnitud del fenómeno del partido de Santiago Abascal es enorme.

Los sociólogos coinciden en señalar que Vox se encuentra en estos momentos en plena luna de miel con los electores. Salvando las distancias, es algo parecido a lo que ocurrió en 2015 con Podemos, cuando se auguró su 'sorpasso' al PSOE, o en 2018 con Ciudadanos, que llegó a ser primera fuerza política en algunas encuestas. Queda por ver si el idilio es coyuntural o acaba traduciéndose en votos.

No hay conversación de bar que no incluya a Abascal, como tampoco hay reunión de alto nivel en los despachos del Ibex en que no se hable de las posibilidades reales de este partido. Para ver el grado de moda en que se encuentra basta ver la asistencia a sus actos: se desbordan con personas ávidas de escuchar a sus líderes y centenares de ellos se quedan sin poder acceder a los estadios, polideportivos o locales donde celebran sus mítines. Eso no le está pasando a ninguno de los otros cuatro grandes partidos. Y parecido fenómeno se produce en los medios de comunicación, donde cualquier noticia que afecta a Vox es leída y compartida mucho más que las del resto de partidos... algo que ahora en Internet es muy fácil de medir.

La novedad del líder

El fenómeno y la marca de Vox son tan poderosos que no está siendo necesario ni que aparezca mucho su líder, ni que se conozcan sus candidatos ni que dispongan de estructuras de partido en todos los rincones de España. 

Aún así, tampoco le va mal a Abascal aparecer en televisión. Ahí está por ejemplo el caso del programa de Bertín Osborne, donde compartió cartel con Pablo Casado y Albert Rivera. Los tres se enfrentaron a un cuestionario similar, bien es cierto que no muy exigente, pero Abascal consiguió parecer más auténtico que sus contrincantes, que sonaron demasiado impostados. Y es que el hecho de que Abascal sea el candidato menos conocido también juega a su favor: la novedad le favorece ante políticos de los que ya sabemos demasiado y hasta conocemos de memoria cómo van a ser sus respuestas.

Paradójicamente, el temor entre las élites es creciente a pesar de que las encuestas que se están publicando no reflejan una previsión tan halagüeña para Vox. ¿Por qué? Porque las empresas demoscópicas todavía no se fían de ese clima de la calle y no quieren cometer los errores de 2015, cuando aquel 'sorpasso' de Podemos quedó en nada.

Pero, precisamente, son las encuestas las que están extendiendo la inquietud porque todas coinciden en algo: una cuarta parte de los españoles no ha decidido todavía su voto. Eso quiere decir que están dudando y, según los que de esto saben, cuando uno duda una de las opciones suele coincidir con lo que está de moda.

El voto oculto

Otro fenómeno que inquieta es el posible voto oculto de Vox, es decir, gente que tiene decidido ir a votar a los de Abascal pero que no se atreve a decirlo abiertamente cuando alguien se lo pregunta, por vergüenza a confesar el apoyo a un partido considerado de extrema derecha y tildado de homófobo o con postulados muy controvertidos sobre violencia de género.

En cualquier caso, y aparte de las encuestas publicadas, están las que encargan los propios partidos. Y ahí las cosas difieren un poco. En el PP, por ejemplo, llevan una semana noqueados porque se tiene la sospecha de que Vox ha superado ya en porcentaje de voto a Podemos y Ciudadanos... y ya sólo le queda un pasito para alcanzar a los de Casado.

Puede que ese escenario suene disparatado, pero dado el alto número de indecisos nada es descabellado. Y para muestra vale la encuesta que ayer difundió Telemadrid y en donde Vox ocupa ya el tercer lugar en la Comunidad de Madrid. Y eso sin haber designado todavía a su candidato regional.

Además, hay algo que facilita el crecimiento de Vox: sus votantes son más variopintos de lo que se está diciendo: hay mucho exvotante del PP y Ciudadanos, partidos que están en estado de pánico estos últimos días, pero también de Podemos y  de la abstención, sobre todo aquellos que quieren dar un golpe en la mesa contra el sistema establecido. Es el PSOE el que menos pierde con Vox y, por tanto, al que más le podría interesar su despegue... aunque ya se vio lo que pasó en Andalucía.

Los hijos del PP

Entre los dirigentes del PP no hay duda de que la amenaza principal es Vox en lugar de Ciudadanos. Y la prueba de ello la tienen en su propia casa. Sus hijos veinteañeros, que hasta hace unos meses sintonizaban con el partido de Rivera, ahora tienen claro que votarán a los de Abascal.

Dado el pentapartidismo actual y el alto grado de indecisos, cualquier cosa es posible, pero las posibilidades de que al final Vox obtenga un resultado mayor del previsto empiezan a cobrar fuerza. Y de ahí el miedo. Primero entre PP y Ciudadanos, principales damnificados de esa tendencia, pero luego en todo el 'establishment' e incluso en Bruselas, donde no gusta para nada que un partido de corte extremo pueda alcanzar un poder similar al que otras formaciones tienen, por ejemplo, en Italia.

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