El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se prepara para lo peor: el desafío independentista se acerca a sus instantes definitivos y los socialistas esperan una reacción contundente del Gobierno. Aunque la postura oficial del PSOE desde hace semanas es la del apoyo al Estado de derecho, el partido lleva días enredado en diferencias internas, mientras su líder busca el equilibrio entre el respaldo a Moncloa y una posición propia. Pero ahora que se acercan momentos cruciales Sánchez quiere que la posición que tomen sea "compartida".
Por eso, ayer avisó por sorpresa a los miembros de su Ejecutiva Federal, a todos los dirigentes territoriales del partido y a los miembros del Comité Federal de que serán convocados de manera inminente y, por ello, les pidió que mantengan sus agendas liberadas para la próxima semana. Su intención es que la postura que tenga el PSOE aparezca como una decisión colegiada: será todo el partido el que sitúe sobre sus hombros la responsabilidad de apoyar, o no, las medidas que ponga en marcha el Gobierno para frenar al Govern y al Parlament.
Así se explica que Sánchez haya decidido convocar a unos órganos que no esperaba reunir, como mínimo, hasta noviembre, cuando finalizaran los procesos internos que todavía están abiertos en algunas federaciones. Ésa es el argumento que daban en Ferraz cuando se preguntaba si la gravedad de la crisis en Cataluña, y las diferencias en torno al modelo territorial del partido, que ya empezaron a aflorar en julio, no hacía conveniente una reunión con los 'barones'.
Pero ahora el secretario general cree que no se puede "esperar más" y ha decidido reunir en dos ocasiones a sus 'barones' la próxima semana. Primero, en el Consejo de Política Federal, que preside el jefe del Ejecutivo extremeño, Guillermo Fernández Vara, y después en el Comité Federal, que es el máximo órgano de decisión del PSOE entre congresos.
De este segundo órgano forman parte los siete presidentes autonómicos y los secretarios generales de las federaciones. Entre los primeros, sólo la presidenta balear, Francina Armengol, no apoyó a Susana Díaz, mientras que en los territorios, son ya mayoría los 'pedristas'.
Si hay que debatir, será en estas reuniones en las que se haga y no a través de los medios, como está ocurriendo en las últimas jornadas
Con estas convocatorias, el secretario general está lanzando un mensaje, porque, aunque tiene mayoría en ambos órganos, muestra que quiere que la posición del PSOE en esta crisis sea la de todo el partido. Y si hay que debatir, será en estas reuniones en las que se haga y no a través de los medios, como está ocurriendo en las últimas jornadas.
Porque el PSOE no tiene una posición clara sobre el artículo 155 de la Constitución, que permite asumir competencias de una comunidad autónoma en caso de desobediencia, un escenario que el Gobierno tampoco ha despejado. Pero mientras Ferraz calla e insiste en que sólo fijará una postura una vez Moncloa diga lo que quiere hacer, los territorios ya se están posicionando. El PSC lo rechaza y algunos territorios, como Extremadura y Aragón, ya lo han pedido expresamente.
En los últimos días están emergiendo las diferentes sensibilidades en el partido, que se hicieron muy evidentes después de la declaración del Rey, el pasado martes. En el PSC lamentaron públicamente la ausencia de un llamamiento al diálogo, mientras en federaciones como la andaluza, la extremeña y la castellano-manchega aplaudieron la firmeza del monarca.
El discurso de Felipe VI además puso en cuestión la estrategia del PSOE, centrada en llamar a una negociación al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. Para un sector del partido, el secretario general debía dejarse de negociaciones con los independentistas y mostrar un apoyo más firme al Ejecutivo, que creen que ha puesto en duda con el anuncio de la reprobación de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría.
La dirección insiste en que en ningún momento se han movido de su apoyo al Estado de Derecho
Ferraz trató el pasado miércoles de reconducir la situación y, después de que hablara Puigdemont, su secretario de Organización, José Luis Ábalos, dejó de lado el llamamiento a negociar y pidió a los independentistas que vuelvan a la legalidad si quieren dialogar. Según fuentes de la dirección federal, este giro se explica por el desarrollo de los acontecimientos: cuando Sánchez habló de negociar el pasado domingo, y un día después así se lo pidió a Rajoy en Moncloa, pensaban que había una posibilidad de que el PDCaT no activara la vía de la independencia inminente y, en su lugar existiera la posibilidad de una convocatoria electoral. Sin embargo, ahora nadie duda de que van a por la declaración unilateral.
La dirección insiste en que en ningún momento se han movido de su apoyo al Estado de Derecho, pese a las críticas a las cargas policiales del 1-O y la reprobación de Sáenz de Santamaría. Y aseguran que lo demostrarán cuando haya que defender la Constitución. Sánchez quiere que lo hagan todos juntos.
A las múltiples críticas en privado se unió el miércoles el exvicepresidente Alfonso Guerra, quien cargó en una entrevista en Onda Cero contra Sánchez por reprobar a la número dos del Gobierno en lugar de a "los golpistas" y avisó de que el PSOE no tiene excusas para no apoyar el 155.
Y a él se sumaron ayer otros históricos dirigentes del partido. Los expresidentes de Extremadura Juan Carlos Rodríguez Ibarra y la Comunidad de Madrid Joaquín Leguina, el expresidente del Senado Javier Rojo y el expresidente de la Junta de Andalucía José Rodríguez de la Borbolla, entre otros, firmaron una dura carta dirigida a Sánchez en la que critican la reprobación de Sánchez después del "golpe de Estado" que, a su juicio, se ha puesto en marcha en Cataluña y rechazan su "continua y nunca explicada apelación al diálogo".
Ferraz pide "unidad" ante las críticas internas
En esta situación, y después de que se hiciera pública esta carta, la dirección federal ha hecho un llamamiento al partido para que, "en estos momentos tan duros por los que está pasando España", esté "unido y detrás de la Ejecutiva federal y del secretario general". "Eso sería cultura de partido", defienden desde Ferraz.
Desde la dirección federal, se asegura que el secretario general está comprometido a buscar una posición común. No se entendería, apuntan, que ante una situación de tal gravedad, no se hicieran todos los esfuerzos para dejar de lado discrepancias y aparecer como una formación cohesionada.