Las secuelas del golpe de Íñigo Errejón siguen presentes en Podemos. Después de la salida del ex número dos de Podemos y su apuesta por Más Madrid, plataforma fundada por la alcaldesa Manuela Carmena, se ha instalado en el cúpula de la formación el temor a sufrir más bajas.
El clima que se vive en las altas esferas de Podemos es de miedo a discrepar, relatan fuentes del partido morado. Se trata de una situación anómala, pero que algunos defienden que es “normal” después del duro golpe que representó el desafío de Errejón. Sin embargo esas fuentes reconocen que puede afectar a la toma de decisiones de un partido que de aquí al próximo 28 de abril se juega su presente y futuro.
Las listas electorales para el Congreso se redactaron a finales del año pasado. En ese proceso Iglesias ya evitó que quedaran reductos del errejonismo. Pero a la luz de la sangría de dirigentes que se está generando a nivel autonómico, fuentes de Podemos reconocen la existencia de cierta “paranoia” en la cúpula nacional, y concretamente en el círculo del propio Pablo Iglesias.
La cuestión no es baladí y tiene una derivada con respecto a la formación del futuro Parlamento. Si bien el número de diputados se reducirá previsiblemente, para Podemos sí es esencial que todos remen en la misma dirección. Sobre todo en el caso de que el resultado del 28 de abril permita formar gobierno con Pedro Sánchez, lo que en el círculo de Iglesias sigue siendo una esperanza para intentar frenar la fragmentación del partido.
"Habrá sorpresas"
Podemos cree que la caída vaticinada por los sondeos no refleja la realidad. “Las verdaderas encuestas son las elecciones”, repiten. A la vez, señalan que antes de las elecciones del 20-D de 2015, Podemos tenía un 10% de votos según el CIS, y acabó con el 20%.
No obstante, la horquilla de entre el 10% y un 15% que dan los nuevos sondeos no puede considerarse satisfactoria. Entre otras cosas porque los estudios demoscópicos incluyen a las confluencias de Podemos como si se tratara de un mismo bloque, aunque algunas han saltado por los aires (por ejemplo, la coalición con Compromís en Valencia).
El equipo de Iglesias trabaja a contrarreloj para definir su propuesta política de cara a las elecciones de abril. Aseguran que “habrá sorpresas”, y dejan entrever iniciativas de impacto popular a nivel económico e institucional. Pero todo es reservado.
Con respecto al llamado “efecto Iglesias”, o sea la idea de un revulsivo para dar el pistoletazo de salida a la campaña electoral, varios dirigentes de Podemos consideran que el término se limita a una lectura de la prensa. Aunque el cartel de tintes mesiánicos lanzado la semana pasada desvela, por lo menos en el ámbito de la comunicación, una clara apuesta para que el candidato sea, una vez más, la verdadera punta de lanza de la formación. Iglesias volverá el sábado 23 de marzo en un acto en Madrid.
Partido vertical
Iglesias ha asegurado a los suyos estar “animado” para competir. Y que lo dará todo en campaña. Esto se traduce, no obstante, en que el sistema ya muy vertical del partido pueda esclerotizarse. Y que el círculo ya muy reducido de la cúpula de Podemos no admite discrepancias, aunque sea de opiniones.
La deriva, reconocen algunos, no es novedosa. La herida sigue abierta. Aunque viene de lejos y ya casi nadie quita responsabilidades “compartidas”. Aun así, no se libran de la sensación de haber sufrido un golpe bajo por parte de Errejón. Y temen sus movimientos que, como adelantó este diario, ya se están produciendo en Madrid y fuera de la capital. El temor, sin embargo, es que todo acabe con el miedo al discrepante: que la “traición” de Errejón acabe en la “paranoia” interna al partido.