Podemos vive los días de campaña electoral con mucha incertidumbre. El partido de Pablo Iglesias maneja estudios demoscópicos que señalan que, gracias al desplome de Ciudadanos, puede volver a ser tercera fuerza, y, así, salvar los muebles. Podría incluso mejorar su resultado con respecto a abril, como vaticina el último CIS, pero nadie se engaña: el liderazgo de Iglesias pende de un hilo que se encuentra en los 35 diputados. Se trata del mínimo necesario para impulsar una consulta pública sobre la reforma de la Constitución, explican fuentes del partido morado.
En las elecciones del pasado abril, Iglesias frenó su bajada. Pasó de 71 diputados a 42. Una cifra que muchos consideraron mala, pero que la dirección defendió recordando que las encuestas vaticinaban una caída peor. Lo llamaron “el efecto Iglesias”. Se trataba de una lectura poco realista, pero que sirvió al secretario general para romper el frente de los críticos y ganar tiempo hasta el 10 de noviembre.
Ahora, con la crisis catalana al rojo vivo, el equipo de Iglesias vive sensaciones agridulces. Las previsiones internas han empujado hacia el optimismo al menos hasta los disturbios de Barcelona. Los técnicos de Podemos que analizan los sondeos (sectoriales y generales) explican que la ley electoral favorece en el reparto de escaños a la tercera fuerza. El pasado 28 de abril, Podemos perdió esa posición y ahora creen que se pueda recuperar gracias a la caída de Ciudadanos.
Iglesias impone cautela
Aun así, Iglesias impone cautela. También lo hacen los dirigentes veteranos del partido, que sostienen que el umbral de supervivencia del secretario general es de 35 escaños (el 10% de los miembros del Congreso). Es el número de escaños necesarios para exigir un referéndum constitucional, que permitiría a Podemos mantener cierta relevancia política.
La Constitución establece que, en el caso de una reforma del texto constitucional, ésta “será sometida a referéndum para su ratificación cuando así lo soliciten, dentro de los quince días siguientes a su aprobación, una décima parte de los miembros de cualquiera de las Cámaras".
El último CIS da a Unidas Podemos entre 37 y 45 escaños, con un 14,6% de estimación de votos. Se trata de una previsión generosa, puesto que el promedio de otras encuestas apunta a un 12% de votos. Cabe señalar que en 2016, el partido de Iglesias con sus confluencias sumaba 71 escaños y el 21% de votos. Desde aquel 2016, todo ha cambiado. La palabra ilusión está olvidada. Ahora se habla de resistencia, aunque algunos esperan que el 10 de noviembre rime con sorpresa.
Del 'sorpasso' a la resistencia
Más que el sorpasso al PSOE, ahora está en juego la participación de Podemos en un futuro Ejecutivo con Pedro Sánchez. Y, con ella, la supervivencia de la cúpula directiva. Iglesias quiere el relevo de Irene Montero, pero sabe que el sector crítico sigue activo.
Además de Madrid, donde se prevé una lucha dura contra Íñigo Errejón y Más País, en territorios como Castilla y León y provincias menores, el partido de Iglesias está en serio peligro de desaparecer. Ya ocurrió el 28 de abril, pero ahora temen que Errejón quite los segundos escaños en Andalucía y también en Galicia.
En campaña electoral las expectativas preelectorales son clave para la valoración a posteriori del resultado. Por ello, tras conocer las cifras del CIS, Iglesias ha ordenado a los suyos mantener un perfil bajo en las intervenciones en los medios. En las últimas generales, fue esencial remontar las malas expectativas electorales. Ahora confía en que no ocurra al revés.